Ver Vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=rJro7ltJeA8
Serie: "Pinacoteca Simbólica" a cargo de Adara Mª Ariza Díaz, también en PDF en la Biblioteca Hermética: https://www.bibliotecahermetica.com/2022/07/arte-y-simbolo-en-la-plastica.html
Serie: "Pinacoteca Simbólica" a cargo de Adara Mª Ariza Díaz, también en PDF en la Biblioteca Hermética: https://www.bibliotecahermetica.com/2022/07/arte-y-simbolo-en-la-plastica.html
Dionisos es un dios inabarcable, sus múltiples nombres, referidos a sus otros tantos aspectos, así lo ponen de manifiesto. Como a Deméter, a él también se le construyeron numerosos santuarios, constituyendo las fiestas celebradas en su honor grandes acontecimientos populares que repartidos a lo largo del año, igualmente ordenaron el calendario romano entreverando el ciclo anual de alegría y divertimento. Aunque con el tiempo, y a medida que se fue perdiendo el sentido profundo y espiritual que estos actos festivos tenían, la propia desproporción del festejo fue acabando definitivamente con ellos, especialmente los conocidos como Bacanales, unas fiestas nocturnas trienales en las que al principio solo participaban mujeres, entre otras cosas porque Dionisos es el dios que con más fuerza representa el espantoso y cruel trance de los partos, cuando el dolor y la sangre se mezclan con el amor y la luz. Es este un brete por el que todo ser humano pasa siendo esa madre que pare la que da al niño tanto la vida como la muerte, ya que ambas nacen al mismo tiempo con cada uno de nosotros. Es por eso que las Ménades, compañeras de Dionisos, tanto secuestran, persiguen y atemorizan a los infantes como los alimentan.
Sin embargo la diosa que acaba por enterarse del paradero del niño trama contra éste un plan perverso: volver locos a los dos tutores del pequeño para que sean ellos mismos quienes acaben con la vida de su protegido. Hera no consigue llevar a cabo totalmente su plan pues la pareja, enajenada por la diosa, en lugar de dar muerte al pequeño Dionisos-Baco, mata a sus dos propios hijos.
Hermes siempre atento a la suerte del infante lo rescata y lo entrega a las Ninfas, a quienes deja el cuidado de proteger y educar en adelante al joven dios. Con el tiempo, dice la leyenda, que Dionisos iría al infierno donde ardía su madre, la mortal Sémele, inflamada en las llamas ardientes de Zeus, para liberarla y ya por el hijo convertida en diosa la condujo junto a los inmortales.
"es el dios frenético. Por él danzan frenéticas las Ménades. No hay que preguntar por la razón de su trastorno y su fiereza, sino por el significado de la demencia divina. ¡Un dios furibundo! ¡Un dios cuya esencia forma parte de la demencia!",
y se pregunta:
"¿Qué habrán vivido o visto estos hombres para que una
noción tan monstruosa se abriese paso en sus mentes?"
Y él mismo se responde que el rostro de cualquier dios
auténtico es el rostro de un mundo.(35)
Dionisos es el dios alegre, dios del brindis, el dios que
abarca todo lo vivo y el que se burla de la mansedumbre y de la entrega
resignada a favor de un tipo de decoro establecido socialmente; especialmente
este simbolismo pone de manifiesto esa actitud tan característica de ciertas
mujeres, afanosas siempre de sus tareas domésticas y poco inclinadas al trabajo
interior y a la filosofía. Es por eso que de las mujeres dionisíacas que
formaban su cortejo y que se entregaron de forma ritual a su demencia, se decía
que por seguirle habían abandonado la esclavitud de la rueca y el telar. Es sin
embargo la inteligencia de Ariadna, (una identificación de Afrodita y Deméter y
venerada como ellas en ciertos santuarios), inventando la manera de salvar a
Teseo de la cárcel que supone el laberinto al que éste entra a matar al
Minotauro, la que inspira en el Dios del vino el amor hasta el punto de hacerla
su esposa, siendo por esa unión que Ariadna, una mujer mortal, reinará por
siempre coronada por su esposo en el Olimpo. Y es así, en forma de diadema como
podemos distinguirla en el firmamento; se trata de la pequeña constelación de
Primavera conocida como Corona Boreal, porque la forma que tiene la disposición
de las estrellas que la integran es justamente la de la diadema de Ariadna.(36)
Marsilio Ficino siguiendo a Proclo y refiriéndose a la doctrina de Dionisio Areopagita (autor de los Nombres Divinos y La Jerarquía Celeste) dice:
Su rico simbolismo, se resume y se reúne en sus dos aspectos polares, lo que representa una enseñanza de lo que significa la necesidad de unir siempre los opuestos, ya que en esa unión es donde de verdad se encuentra la esencia de la deidad.
