Estos son los primeros cinco episodios del estudio que sobre las Heroidas
de Ovidio vengo haciendo. Son vídeos-podcast que pueden verse u oírse en la
siguiente dirección del canal de video-Arte documental que realizo junto a
Francisco Ariza. Gracias a todos los amigos y suscriptores del canal.
Segundo Episodio de la Serie (Texto, Vídeo y Podcast)
La imagen que del mito de Penélope nos
hemos forjado procede de la poesía épica de Homero quien nos la describe como una
fiel y leal esposa que durante los cuatro lustros que duró la ausencia de
Ulises (Odiseo) por causa de la guerra de Troya se mantuvo firme a la espera
del regreso del esposo, siendo capaz de mantener su matrimonio y su hacienda
con gran astucia empleándose en el ardid de “tejer y destejer” una prenda para
continuar eludiendo a sus pretendientes y a los que creyéndola ya viuda tenían sobre
ella derecho de rescate, es decir derecho a reclamar las posesiones de un
difunto por vía matrimonial, y a permanecer en la hacienda que reclamaban hasta
recibir una respuesta de la viuda. Penélope, sin embargo, que nunca aceptó que
Ulises estuviera muerto a pesar de los años de ausencia, consiguió mantener a
sus pretendientes en permanente espera prometiendo que elegiría como marido a
uno de ellos cuando terminara su labor en el telar, una labor que realizaba de
día y deshacía de noche. Y es que Penélope nunca perdió la esperanza de que
Ulises, su esposo, hijo de Laerte, rey de la isla de Ítaca y padre de su hijo
Telémaco, estuviera vivo y que algún día regresaría de aquel viaje que
emprendió con destino a Troya para participar en la tan famosa contienda con la
que los griegos vengaron la afrenta hecha por Paris a Menelao, rey de Esparta
micénica, robándole a su esposa Helena.
Homero nos muestra con este mito de Penélope,
la que deshace de noche lo que construye de día, vestigios de la era matriarcal
de nuestra civilización y de los ritos ctonicos de la Diosa Madre, Deméter, la que
da la vida y la quita. Hace y deshace para mantener el equilibrio. En este
sentido el símbolo de Penélope guarda relación con el mito de Ocnos, el soguero
que trenza una soga afanosamente sin reparar en que su asna está, en el otro
extremo, comiéndose su labor.
Para Plutarco este símbolo indica la
incapacidad que tienen algunos para entrelazar el presente con el pasado. Ortega
y Gaset, quien llama a Penélope la “Tejedora conyugal”, siguiendo los estudios de J. J. Bachofen, sintetiza brillantemente
este mito en su ensayo titulado justamente “Oknos. El soguero[1]”
donde escribe:
“Lo que Oknos laborioso trenza, el
asna lo va anulando. Representa este animal el poder destructor necesario al
ritmo de la Gran Madre. Una creación lograda y perfecta detendría el proceso:
es menester que colabore la potencia enemiga, la energía destructora. El trozo
de soga que hay entre las manos del soguero y el belfo de la bestia es breve
jornada de la existencia que se abre entre el poder de hacer y el de deshacer,
ambos eviternos. (…) La esposa de Ulises desteje cada noche lo tejido durante
el día para que la tarea sea perdurable. Penélope es una última
modulación del mito ctónico: también ella estaba quieta e hilando”
Ocnos el Soguero
El mito de Penélope nos muestra la
pervivencia de la cultura matriarcal, cultura hembra, lunar, telúrica con
dioses subterráneos, que va al encuentro de un ciclo nuevo, solar y luminoso
representado por dioses como Apolo o Zeus. Lo que salva esta tejedora conyugal con
su fidelidad, simboliza el abrazo amoroso entre dos culturas opuestas, una
femenina, cuyo ciclo se extinguía, y otra masculina que nacía fulgurante con
todos los dioses solares.
La narración con la que Homero viste
este mito da cuenta que una vez conseguida la victoria y arrasada Troya no todos
los supervivientes regresaron a sus patrias, sino que algunos perecieron en el
camino al hundirse sus naves o ser atrapados en corrientes tenebrosas. Otros,
caso de Ulises, extraviaron el rumbo de vuelta a Ítaca permaneciendo durante
diez años perdido en desconocidas islas y procelosas aguas.
