Un amigo
que conoce bien los caminos y los montes se ofrece a guiar a Tobías,
un joven judío de la tribu de Neftalí, noble y lleno de fe, que se dirige a la ciudad
de Ragués de Media donde su padre, ciego desde hace años, le ha mandado para
cobrar un capital que tiene allí depositado.
Este amigo, que se acompaña de un perro
fiel, conoce bien el alma del joven y sus sueños de hallar a una compañera con
la que compartir su vida, por eso durante el viaje le habla de Sara, hija de
Raquel, una joven que vive en la ciudad a la que se dirigen. Sara no solo pertenece
a una honorable familia, sino que es bonita, inteligente y valerosa, por lo que
Tobías, tras escuchar atento al amigo hablar de ella, ansioso está por conocerla, pues ya siente haberse enamorado de aquella tan virtuosa joven.
Pero pronto el amigo le descubre que hay
en ella una gran dificultad, y es que la joven tiene un pretendiente fatal, el
demonio Asmodeo que cada vez que Sara contrae matrimonio mata al marido
durante la noche de bodas. Así ha llegado a matar a siete esposos.
Durante el trayecto los dos amigos se
detienen a descansar a la orilla del río Tigris. De repente, un enorme pez salta
del agua e intenta arrastrar al joven Tobías hacia el caudal de aguas, y a
punto está de conseguirlo si no es porque el joven, obedeciendo a su compañero
de viaje, agarra con fuerza al pez hasta sacarlo fuera del agua.
Seguidamente el amigo guía le da al
muchacho la siguiente instrucción:
"Tobías
abre ese pez y sácale el corazón, el hígado y la hiel. Luego pide matrimonio a
Sara y cásate con ella. Una vez ambos en la alcoba nupcial echa sobre el
quemador de perfumes el corazón y el hígado. Eso ahuyentará al demonio para
siempre, y en cuanto a la hiel guárdala, pues es un buen medicamento".
Una vez alcanzada la ciudad, y ya ante
la presencia de Sara, Tobías queda subyugado por la belleza de la joven y lo
mismo le sucede a ella, por lo que pronto ambos jóvenes, siguiendo el ritual
judío, se desposan.
Finalizada la ceremonia, y antes de
llegar al tálamo nupcial, Tobías hace todo cuanto le dijo su compañero de
viaje. Y así fue como pudeiron aparecer juntos y abrazados en su
primer amanecer como esposos. Asmodeo ya había desaparecido de sus vidas.
Pronto todos emprendieron el viaje de
regreso, en este caso acompañados también de Sara
y portando la plata que Tobías había recobrado. Y no solo eso, sino que también iban provistos de una rica dote de la esposa. Ya a punto de llegar a la
aldea el amigo guía vuelve a dar instrucciones a Tobías:
"Adelántate y ve hasta
tu padre. Toma la hiel que guardaste y frótasela en los ojos"
Raudo, Tobías hace todo lo que le indica
el amigo consiguiendo devolverle la vista al padre quien puede ver el regreso
del hijo y de su linda esposa, así como la caravana de animales y objetos que
portaban para su nueva vida.
Tobías cuenta a su padre todo lo
sucedido durante su viaje y este, después de oír el relato, decide que deben
entregar la mitad de todos los bienes que poseen a aquel desconocido de aspecto
sencillo acompañado de su fiel perro, un joven corriente que sin embargo tanta
alegría les había dado.
Y cuando le preguntan:
"¿Quién eres?"
Este responde:
"Yo soy Rafael, que significa medicina de Dios, uno de los siete
ángeles que están en la Gloria de Dios encargado de llevar sus mensajes a los
hombres"
Y antes de que lo advirtiesen, Rafael ya había desaparecido.
La historia de Tobías es de las más bellas que pueden leerse en la Biblia y constituye un compendio de la cosmogonía hebrea y de los nombres y números asociados al lenguaje simbólico de la jerarquía angélica. Un relato simbólico cuya enseñanza nos muestra que los contrarios pueden resolverse en complemetarios, como los distintos brazos de la cruz se concilian en el centro de la misma. Aquello que ahuyenta a Asmodeo es también lo que cura la ceguera, lo cual se resume en aquella expresión alquímica que dice que “la ciencia de los venenos es también la ciencia de los remedios”. Mª Ángeles Díaz
Serie: Teatro Hermético de la Memoria nº 71. Basada en el Teatro de la Memoria de Federico González Frías.
La pintura de nuestro actual escenario es de Francesco Botticini (Florencia,
1446-1497).
Arcángel
San Rafael. Bartolomé Román. Pintor español, nacido en Montoro. Córdoba (1587-1647). Ciudad de la que este arcángel es patrón.