Los artistas tradicionales, tanto poetas como literatos, así como pintores, escultores, etc. nos muestran la figura de Dionisos adornado con racimos de uva. Otras veces con el tirso, esto es, un báculo al que se le enreda hiedra y que en ocasiones está rematado por una piña(37), siendo ambos vegetales, hiedra y piña, también plantas identificativas del dios. Este tirso sacudido por las Ménades durante los rituales en honor al dios, simboliza el eje en torno al cual se enrosca la hiedra, lo cual lo identifica con el caduceo de Hermes al que también se enroscan dos serpientes.(38) Pero en este caso el tirso es además de ese eje una vara con la que el dios sacude a sus adeptos con el fin de despertarlos de su letargo y conducirlos por el camino de la luz y del Conocimiento (lo cual también comparte con Hermes). Es esta acción belicosa (pero necesaria en determinados momentos del proceso iniciático), de portar el tirso, la que le hace decir a Orfeo que Dionisos lo empuña y que con él va armado y profundamente irritado;(39) cosa que hace que este dios pagano, inserto en la médula del Hermetismo, esté también cercano a la paradoja oriental de las enseñanzas del Zen. Asimismo se representa a Dionisos con dos rostros, de modo que unas veces es un viejo barbado de rasgos ásperos y otras un joven alegre, risueño y sensual.
Existe todavía otra leyenda cretense también muy difundida donde Dionisos es Dionisos Zagreo, quien también aparece como hijo de Zeus pero en este caso engendrado por la secreta unión con Perséfone, su propia hija. En esta versión del mito se cuenta que la esposa de Zeus, Hera, enterada del nacimiento de Dionisos manda a los Titanes para que lo maten. Estos, una vez se apoderan del tierno infante, al que atraen con malas artes abusando de su ingenuidad (pues lo engañan mostrándole algunos juguetes, tales como el trompo, la pelota, el espejo o el juego de tabas), lo descuartizan y se lo comen. Sólo el corazón, dicen algunos textos tradicionales, es recogido por Atenea quien lo entrega al padre, Zeus. Este, terriblemente encolerizado por la fatalidad sufrida, con su rayo fulminante destruye a los titanes hasta convertirlos en cenizas. Se dice que de estas cenizas, que contenían tanto la naturaleza del dios como la de las furias titánicas, nació la presente humanidad, que tiene por eso mismo naturaleza animal y divina. Este mito está muy ligado a los misterios egipcios de Osiris, cuyo cuerpo de dios, descuartizado por Seth es reconstituido por Isis, es decir por la Sabiduría.
Nota: Este texto es un fragmento de un artículo titulado "En Pos de Deméter", publicado originalmente el la Revista SYMBOLOS, Arte - Cultura -Gnosis, núm. 27-28. "Lo Femenino - La Mujer" Barcelona 2004, en la época en que la dirigía su fundador Federico González. En la actualidad se encuentra en la Web de la Librería 2 de Enero
Una reciente versión más actualizada puede leerse en pdf en el blog de la BIBLIOTECA HERMETICA.COM
En este quinto episodio contamos cómo después de veinte
siglos celebrándose los ritos eleusinos en honor a Deméter, la diosa madre, y
de su hija Perséfone, entraron a formar parte de esos misterios los ritos a
dedicados a Dionisos, dios de la vid.
Fue en ese transcurrir del tiempo que la comitiva en honor a
Deméter también fue encabezada por una imagen de Dionisos, el cual fue venerado
junto a Apolo en otro gran centro iniciático, el santuario de Delfos. De ese
modo los griegos celebraban juntas las fiestas de la vendimia y las de las
mieses, el trigo principalmente, que junto al olivo conforman los grandes
descubrimientos de la agricultura griega y romana (...)