Son varias las mujeres del relato de
la Ilíada y la Odisea que detestaban a Helena y Paris, es el caso de Penélope,
pues por causa de la infidelidad de ambos ellas sufren la ausencia de sus
compañeros teniendo que dejar por años su vida en suspenso.
Penélope, prima de Helena de Troya, era
hija de una ninfa náyade y del rey Ícaro, de Esparta micénica, una “mujer
irreprochable”, nos dice Homero, que durante esa larga ausencia perseveró con
firmeza y lealtad matrimonial esperando que Ulises al fin volviera o que
alguien le diera cuentas de él. Por eso iba todos los días al encuentro de los
barcos que llegaban a sus costas para preguntar a los tripulantes si alguien
podía darle alguna noticia de Ulises. Así supo de sus valerosas hazañas y
también pudo comprobar que nadie lo había visto muerto lo cual aumentaba su
esperanza. De ahí que cada vez que una nave zarpaba, ella entregaba a la
tripulación una carta para Ulises, solicitando que si en algún momento alguien
lo encontraba ésta le fuera entregada. Una de esas misivas es la que nos ofrece
Ovidio y que a continuación nosotros extractamos. En ella Penélope cuenta, desde su propia perspectiva, lo
que para ella supuso la guerra de Troya lamentándose de que Paris no hubiese
muerto antes de provocar tantas desgracias. Y es evidente que
Concluyendo
el mito y la leyenda tradicional no necesitan de invenciones argumentales sino
que, tal y como demuestra Ovidio con su obra original, lo que al rapsoda
corresponde hacer es vivificar y actualizar su mensaje para que su enseñanza
arquetípica siga llegando al corazón de sus contemporáneos. Eso pretendía
Ovidio al poner esta carta a Ulises en el cálamo de su esposa Penélope que en
sus principales párrafos dice así:.
[1]Artículo publicado
originalmente en la Revista de Occidente, 1923
Próximamente PDF del cuaderno en la Bibliotecahermética.com
"Esta carta, Ulises, la envía Penélope a tu tardanza. No me contestes; sino
mejor, ven en persona. (…)
Yace en ruinas Troya, aborrecida, con razón de las mujeres dánaas[1]
(…) ¡Ay! Ojalá entonces, cuando navegaba a Lacedemonia, se hubieran tragado las
enfurecidas aguas al adúltero[2].
No hubiese dormido yo sin tu calor en un lecho vacío (…)
¿Cuándo no he temido yo peligros más graves que los reales? Cosa henchida
de angustiado recelo es el amor. Contra ti me imaginaba que se disponían a
enfrentarse temibles troyanos. Con sólo nombrar a Héctor[3] me ponía lívida (…)
Cualquiera que gira en estas riberas[4] su viajera popa, no se
marcha sin haberle preguntado yo muchas cosas de ti; y para que te la entregue,
si alguna vez te viere, le confío una carta escrita por mi mano. (…) ¿Qué
tierras habitas, en dónde prolongas tu ausencia? (…)
Mi padre Icaro me obliga a abandonar la viudez de mi lecho y censura sin
cesar tu infinita tardanza. ¡Que censure mientras pueda! Tuya soy: que tuya me
llamen todos es menester, Penélope, esposa siempre de Ulises seré. (…)
Y yo no tengo fuerzas para arrojar a los enemigos de mi casa[5].
¡Ven pronto tú, puerto y altar para los tuyos! Tú tienes, y que lo sigas
teniendo pido, un hijo[6],
que en sus tiernos años debía ser educado en las artes de su padre. (…)
Y es cierto que yo, que al marcharte tú era una muchacha, por pronto que
vuelvas, pareceré una anciana".
[1] Dánaos es uno de los
nombres utilizados en la Odisea y en
la Ilíada para identificar a los
griegos. Otro término es aqueos.
[2] Se refiere a Paris, como
se sabe casado con Enone, una ninfa de los ríos.
[3]
Héctor era hermano de Paris y conocido como el “domador de caballos”. Se trata
de uno de los principales personajes del poema homérico de la Ilíada. Fue el comandante que dirigió la
defensa de la ciudad troyana frente a los aqueos, en esa guerra en la que no
estuvo de acuerdo, pues entendía que esa disputa concernía únicamente a Paris
que era quien debía enfrentarse a Menelao. Héctor finalmente murió a manos de
Aquiles.
