sábado, 29 de mayo de 2021

ATENEA EXPULSANDO LOS VICIOS DEL JARDÍN DEL EDEN


“Atenea expulsando los vicios del jardín del Edén” o “El triunfo de la virtud”, es el nombre con el que se conoce este cuadro que Andrea Mantegna pintó a pedido de Isabel d’Este para que formara parte de la decoración de su studiolo, en el castillo de San Jorge, en Mantua.

Isabel quería que la obra le recordara los aspectos negativos que los planetas ejercen sobre el ser humano los cuales constituyen los males que de modo natural nos afectan. Consideraba Isabel que tener presente la fealdad de estas afecciones es fundamental para no dejarlas penetrar en el edén que quería construir en el interior de su alma.

Efectivamente, Isabel, practicante de las ciencias herméticas a través de la corriente emanada de Marsilio Ficino y el entorno de su academia platónica, era sabedora de que la virtud es la base de la construcción humana, por lo que siempre estuvo decidida a que dichas enfermedades o vicios no afectaran su ánimo.

Dichos vicios son siete, asociados a las energías planetarias que los representan: la soberbia, aspecto negativo del sol; la avaricia, aspecto negativo de Saturno; la envidia, aspecto negativo de Mercurio; la lujuria, aspecto negativo de Venus; la ira, aspecto negativo de Marte; la gula, aspecto negativo de Júpiter; la pereza, aspecto negativo de la Luna.

Y solo Atenea (la Minerva romana) asociada con la sensibilidad del ser humano y particularmente a su Inteligencia, posee las defensas con las que actuar diligentemente en nuestra vida, estas son su yelmo protector y su lanza guerrera, armas con las que defiende nuestro espacio interior expulsando de él todos los males que amenazan con hacernos perder de vista que nuestra verdadera naturaleza no es solo humana, sino divina. Por ello la escena es un recordatorio de las propias intenciones de perfeccionamiento que deben anidar en el espíritu de aquél que busca el crecimiento interior, pues tender a la perfección (que no al perfeccionismo) tomando como modelo el mundo de las Ideas, es algo que forma parte de cualquier iniciación espiritual o intelectual.

Mantegna crea la siguiente situación: desde la izquierda del cuadro, entrando enérgicamente en escena, aparece Atenea ataviada con coraza de guerrera, casco y lanza. Su actitud impetuosa denota que está bien resuelta a expulsar del jardín del Edén a cuanto insensato perturbe la paz del lugar. Ese recinto sagrado y templo de la pureza, es el alma humana, llamada por eso mismo el «Palacio del Altísimo» o el «Castillo Interior». Un símbolo de ese ámbito secreto y puro ubicado en nuestra conciencia, en nuestra mente y en nuestro corazón, un lugar que necesita ser protegido, en primer lugar de nuestras propias y reiteradas flaquezas. Pues ya sabemos que a un nivel el carácter es nuestra piedra y la educación el cincel que perfecciona la obra.

Atenea tiene cortada la punta de su lanza, un detalle con el que se indica que la energía que esta diosa expresa no es violenta, sino que se trata de la fuerza de la Inteligencia, a la que ella también simboliza (pues no olvidemos que esta diosa nace de la cabeza de Zeus), y ante estas armas, la ignorancia, capitana de los bajos instintos y fertilizadora de las malas hierbas, sucumbe. Mª Angeles Díaz


Texto ampliado en: Viaje Mágico-Hermético a Andros. Una Aventura intelectual. Editado por Symbolos.

martes, 25 de mayo de 2021

🥚¿QUÉ PUEDES HACER CON UN HUEVO?🥚

 