En realidad podría hablarse de un coronamiento de los Misterios Iniciáticos para esa época, cuando Dionisos, el dios que tomará entre los romanos el nombre de Baco, entra a formar parte de las fiestas de Deméter.(...) Vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=PkozbcCtnvE
El relato sagrado o hieros logos, de la leyenda de Deméter y Perséfone, como ya hemos indicado en episodios anteriores (ver en:• SOBRE LOS MITOS. Deméter los Misterio... ) no sólo es el eje en torno al cual se realizaban las ceremonias de iniciación a los Misterios de Eleusis, sino que toda la comunidad tomaba también parte de este mito, pues además de los ritos secretos donde sólo participaban los iniciados existían en Grecia otros actos populares que entre otras cosas estructuraban el tiempo y también el espacio, es decir que ordenaban la sociedad con grandes celebraciones en honor a las diosas. Tanto los ritos secretos como los populares estaban igualmente asociados a los ciclos agrarios, que por ser duraciones universales han sido celebrados desde siempre por todos los pueblos antiguos (...)
Una de entre estas fiestas que tenían que ver con la
fertilidad y en las que sólo participaban las mujeres, eran las denominadas
Tesmoforias que se inauguraban en Atenas todos los años en otoño, después de la
siembra, con una romería en la que las participantes actuaban en calidad de
legisladoras de la ley de Deméter, lo cual está en relación con el propio
epíteto de la diosa que justamente es Tesmóphoros, esto es
"Legisladora". Estas ceremonias duraban tres días. El último de luna
nueva y total oscurecimiento se vivía como el duelo que representaba el drama
del rapto de Perséfone.
Ver en: https://www.youtube.com/playlist?list=PL0hwrcsSfC7K0hLpr96leatQlC5DzftbP
La misiva que antes de suicidarse escribe Fedra a Hipólito, su hijastro, revela el drama al que puede conducir la fuerza pasional e irrefrenable que posee Amor, al punto de ser un dios capaz de anteponerse a toda norma o formalidad. La leyenda de este amor que arrebata a Fedra y por el que Hipólito siente un enorme rechazo, deja ver el hecho que supuso para la humanidad establecer culturalmente los matrimonios como modelo exclusivo de unión dejándose de lado otras uniones hasta entonces permitidas, incluso cuando en ellas se daba la consanguineidad como es el caso de hermanos y hermanas. En realidad la unidad familiar que estableció el matrimonio acabó con esos otros modelos fracasados en la práctica por el desorden que suponía, especialmente para la crianza de los hijos que muchas veces quedaban, entre unos y otros, desamparados. Se cuenta que fue Cícrope, rey de Atenas, quien fundó esa unidad familiar, y lo hizo casando a una de sus hijas, la mediana Herse, con Hermes.
Podríamos decir que la pasión de amor que siente Fedra por Hipólito, hijo de su esposo Teseo, nos ejemplifica cómo, debido a un cambio de mentalidad, cierta clase de relaciones pasaron a ser vistas como inmorales, frente a una nueva civilización y un nuevo código ético.
Fedra se presenta como víctima de una fatídica atracción y de una pasión irreprimible
que la llevó a ser la causante de una tragedia que concluye con su propio
suicidio.
Fedra era una princesa cretense, hija de Minos y de Pasífae, y hermana de Ariadna, la que entregó a Teseo el hilo que le permitió salir del laberinto donde entró a matar al Minotauro, medio hermano de ambas jóvenes. Teseo se enamoró de las dos, casándose con Fedra, después de seducir y abandonar a Ariadna en la isla de Naxos, prosiguiendo su nave rumbo a Atenas. Hecho sobre el que volveremos cuando nos refiramos a la Heroida X.
Con Teseo Fedra tuvo dos hijos: Acamante y Demofonte, este último
protagonista de la Heroida II junto
con la bella Filis. Pasado el tiempo Fedra acaba enamorándose perdidamente de
Hipólito, el hijo que su esposo había tenido con la reina de las amazonas antes
de casarse con ella.