[4]
Ítaca, pequeña isla griega del mar Jónico perteneciente al grupo de las islas
Jónicas.
[5] Los
pretendientes tenían derecho a permanecer en la casa de Ulises, al que
consideraban difunto, comiendo y bebiendo a la espera de que Penélope se
decidiera por uno de ellos.
[6]
Telémaco, que era un niño pequeño cuando su padre partió para regresar veinte
años después.
Este es el primer episodio de una serie de videos y texto sobre " Las Heroidas" de Ovidio, que iré publicando hasta completar la cadena que conforman todas las cartas de estos personajes, tanto en vídeos y podcast así como en texto PDF dentro de "Cuadernos de la Tradición Unánime. La Memoria de Calíope", todo lo cual quedará depositado en la página de la Biblioteca Hermética.com:
https://www.bibliotecahermetica.com/
Espero que disfrutéis con este trabajo tanto como lo he hecho yo al estudiarlo y recrearlo. Os espero en los próximos episodios que dedicaremos a cada una de las Heroidas.
"La última mirada de Hero" es el título deestapintura de Frederic Leigthon (1880), donde se nos muestra a Hero esperando ansiosamente a Leandro que se retrasa durante la tormenta.
Hero y
Leandro son una pareja de enamorados que viven en dos ciudades distintas, Sesto y Abido, separadas por el mar Helesponto (actual estrecho de Dardanelos, entre Asia y Europa). En realidad un brazo de mar que divide dos mundos lo cual agrava la dificultad en la que se desarrolla la relación de la pareja, cuya historia forma parte de un arquetipo humano relacionado con el despertar de la sexualidad.
Se trata del amor adolescente, indómito y arrollador, tal cual las propias fuerzas desatadas del Universo, reflejadas en dos jóvenes que se enamoran durante las fiestas en honor a Afrodita, de cuyo templo la
muchacha es sacerdotisa. Desde ese momento, y dada la rivalidad que existe entre sus familias, ambos jóvenes deciden mantener su amor en secretoy ocultos sus ardorosos
encuentros los cuales se producen cada noche en el faro de Sesto, la ciudad donde vive la joven, tras cruzar Leandro a nado
el Helesponto desde la ribera opuesta al estrecho, en la ciudad de Abido.
Tan apasionado e irrefrenable es el amor que ambos
sienten que ni las mismas fuerzas de la naturaleza le suponen al joven un
obstáculo insuperable para reunirse con Hero que ansiosa le espera cada noche en la torre, donde enciende una antorcha con la que guía hasta ella al amante.
Efectivamente, todas las noches, cuando el sol ocultaba sus rayos
y la luna lo sustituía en el amplio cielo, Leandro deja sus ropas en la arena seca de la
orilla y se lanza a las aguas en busca de Hero quien solícita le aguarda en la
otra orilla.
Tras el verano en el que comenzó este idilio adolescente, el Helesponto se
volvió tempestuoso hasta el punto de que el fuerte oleaje impidió al amante cruzar durante siete noches seguidas el estrecho. Tal era su ansía acumulada que ni la tormenta provocada por Bóreas pudo al fin disuadirlo de atreverse a vencer el temporal y cubrir nuevamente a nado la distancia que les mantenía separados. Pero el infortunio vino, aquella noche fatídica,a poner freno a esa pasión de amor juvenil ya que el fuerte vendaval apagó la
luz que desde la torre guiaba a Leandro que extraviado y exhausto no consigue llegar y muere, siendo su cuerpo arrojado por las olas a la playa donde al encontrarlo Hero también cae muerta de dolor.
