Tal y como quedó anunciado en un post anterior, anoto aquí un fragmento de la segunda conferencia sobre el Simbolismo del Carnaval, ambas pronunciadas el 29 de Enero pasado en el Centro de Estudios de Simbología de Barcelona, en este caso de Ana Contreras.
Combate entre el Carnaval y la Cuaresma, obra de Pieter Brueghel (1525-1569)
En este estudio queremos ir más allá de la lectura literal o alegórica, y comprender los principios metafísicos que se plasman pictóricamente en este cuadro de Brueghel el Viejo que, con un lenguaje simple y didáctico al alcance del profano, pero sobre todo, como verdadero artista, integrando las actividades humanas dentro de un enfoque cósmico de la Naturaleza, pretende despertar nuestra conciencia, rescatando una perspectiva simbólica y por tanto universal.
Este cuadro de Pieter Bruegel el Viejo, pintor flamenco nacido en Breda, Países Bajos, entre 1525 y 1530, se titula " La riña entre el Carnaval y la Cuaresma", o también "Combate entre el Carnaval y la Cuaresma", y fue pintado en 1559. Se conserva en el Museo de Historia del Arte de Viena.
La comprensión del cuadro está relacionada con su composición, cuya superposición de estructuras complementarias entre sí relatan toda una cosmogonía. Sus partes reflejan el todo y constituyen pequeños mundos interdependientes en los que se desarrollan escenas llenas de significado que el pintor ha escogido para transmitir un mensaje que va mucho más allá de las múltiples interpretaciones que se le han atribuido, como por ejemplo la de una recreación del calendario religioso, haciendo corresponder a los concurrentes al Carnaval con los Protestantes y a los de la Cuaresma con los Católicos.
El autor propone claramente el viaje iniciático ayudándose de tres símbolos claros. En primer lugar el bufón, que como ser camaleónico por excelencia, adopta en este caso un papel axial y muy mercurial, de guía o psicopompos, encarnando el hilo de Ariadna, la Tradición. A continuación la pareja, que ya no da vueltas como el resto de los participantes, sino que se encuentra atravesando el cuadro por el eje, simbolizando así la Iniciación, y por último el pozo, que en este caso nos sugiere el acrónimo V.I.T.R.I.O.L., "Visita el interior de la tierra y rectificando encontrarás la piedra oculta".
Y antes de volver a la forma cuadrada del pozo en la que reconocemos claramente el cuaternario y con él el número cuatro, vamos a ver que se hace alusión por lo menos a los cinco primeros números.
Obviamente, el uno viene representado por el centro del cuadro, el pozo, punto alrededor del cual todo gira, pero también por el propio cuadro en su totalidad, como cosmos en sí, ya que el uno es lo más pequeño y a la vez lo más grande, es decir que la unidad, al mismo tiempo que es contenida en todo, lo contiene todo.
Obviamente, el uno viene representado por el centro del cuadro, el pozo, punto alrededor del cual todo gira, pero también por el propio cuadro en su totalidad, como cosmos en sí, ya que el uno es lo más pequeño y a la vez lo más grande, es decir que la unidad, al mismo tiempo que es contenida en todo, lo contiene todo.
El dos aparece expresado por las dos polaridades, orden-desorden, Bien-Mal, figuradas por el Carnaval y la Cuaresma, aunque de hecho, el pintor expresa continuamente la dualidad en multitud de escenas dentro de cada uno de ellos, con lo que cada escena se desdoblaría a su vez en dos, con lo que también se refiere a que todo lo creado tiene una cara luminosa y una cara oscura.
En la instantánea se ve a Ana Contreras en un momento de su exposición, explicando el sentido simbólico del cuadro de Bruegel a la luz del Arbol de la Vida de la Cábala.
En cuanto al tres, vemos un triángulo formado por la polea del pozo como vértice superior, la Cuaresma como vértice inferior derecho y el Carnaval como vértice inferior izquierdo. Bruegel aprovecha la ocasión para hacer una alusión al simbolismo alquímico: la base de color negro sobre la que se desplaza el Carnaval alude al Mercurio, mientras la base de color rojo de la Cuaresma representaría el Azufre. Curiosamente se invierten las correspondencias de uno y otro en un diseño arlequinado (sobre lo cual volveremos más adelante). Así el triángulo formado representaría los tres principios de la Alquimia: el Azufre, el Mercurio y la Sal, y que coincide con las tres columnas del Árbol de la Vida Cabalístico, a saber, el Azufre con la columna de la Gracia o Misericordia, que representaría el Carnaval, la Caída, el desorden o el Mal; el Mercurio con la columna del Rigor o la Forma, que representaría la Cuaresma y por tanto el retorno del Alma a su origen, la vuelta al orden; quedando la Sal simbolizada por la columna del Equilibrio, símbolo del Eje, representada por el pozo y su polea. (Leer el artículo completo)
En cuanto al tres, vemos un triángulo formado por la polea del pozo como vértice superior, la Cuaresma como vértice inferior derecho y el Carnaval como vértice inferior izquierdo. Bruegel aprovecha la ocasión para hacer una alusión al simbolismo alquímico: la base de color negro sobre la que se desplaza el Carnaval alude al Mercurio, mientras la base de color rojo de la Cuaresma representaría el Azufre. Curiosamente se invierten las correspondencias de uno y otro en un diseño arlequinado (sobre lo cual volveremos más adelante). Así el triángulo formado representaría los tres principios de la Alquimia: el Azufre, el Mercurio y la Sal, y que coincide con las tres columnas del Árbol de la Vida Cabalístico, a saber, el Azufre con la columna de la Gracia o Misericordia, que representaría el Carnaval, la Caída, el desorden o el Mal; el Mercurio con la columna del Rigor o la Forma, que representaría la Cuaresma y por tanto el retorno del Alma a su origen, la vuelta al orden; quedando la Sal simbolizada por la columna del Equilibrio, símbolo del Eje, representada por el pozo y su polea. (Leer el artículo completo)
Núria, blogger de Desde mi Ventana