El ardor amoroso que Fedra siente por el joven hijastro comienza mientras
Teseo se encuentra ausente y ella, viendo constantemente al muchacho que tanto parecido
tiene con su padre, se enamora perdidamente de él. Dice Fedra que el joven, “con
su pelo revuelto y aspecto desaliñado”, le recordaba al propio Teseo cuando
llegó a Creta donde fue a matar al Minotauro. Un recuerdo que a Fedra le
devuelve la juventud transportándola a un tiempo donde esa clase de relación era
lícita. No obstante, el muchacho alejado culturalmente de esa época y
habiéndose consagrado a Diana, la diosa cazadora, no concibe tal relación con
su madrastra y la rechaza, algo que Fedra no puede soportar, por lo que herida
y despechada levanta contra Hipólito una falsa acusación. Lo calumnia ante su
padre de haber tratado de violarla.
De las drásticas represalias que Teseo tomó contra su hijo se hacen eco, además de Ovidio, Eurípides y Séneca, así como Jean Racine en el siglo XVIII, Sor Juana Inés de la Cruz y otros autores. Todos ellos reconstruyen el relato de esta tragedia, aportando, unos y otros, variaciones que complementan el mito en cuanto al simbolismo contenido en esta leyenda. No es Fedra, con su irreprimible pasión de amor, la dama que con el tiempo adoraron los Fieles de Amor, organización a cuya cabeza estuvo Dante. Para ellos la dama de la que deseaban enamorase y que les espoleara hasta hacerles sentir esa misma pasión de amor que sintió Fedra por Hipólito, debía además no obnubilarles la la razón.
Sin embargo, Fedra no es capaz de mantener el engaño, ni tampoco de vivir con el desprecio de Hipólito que no ha querido ni verla. Así pues, tras revelar públicamente la verdad de su crimen, ella misma se da muerte.
Fedra añade que nada se le puede prohibir a Amor, pues domina por encima de
los demás dioses. También le recuerda al joven que también su propio padre, el
admirado Teseo, se sintió enamorado a la vez de dos hermanas, de ella y de
Ariadna.
Fedra cree que de haber aceptado Hipólito la relación, siendo madrastra e hijastro, y viviendo bajo el mismo techo, podrían haber mantenido su idilio oculto y libre para expresarse en público, ya que los demás hubieran tomado ese amor como el que se da entre una madre y su hijo. Hipólito, que no ha querido ni escucharla debido a la gran hostilidad que le provoca la situación, tiene ahora entre sus manos la carta póstuma de Fedra donde esta le declara abiertamente sus sentimientos y el modo en que se ha sentido dominada por esa poderosa deidad llamada Amor, cuyas órdenes no es posible desoír hasta el punto de dictarle incluso el redactado de la carta que hemos sintetizado. Seguir texto en el vídeo-podcast
https://www.youtube.com/watch?v=l6n8-If37ZI
@LaMemoriadeCaliope
Esta es una recopilación sintética de lo que significan las "Siete Artes Liberales" para la Masonería, esto es la Gramática, Retórica, Lógica, Aritmética, Geometría, Música y Astronomía.
Está síntesis simbólica y filosófica está realizada por
Albert G. Mackey's, un investigador masón, grado 33, en su diccionario enciclopédico
de la Francmasonería.
Para muchos esta recopilación está considerada como una de
las más rigurosas fuentes de información existentes sobre el tema.
Esta traducción fue realizada por Adara Mª Ariza Díaz para
"El Taller, Revista de Estudios Masónicos", dirigida por Francisco
Ariza y leída en una Logia Femenina que trabajó bajo los auspicios de la Gran
Logia Operativa Latina y Americana, de la que fue serenísimo Gran Maestre, Federico
González
El vídeo-podcast está editado por el canal de la Biblioteca Hermética y La Memoria de Calíope, al que les invitamos a suscribirse. @LaMemoriadeCaliope
Escribir sobre aquello que te hiere es una forma de
enfrentar el dolor y la dolencia que este provoca. Robert Burton escribió una
obra colosal, "Anatomía de la Melancolía" (1621), para huir la
ella. Buscó conocer sus fundamentos y
cómo esta tristeza es consubstancial, en grados diferentes, a todos los seres
humanos.