Virgilio es
una de las fuentes que mejor relata este drama juvenil dando detalles de la fuerza irreprimible que posee el despertar sexual en la adolescencia ejemplarizado en este relato simbólico del nadador y la sacerdotisa de Afrodita. También nos habla de ellos Ovidio en sus Heroidas, así como Museo
y otros autores clásicos llegando el eco de este mito hasta la Edad Media a través de Alfonso X el Sabio quien resumió la leyenda de Leandro
y Hero en su obra historiográfica titulada General Estoria. Mª Ángeles Díaz
Imagen creativa: Serie Teatro Hermético de la Memoria 53
Fresco de Pompeya. Representación de Hele y Frixo sobre el carnero dorado
El Estrecho de Dardanelos está ubicado entre Europa y Asia comunicando el mar Egeo con el mar de Mármara. Este estrecho antiguamente llevaba el nombre de 'Helesponto' o 'Mar de Hele'. El origen de este nombre y su relación con el mito del Vellocino de Oro, lo explica la siguiente leyenda:
Narra la Tradición que Atamante, hijo del dios Viento y rey de una ciudad griega situada al oeste de Beocia, estaba casado con Néfele, la diosa de las nubes con la que compartía dos hijos gemelos, chico y chica, de nombres Frixo y Hele.
Eran aún niños cuando Atamante se enamoró de Ino, hija del rey de Cadmo, fundador de Tebas, repudiando a Néfele.
La
nueva esposa no quería a sus hijastros e ideó un plan para acabar con ellos. Primero mandó tostar granos de trigo que luego hizo sembrar. Naturalmente, cuando llegó la época nada brotó por lo que una gran hambruna se cernió sobre la ciudad. El rey mandó consultar al Oráculo de Delfos, que como se sabe está en el templo de Apolo. Pero al volver los emisarios Ino los interceptó, transmitiéndole a su esposo que estos le habían comunicado que el dios le pedía realizar una gran ofrenda. Ino persuadió a su esposo de que aquella demanda requería un gran sacrificio y ese sacrificio debía ser la muerte de uno de sus gemelos, el muchacho, o sea Frixo.
Atamante a pesar de su dolor decide llevarlo a cabo, pero enterada Néfele pide ayuda a Hermes y éste, poco antes de que se produzca el sacrificio, manda a los hermanos un carnero alado con vellón de oro, en el que los niños pudieran huir volando sobre el mar. Sin embargo ocurrió que durante la huida Hele cayó
del lomo del animal, ahogándose en el mar, que desde entonces lleva su nombre, 'Helesponto' o 'Mar de Hele', como decimos actual estrecho de Dardanelos.
Su
hermano Frixo, no obstante, consiguió llegar a la Cólquida, ciudad comparada a Jerusalén, donde sacrificó el carnero en el
templo de Marte, lugar donde se conservó su dorada piel que, según la leyenda, daba
prosperidad a quien la poseía. Por ello, y tras haber caído tiempo después en manos de Eetes, un rey que no la merecía, los Argonautas, con Jasón como capitán, pretendieron conquistarla, cosa que consiguieron con la ayuda de la maga Medea, hija de aquel rey, con la que Jasón se casó (lejos estaba aún la tragedia que una vez roto este matrimonio, ambos vivirían). En aquella expedición de la nave Argos, también estuvieron personajes tan destacados como Orfeo, Cástor y Pólux, Ajax, Pele y otros muchos. Nota: En 1430 el Vellocino de Oro fue escogido como símbolo de condecoración de la Orden de Caballería del Toisón de Oro, cuyo sentido verdadero está imbricado con el simbolismo alquímico y con aquel Tesoro espiritual que pretenden recuperar todos aquellos que han advertido su pérdida.En realidad la simbólica del Toisón reúne elementos de la tradición clásica, el hermetismo y el judeo-cristianismo.
Más sobre sobre el tema: EL TOISON DE ORO http://dmiventana.blogspot.com/2012/02/la-orden-del-toison-de-oro.html
Queridos amigos: El próximo miércoles, día de Mercurio, estamos convocados en el palacio de Viana, en la entrada a los jardines. Allí hablaremos de algunos episodios de la Eneida y la Odisea que tienen que ver con el origen de nuestra Cultura, es decir con el origen de nuestro pensamiento, pues como Federico González nos ha dicho siempre, "revivir la Cultura es actualizarla. Hemos de ir a la Cultura".
Nuestra bibliografía recomendada: Introducción a la Ciencia Sagrada Programa Agartha. Symbolos 25-26 (2003) y también en internet. Aquí pueden verse también algunos capítulos de mi estudio sobre las Heroidas de Ovidio: http://angeladiazk.blogspot.com/2017/12/heroidas-de-ovidio-episodios-miticos.html Ampliaremos la bibliografía con vuestras aportaciones. Como siempre nos acompañaran las diosas de la Memoria y en especial Calíope, nuestra patrocinadora.