La Divina Proporción, es una obra del matemático hermetista Luca
Pacioli, con ilustraciones de Leonardo da Vinci, pues ambos eran buenos amigos y
participaban de una misma forma de contemplar el mundo.
Luca Pacioli, cuando presentó el libro en la Corte de
Ludovico Sforza, en Milán, explicó que el motivo que le había llevado a dar
dicho título a su tratado se debía a las numerosas correspondencias de
semejanza entre dicha proporción y Dios mismo. Y como ejemplo de ello resumió
para su audiencia cuatro de esas correspondencias comenzando por la unidad:
La primera es que ella es una sola y no más, y no es posible
asignarle otras especies ni diferencias. Y dicha unidad es el supremo epíteto
de Dios mismo, según toda escuela teológica y también filosófica.
La segunda correspondencia es la de la Santa Trinidad, es
decir, que, así como in divinis hay una misma sustancia entre tres personas
–Padre, Hijo y Espíritu Santo–, de igual modo una misma proporción se
encontrará siempre entre tres términos, y nunca de más o de menos, como se
dirá.
La tercera correspondencia es que, así como Dios no se puede
propiamente definir ni puede darse a entender a nosotros mediante palabras,
nuestra proporción no puede nunca determinarse con un número inteligible ni
expresarse mediante cantidad racional alguna, sino que siempre es oculta y
secreta y es llamada irracional por los matemáticos.
La cuarta correspondencia consiste en que, así como Dios
nunca puede cambiar y está en todo, Él en todo y todo en todas partes, de igual
modo nuestra proporción es siempre, en toda cantidad continua y discreta,
grande o pequeña, la misma y siempre invariable, y de ninguna manera puede
cambiar ni de otro modo puede aprehenderla el intelecto, como nuestra
explicación demostrará.
Pacioli transmite, con su Divina Proporción, un legado
fundamental que consiste en una visión sobre las cosas, es decir, una
«perspectiva» de la Filosofía Perenne consignada a través del número y la
matemática.
Federico González, quien nos sigue conduciendo y haciéndonos
comprender en qué consiste esta línea hereditaria, nos dice ahora:
Las fuentes, o el legado recibido por Pacioli, se deben
fundamentalmente al Timeo de Platón –como él mismo lo dice, y donde encuentra
expresada la «división de un segmento en media y extrema razón»–, los Elementos
de Euclides (en cuya proporción VI-XXX se encuentra su formulación, que él en
su texto repite), los cuales tradujo y publicó en Venecia en 1509; también la
Arquitectura de Vitruvio y la influencia del neoplatonismo de la academia
florentina, y desde luego el propio Pitágoras.
Es evidente que Leonardo da Vinci y Luca Pacioli amaban las
matemáticas y admiraban la máquina celeste, el macrocosmos reflejado en el
microcosmos. Sobre los desarrollos de los sesenta dibujos de los cuerpos
regulares que Leonardo realizó para la Divina Proporción, Pacioli, en una
epístola de 1509, escribe a Pietro Soderini lo siguiente:
“Incluí en él esquemas hechos por la mano de nuestro
Leonardo da Vinci, para serlo más instructivo a la vista”.
En la Divina Proporción se explora la vía matemática del
intelecto y por ello en su discurso ante el Moro, una vez expuesto el porqué
del título de su obra, Pacioli se vincula a Platón, a Euclides, a Nicolás de
Cusa, a Vitruvio, a Boecio y por supuesto al propio Leonardo, al que se refiere
de forma amistosa como «su compatriota florentino».
A Pacioli se le revela la Cosmogonía y el Orden Universal a
través del número, los pesos y las medidas, y así lo comprende Leonardo. Por eso, como señala Federico, al
abordar el tratado sobre las matemáticas de Pacioli, se ve que:
Su Divina Proporción es una utopía que se da a conocer
mediante la expresión matemática, y por lo tanto una de las más claras en su
exposición de la visión esotérica-hermética en la que el hombre como
microcosmos está integrado en la creación y constituye todo un orden armónico,
de arquitectura matemática (y musical). De esta manera es como a Pacioli se le
revelan las formas cosmogónicas, puesto que el interés que había desarrollado
por este modo del intelecto le había hecho, por ello, el matemático más
destacado de su tiempo, y teniendo en cuenta que en su discurso al duque
presenta a la divina proporción poco menos que como magia, lo cual involucra a
toda la matemática y a todas las proporciones ya que esta ciencia enseñada en
sus libros se transforma en teúrgia como debía suceder en vivo y directo desde
la época en que la entregara al Moro. En verdad su libro puede verse también como un tratado de
matemática, y de hecho de arquitectura. En la voz de su autor: 'Como se ha dicho, las ciencias y disciplinas matemáticas se
encuentran en el primer grado de la certeza y las siguen todas las ciencias
naturales; y sin el conocimiento de aquéllas se hace imposible entender bien
ninguna otra ciencia. Igualmente está escrito en la sabiduría que omnia consistunt in numero, pondere et
mensura, es decir, que todo aquello que se encuentra distribuido por el
universo inferior y superior se reduce necesariamente a número, peso y medida'. (Facebook de la Autora)
Viaje Mágico Hermético a Andros. Una Aventura Intelectual
Mª Ángeles Díaz
SYMBOLOS, Octubre, 2014
ISBN: 978-84-617 - 1445-2
ISSN 1562-9910