Su gran erudición, obtenida de los muchos libros que llegó a
leer en la gran biblioteca de la Universidad de Oxford de la que se ocupó
durante toda su vida, le llevaron a indagar en esa enfermedad o tristeza del
alma, esto es, en la depresión y la melancolía en general. En cómo aliviarla y
a veces curarla. Y lo hizo investigándola desde todos los puntos de vista,
científicos, médicos, neurológicos, ambientales y también filosóficos,
aportando una memoria de autores y citas de inabarcable ramificación que hace
de esta obra una de las más importantes de la literatura universal y un hito de
la cultura occidental.
Robert Burton, como decimos un bibliotecario siempre rodeado
de libros, tuvo noticia a través de ellos, de países lejanos, de
monumentos que él nunca llega a ver, y por ello sus conocimientos procedían de los
escritos y fotografías de los viajeros que los habían visitado, y por
consiguiente sus reflexiones, todas, giraban en torno a esos autores que
engrosaban las estanterías de esa inmensa biblioteca cuyos estantes sí conocía
a la perfección. Efectivamente estaban ordenados con miles de libros que al mismo tiempo que alimentaban su alma, la enfermaban
de nostalgia al punto de considerar que una triste dama, a la que llama
"mi señora melancolía", "mi egregia" o "mi genio
maligno" (Malus genius), lo había seducido, embargándolo hasta el punto de haber quebrantado su
salud,
"Escribo sobre la melancolía para mantenerme ocupado y
así evitar la melancolía"
En este podcast podéis escuchar un pequeñísimo fragmento de esta monumental obra:
"Los Placeres de la Danza", Andrea di Bonaiuto (1365). Capilla de los españoles en Santa Maria Novella. Florencia. |
A Guglielmo Ebreo (1420-1484) le debemos nada menos que el único tratado que sobre la danza existe: El Arte de danzar y dirigir conjuntos, donde cita a su maestro: Domenico de Piacenza, un pitagórico, quien fuera Maestro de Danza y de Ceremonias en Ferrara, con la familia d'Este. Por ello es a ambos a quienes se les considera responsables de haber elevado la danza a la categoría de Arte liberal, siendo además los inventores del oficio de coreógrafo y creadores del ballet. Y aunque es opinión generalizada que este baile es una danza francesa, en realidad es en Francia donde el ballet (de balletto) murió, y en su lugar emergió el edulcorado ballet actual, que se contradice totalmente con los principios de la danza enunciados por sus creadores, para quienes lo más importante es la armonía, y nunca la postura forzada y la contorsión corporal que no pueden formar parte de la esencia de la danza, ya que esta, según sus creadores, debe ser la expresión misma de la armonía cósmica, idea emanada de la filosofía platónica a través del círculo intelectual de Ficino.[1]
De Guglielmo Ebreo es De pratica seu arte tripudii vulgare opusculum (obra escrita hacia
1463), donde explica, por ejemplo, que el Balletto
in due o Ballo Amoroso, simboliza la concordia, por lo que
todos los movimientos y gestos deben ser mesurados, señalando que:
La virtud del danzante nace cuando
complementa los movimientos del cuerpo con los movimientos del espíritu, sea cual fuere la danza.
De pratica seu arte tripudii, Folio 21v |
Para este maestro el arte de la danza posee seis
reglas principales, a saber: medida o compás, memoria, división del espacio, ligereza o aire,
manera o estilo y finalmente la expresión corporal.
La importancia de la obra de Guglielmo se acentúa porque en ella recoge, junto a las suyas propias, coreografías de su maestro: Domenico de Piacenza. Dicha obra alcanzó una gran popularidad circulando por casi todas las Cortes italianas en copias manuscritas.
Del prestigio y fama de los que gozaron estos dos músicos y coreógrafos entre los intelectuales y nobles del Renacimiento, da testimonio el hecho de que ambos fueran condecorados como Caballeros de la Orden de la «Espuela de Oro», un título que se otorgaba a los príncipes y jefes de Estado. Guglielmo, por consejo de sus amigos hermetistas y para eludir las grandes suspicacias que comenzaron a suscitarse en Europa contra los judíos, se convirtió al catolicismo y de cara al exterior cambió su nombre por el de Giovanni Ambrosio.