🥚
🦋 Echando la vista atrás no soy capaz de recuperar el momento concreto en que me di cuenta que debía devolverme la confianza en la Naturaleza.
🦋 Fue sin duda un proceso paulatino que fue gestándose dentro de mí gracias a esa semilla de rebeldía ante lo socialmente establecido que reconozco como propia.
🦋 Semilla que pudo germinar y crecer a sus anchas y sin conflictos gracias a la libertad de pensamiento que siempre se me concedió en casa.
🦋 Y que tuvo su origen en un pensamiento claro que me transmitieron mis padres: lo que vivimos es un reflejo de una Realidad superior y sutil que anida dentro de nosotros.
🦋 ¿Cómo conformarse entonces a vivir simplemente bajo la inercia mundana?
🦋 Evidentemente, todo esto me llevó y me mantiene en el estudio de la Tradición Unánime que subyace bajo todas las civilizaciones... Pero en el plano físico, al que también hay que atender ¿me podía limitar a seguir la corriente?
🦋 Hoy estoy aquí, aprendiendo con pasión cómo la Madre Tierra nos aporta todo lo que nuestro cuerpo y nuestra mente necesitan, e incluso cómo nos acompaña en nuestros pensamientos trascendentales...
🦋 ¿Y qué pasa con el huevo? Más allá de su simbolismo, que puede que ya sepas, o intuyas, como imagen del Origen, te hablo de él porque hace unos cuantos años, al menos ya 10, que lo vengo usando de una manera, creo, poco común.
🥚¿Sabías que lo puedes usar para lavar tu pelo?
🥚Simplemente, separa la yema de la clara, y usa la yema cual champú. Una o dos de ellas, dependiendo de su tamaño y de la longitid de tu melena. La clara la puedes guardar para cocinar, añadiéndola a una tortilla, o a un bizcocho...
🥚Para cada lavado, como hacía antes, o combinándolo con champús naturales, como hago últimamente.
🌷Y si su olor no te gusta, añádele algún Aceite Esencial. De los buenos, claro, ya que se trata de no distorsionar nuestra naturaleza con productos tóxicos. Romero, Lavanda, Menta... El que te apetezca.
➡️ ¿Sabías este poder del huevo? ¿Te atreves a probarlo?

Programa Agartha "La Tradición Hermética"

viernes, 14 de mayo de 2021

SIMBOLISMO DEL ROSARIO




Son muchas las tradiciones culturales que utilizan el rosario de forma ritual, como fórmula para mantener vivo el recuerdo y fresca la memoria, sin la cual nada somos.

En todas ellas el rosario es tenido como un símbolo de la cadena, o lazo, que ensarta a todos los seres en la unidad universal que ella misma representa. Por eso es considerado en las distintas culturas como un paradigma de "la cadena de los mundos", y  de ese modo, justamente lo expresa el Bhagavad Gita, el libro sagrado de la tradición hindú cuando dice: 

"En mí todas las cosas están ensartadas como una hilera de perlas en un hilo".

Podríamos decir, pues, que lo que hace significativo y universal el símbolo del rosario es en realidad lo que no se ve en él, el hilo que enhebra y une las cuentas, pues sin él no hay rosario. Son varias las ideas que representadas en este símbolo, especialmente las que señalan que aquello que verdaderamente tiene un valor trascendente en verdad es inaparente, o sea, está oculto. Hablamos en realidad del misterio. Así lo expresa la Cábala cuando dice que,

"el mundo subsiste por el Misterio". 

Mientras que el hilo es lo más interno de la realidad del rosario y aquello que le otorga su sentido de unión, las cuentas representan lo más externo y secundario. No tener clara la jerarquización que hay entre estos dos aspectos de la realidad ha sido causa de muchos conflictos y guerras de religión, provocados por todos aquellos que a lo largo de la historia han dado prioridad a la forma antes que al fondo, que es donde las creencias encuentran unanimidad, y por lo tanto han sido incapaces de diferenciar entre exoterismo y esoterismo o entre religión y metafísica, entre la substancia y la esencia, la corteza y el núcleo, la primera siempre variable.

El caso es que, al parecer, la tendencia humana es fijarse siempre en lo aparente, y por ello aunque somos capaces de admirar la fulgurante belleza de las estrellas, no siempre nos preguntamos seriamente acerca de su misterio, ni sobre ¿Quién las creó?

Nos fijamos en las cuentas, pero olvidamos su sentido esotérico, aquello para lo que en verdad fue creado, como objeto ritual, y con ello perdemos su sentido vertical y trascendente. Todos los símbolos, en definitiva, son exotéricos pues esotérica es sólo su interpretación.

René Guénon, por su parte, nos da a conocer que rosario, en India, significa «guirnalda de aksha», y que aksha, como sucede con toda lengua sagrada –el caso del hebreo–, significa distintas cosas al mismo tiempo y a distintos niveles, siendo que esos diversos significados se iluminan los unos a los otros de modo que no se puede conocer el sentido verdadero de la palabra si no se tienen en cuenta sus diversas acepciones. Así pues las palabras para designar el rosario son: alcanzar, penetrar, atravesar…, aksha es además el vocablo con el que nombran unas semillas con forma de ojo perforado que utilizan para confeccionar este collar. Ciertamente, nos resume Guénon:

"Desde el punto de vista externo se ven más bien las cuentas que el hilo; y esto mismo es muy significativo, puesto que las cuentas representan la manifestación, mientras que el sûtrâtmâ, representado por el hilo, es en sí mismo no manifestado".

