Magdalena Leggente, atribuido a Leonardo da Vinci
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A veces nos olvidamos de que Jesús era un sabio rabino y
María Magdalena su discípula, como lo eran los demás apóstoles entre los que
debemos incluirla. El pensamiento tradicional, o mejor el saber tradicional e
iniciático siempre ha tenido clara la idea de que María, la Magdalena, fue una
mujer aplicada al estudio que llegó por esa vía al corazón de Cristo, lo que equivale
decir al centro de su Enseñanza. Y él, por ese amor que ella le profesaba, la hizo pasar de su condición de viviente
para vivir en el espíritu. La mujer
alumbrada o fecundada por el intelecto.
Magdalena Leggente. Rogier van der Weyden, 1435-1438
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Fue su compañera hasta la cruz, junto con María, madre de
Jesús y Juan Evangelista. Podríamos
decir que para el ciclo cristiano de la civilización Occidental surgida para
revitalizar el Sacro Imperio Romano, la mujer intelectual nace con la
Magdalena, que para nuestro tiempo viene a constituirse en un mito fundacional
que a través del espíritu evangélico de Cristo embargó el corazón de muchos
personajes cuya sangre hirvió como lava purificadora creando esa corriente. Esta
es la razón de que los artistas y a veces las propias mujeres que se
identificaban con ese mito femenino, pintaran o se hicieran retratar (caso de
Isabel d’Este, Vittoria Colonna o Giulia Gonzága) como una “Magdalena Leggente” o “Mater Virgin”, la materia virgen o tierra no
labrada dispuesta a ser fecundada por el espíritu viril del mito viviente
y por consiguiente libre de una estructura eclesiástica o cualquier otra que aprisione el alma. M.A.D.