Lo cierto es que, en cuanto a la danza se refiere, podemos decir que el movimiento humanista trasformó los bailes campesinos (que desaparecieron totalmente de la Corte junto a otros movimientos más estáticos de la danza medieval basados en las posturas de la esgrima) en bellas escenificaciones donde cobra protagonismo el compás, el ritmo, la memorización de los gestos y el número de los pasos, poniendo interés en no crear un estilo afectado, ni tampoco estridente.
Guglielmo habla de nueve normas naturales para la Danza que denomina: 'paso-simple', 'paso-doble', 'repetición', 'posición', 'reverencia', 'vuelta' y 'media-vuelta'. Todo ello aderezado por la gracia natural en el salto y la elevación. También menciona tres elementos accidentales, o artificiales: 'el estrechat', 'el paso corrido' y 'el cambio de pie'.
Es la dulce música o el canto lo que penetrando por el oido llega al corazón y de ahí mueve los pies y el resto del cuerpo. Así nace la danza.
De Guglielmo Ebreo es esta definición sobre la danza que tiene a la Música y el Canto como forma natural de inspiración:
La suave armonía del dulce canto
llega al oído y hasta el corazón,
de tal dulzura nace un vivo ardor
del cual surge la danza que tanto gusta
El granado es el árbol más bonito de mi jardín, y el que más
me recuerda al rico simbolismo que posee en nuestra cultura, asociado al mito
de las dos diosas Deméter, la diosa madre, y Perséfone, su joven hija,
identificada también con Afrodita. De hecho, la granada es un fruto
tradicionalmente presente, por un lado en los ritos matrimoniales, de ahí que
las novias en la antigua Roma adornaran su cabello con la flor del granado, y
por otro a los ritos funerarios de algunos pueblos del Mediterráneo antiguo.
Con el descenso de Perséfone al reino de Hades para dejarse amar
por el dios del inframundo, se une lo dulce con lo amargo, tal cual es el sabor
de la granada. El sacrificio de Perséfone, muriendo periódicamente por amor, es
idéntico al de la semilla que tras su muerte en las entrañas de la tierra renace
y vuelve con Deméter, la diosa del vestido verde, como planta llena de vida.
Todo ello es una evocación a los misterios del amor y de la muerte.
De esa asociación simbólica "los humanistas y maestros
herméticos del Renacimiento, que recogieron las enseñanzas de Platón y la
mitología órfica y greco-romana, hablaban de los misterios del Amor
identificándolos con los misterios de la muerte que son, al fin y al cabo, los
misterios de la iniciación, y explicaban que morir es ser amado por un dios, y
viceversa, que amar era morir y ser muerto por un dios. En realidad se trata de
un sacrificio (de un acto sagrado), pues no hay nacimiento a la realidad del
Espíritu, es decir al Conocimiento, sin que esto suponga una muerte o
superación de las limitaciones propias de lo humano".
Miguel Pselos, quien recibió el título de “cónsul de los
filósofos” es el máximo representante del Renacimiento Bizantino del siglo XI,
de ahí que su figura nos revela que el modelo renacentista que conocemos,
surgido en torno al humanismo de la Academia platónica de Florencia, tuvo su
antecedente siglos antes, época de la que en verdad procede nuestra herencia
cultural.
Pselos es autor de una inmensa y polifacética obra, pues su
versatilidad ha sido calificada de proverbial. Safo, los Himnos Órficos,
Platón, Plutarco u Homero son, entre otros, autores presentes en sus obras y en
sus célebres discursos pues, según se documenta, a sus clases asistían alumnos de
toda la tierra, celtas, persas, etíopes y egipcios.
En él siempre predominó un carácter didáctico y conciliador
ligado a la recuperación de la antigüedad clásica como ideal de formación para
el ser humano, sosteniendo la unidad del pensamiento griego y cristiano, cosa
que le trajo muchos problemas con la iglesia de su época.
Miguel Pselos es uno de los personajes que nos salieron al paso en nuestro paradigmático viaje a las islas Cícladas ya que estuvo residiendo un tiempo en Andros. Desde ese momento hemos tenido el privilegio de tratar en distintos lugares de su obra y de su figura.