Advierto que el rosario es un símbolo análogo al de la rueda, ya que en ella lo esencial es también lo invisible, su centro, o el vacío de ésta, sin el cual la rueda carece de sentido.

"Treinta rayos convergen hacia el centro de una rueda, pero es el vacío del centro el que le da toda su utilidad. Se lee en el Tao-Te-King".

Precisamente El Simbolismo de la Rueda, es una obra fundamental en la bibliografía de Federico González, y donde trata extensa y profundamente de este símbolo al que toma como un pantáculo capaz de ofrecernos en su simpleza geométrica, la perspectiva del Todo, esto es, del macrocosmos y del microcosmos. Un mundo de ideas, que el autor nos muestra a través de este símbolo universal del que enseguida nos da a conocer su importancia en todas las tradiciones, añadiendo que si bien toda expresión o manifestación es simbólica, existen determinados códigos (símbolos, ritos y mitos) que han sido creados por los sabios e inspirados de las distintas épocas para que la humanidad tuviera siempre la posibilidad de aprender a leer en el Libro de la Vida, donde obtener las claves necesarias que liberen al hombre de sus ataduras psicológicas y le muestren otros espacios simultáneos de la existencia. Claves que son estructuras simbólicas que actúan como guías en un camino en pos de ese conocimiento transformador.

En realidad, estas estructuras son la Tradición misma, la Cadena Aurea que ha mantenido vivos en la memoria ciertos juegos de símbolos, como el árbol de la vida cabalístico, el tarot, o libro de Thot, la rueda, que son los modelos señalados en la obra de Federico y los que constituyen una guía con la que dirigir nuestra voluntad según el eje del mundo, e ir hacia esa perspectiva que nos saque de la confusión y de la sensación de encontrarnos irremisiblemente perdidos en un mundo sin salida. Una formulación expresada en la mitología griega mediante el hilo de Ariadna con el que ésta pudo conducir a Teseo a escapar del laberinto después de matar a la bestia.

El símbolo de la rueda se nos muestra como una pura síntesis del Cosmos, ya que en él están reunidos dos conceptos opuestos y complementarios, como son el movimiento y la inmutabilidad. Es desde ese centro inmóvil que, a través del radio, se alcanza la periferia. Este símbolo expresa también la idea de una energía centrípeta, que retorna a su centro, eje o fuente, lo que es análogo a la propia respiración del Universo y del hombre, dado que este no es sino su expresión microcósmica. Federico escribe al respecto:

"Es este símbolo también la manifestación de lo que siendo apenas virtual (el punto) genera un espacio o plano (que delimita la circunferencia)".

Y asimismo que:

"El movimiento superficial de la rueda, o externo, estaría vinculado con la manifestación, mientras la virtualidad, la inmovilidad del punto central o eje, se hallaría conectada con lo inmanifestado".

"Las modalidades espaciales del símbolo de la rueda surgen por la irradiación, o por la «actualización», de las «potencialidades» del punto central, que se hace «presente» en el tiempo, creando un campo espacial. (…)"

En cuanto a otras modalidades de este pantáculo (pequeño todo), al que nos estamos refiriendo, señalaremos su identificación con la idea de ciclo o de espacio cerrado sobre sí mismo; ya se trate del ciclo del sol en un año, o su movimiento aparente en un día, o represente la vida entera de un ser humano (desde su nacimiento hasta su muerte), o un periodo histórico en su existencia del mundo en general (v. gr. un siglo). Es interesante en este sentido asociarlo al estudio del movimiento, los calendarios, los periodos vinculados con la agricultura, el conocimiento de la armonía de los cielos y la tierra, y todo lo concerniente a la ciencia de los ritmos.

Rosario deriva de rotarium y ha servido de circuito en los recordatorios religiosos tanto en el Cristianismo, en el Islam o en el Budismo donde se disponen ruedas que llaman «máquinas de orar». Federico señala:

"La oración misma puede verse como un circuito de comunicación tierra-cielo-tierra, y el rito rítmico de la plegaria un volver a sí mismo. Ciertos símbolos clásicos y renacentistas, como es el de las tres Gracias, están dispuestos en forma encadenada y relacionadas de tal modo las unas con las otras –como los símbolos iconográficos unánimes–, que nos transmiten por sus gestos y las expresiones de sus rostros, la idea de dar-aceptar-devolver".


Pintura: Beatrice Offor (1864-1920).

Texto: Mª Ángeles Díaz. Viaje Mágico-Hermético a Andros. Una Aventura intelectual. Editorial SYMBOLOS