Hoy me gustaría compartir con los interesados unos
párrafos de una de sus obras en la que trata de la actividad de los demonios (Perí
energeías daimónôn) donde acomete esa difícil tarea que es escribir acerca de estos, explicar qué significa verdaderamente esa energía y cómo reconocerla
en uno.
Esta obra, pretendiendo dar luz sobre esa clase de asuntos,
quedó en el oscurantismo hasta que Marsilio Ficino la tradujo moviendo con ella
las conciencias de muchos y provocando un enorme interés entre los más
relevantes pensadores, «amigos de Ficino en la Ciudad Celeste» como son
Cornelio Agrippa y Giordano Bruno, entre otros, que ampliaron y difundieron la
obra de Pselos. La fórmula literaria que escogió Pselos para hablar del demonio a sus contemporáneos es la de su maestro Platón, o sea, un diálogo, en este
caso entre Timeo y Tracio, dos personajes que encaran la cuestión.
“Hay seis clases de demonios en este mundo sublunar. El primero es el ígneo, el cual se mueve por el aire que está encima de nosotros; el segundo, también anda por el aire y le llaman aéreo; el tercero es terrestre; el cuarto es el acuático y marino; el quinto el subterráneo y el sexto, finalmente, es el llamado lucífugo. De las especies citadas, la acuática ahoga a los que van por las aguas; la subterránea y la lucífuga se introducen en las entrañas que producen asfixia, epilepsia e incluso demencia en los hombres; pero los aéreos y terrestres son los más temibles y astutos de todos, ya que buscan y engañan disimuladamente las mentes de los hombres, produciéndoles inusitados y crueles sufrimientos. Todas estas clases de demonios, odian a Dios y al hombre, ya que envidian la figura con que éste último ha sido honrado, de tal suerte que nada los satisface más como ver caer a éste en desvarío.
Tracio: Un demonio, en efecto, es una entidad espiritual que introduce ensoñaciones, pasiones, temores o deseos en nuestra alma.
Timeo: Pero ¿cómo y por medio de qué pueden hacer esto?
Tracio: Se acercan a nuestro espíritu imaginativo y, espíritus como son también ellos, nos susurran palabras sobre sensaciones y placeres, no con voces estridentes ni ruidosas, sino instiladas por ellos sin ruido alguno.
Timeo: Pero es imposible que puedan emitir palabras sin sonido alguno.
Tracio: No necesitan hacerlo, pues actúan directamente sobre el espíritu; cuando el que habla está muy lejos del que oye, precisa gritos muy fuertes; si está a su lado, le basta susurrar en su oído, y si de algún modo se le pudiera introducir en el espíritu del alma, no necesitaría ningún sonido".
Fragmento de mi libro: Viaje Mágico Hermético a Andros. Una Aventura Intelectual
Editado por SYMBOLOS
Imagen y fuente: Judas y Satanás (detalle). Benoist-Hermogast Molin (1880).
Dante meditando las palabras de Francesca. Joseph Noel Paton (1881-1901) |
Errantes e impelidas por el viento vagan las almas en el
segundo círculo del infierno. Allí encuentra Dante a Francesca de Rímini que cuenta
al poeta la conmovedora narración de su desgracia al haber abandonado la vida,
junto a su amante Paolo, hermano de su marido, a manos del esposo burlado.
Dante siente una gran compasión por las atormentadas almas
que allí se encuentran, pues todas ellas sufren el tremendo dolor de haber sido la
causa, por amor, de teñir de sangre el mundo.
Allí, entre otros, se encuentran Helena y Paris, causantes
de la cruenta guerra de Troya. También está Aquiles quien por amor a Briseida
volvió al combate causando la muerte al gran príncipe Héctor que nunca quiso la
contienda.
También está en ese círculo infernal Cleopatra, y Dido, reina de Cartago,
a quien la pasión amorosa hizo que se prendara de un hermoso cuerpo, lo cual
acabó llevándola al suicidio y a quebrantar la promesa hecha a las cenizas de
su esposo, el sacerdote Siqueo.
Apesadumbrado el poeta por el sufrimiento que padecen aquellas
almas se detiene ante Francesca quien, con tremenda congoja, agradece al poeta su
compasión e interés por todos los que allí purgan con el dolor el haberse visto arrastrados
por su pasión amorosa. La sombra de Francesca cuenta al poeta, mezclando el llanto a
las palabras, de qué modo cayó en las redes del amor
Fue un día en el que estaban ella y Paolo leyendo, por entretenimiento, las aventuras de amor entre Lancelot y Ginebra:
“aquella lectura –explica Francesca- hizo que nuestros ojos se buscaran muchas veces y que palideciera nuestro semblante; mas un solo pasaje fue el que decidió de nosotros. Cuando leímos que la deseada sonrisa de la amada fue interrumpida por un beso tembloroso en la boca: el libro y quien lo escribió fue para nosotros otro Galehaut [intermediario en los amoríos entre Lancelot y Ginebra]; aquel día ya no leímos más”.
Tras escuchar el relato rememorando aquel momento feliz que
les había llevado a la miseria, Dante siente tal sobrecogimiento que cae
desvanecido. Así lo cuenta el poeta:
“Mientras un alma decía esto, la otra lloraba de tal modo que, vencido por la piedad, me sentí desfallecer y caí como cae un cuerpo muerto”.
Episodio relatado en el canto V de la Divina Comedia
Francesca de Rimini y Paolo Malatesta. Jan Bogaerts (1878-1962) |
Ilustrar
una idea mediante una imagen, un animal, una planta, etc., es una cuestión que
podemos muy bien situar, como punto de partida, en los jeroglíficos egipcios, y
más concretamente en la revelación de su significado a partir de la explicación
que de ellos hizo Horapolo del Nilo, el último sacerdote del templo de Isis,
que lo dejó escrito en un manuscrito conservado durante siglos en Andros, una
pequeña isla de las Cícladas, en el mar Egeo.
Este
hallazgo, apenas inadvertido, entregado por el cartógrafo Buondelmonte a
Marsilio Ficino para su estudio, ha sido transcendental para nuestra cultura
dado que fue la base para que el francés Champollión pudiera descifrar la
Piedra de Rosetta y con ello los jeroglíficos egipcios.
Para los
hermetistas del Renacimiento el manuscrito de Horapolo dando a conocer lo que
los sacerdotes egipcios transmitían con imágenes, fue de una gran enseñanza
dado que les inspiró una manera de comunicar incluso lo incomunicable, pues
obtuvieron las claves para la creación de un metalenguaje capaz de leer las señales del Cosmos entero y aplicarlas a los conocimientos de
la alquimia humana.
Andrea
Alciato (1492-1550) y Michael Maier (1568-1622) son dos excelentes ejemplos, pues
ambos crearon muchos emblemas mediante ese metalenguaje alquímico que rompe
cualquier barrera idiomática y que por lo tanto porta toda la fuerza de
transmisión de un mensaje directo al alma de cualquier persona que penetre en ellos.
La
“emblemática alquímica”, como forma de lenguaje, despierta la inteligencia y
muestra, a través de la analogía, las ideas-fuerza y los arquetipos que operan
en nuestra conciencia del mismo modo que lo hacen en los metales, minerales,
las plantas o los animales.
Es por
ello que la emblemática alquímica forma parte del proceso de la iniciación para
quienes están realizando un viaje interior y han penetrado, por propia
decisión, en la caverna-matriz de su corazón con la resuelta intención de
engendrarse a sí mismos.
Por
consiguiente la ciencia en la que se basan los emblemas alquímicos es, para quienes
desean fervientemente conocer la naturaleza de su propia alma y buscan la
verdad de su ser, un medio que les permite gozar de una perspectiva del mundo amplificada, por elevación, lo cual puede ser equiparado, efectivamente, a un “nuevo
nacimiento”, pues no otra cosa es la iniciación a los misterios sino una
oportunidad de encontrar una manera casi mágica de descubrir el mundo a través
de los símbolos, que serán la guía y el
modelo que se reflejará en nuestro pensamiento y en las acciones y hechos de
nuestra vida cotidiana.
***
Ilustración: "Serie Teatro Hermético de la Memoria" Nº 69 y 5. Inspirada en el Teatro de la Memoria de Federico González Frías, del que
formamos parte.