martes, 25 de abril de 2023

MARSILIO FICINO A GIOVANNI CAVALCANTI

 


En una ocasión el joven Giovanni Cavalcanti le escribe a Marsilio Ficino acerca de un compañero de estudios llamado Giovanni Guido, cuyas virtudes eran alabadas por quienes le conocían y le trataban. Admiraban su gran facilidad en la expresión y su enorme agudeza intelectual. Al parecer era tan hábil en la argumentación que por semejanza se había ganado el sobrenombre de Carnéades, personaje que, según se cuenta, poseía grandes dotes para encontrar razones con las que rebatir cualquier propuesta, argumentació o idea, inclusive era capaz de refutar por adelantado cualquier tesis [1]. Giovanni pregunta a Ficino si esa forma de proceder tiene algún mérito. 

Giovanni, por contraponer a este "Carnéades", le refiere a Licurgo, legislador espartano, que sin hablar tan brillantemente puso en práctica ciertas leyes que constituyeron una reforma de la sociedad espartana basada en las indicaciones obtenidas a través del Oráculo de Delfos, a quien se había dirigido en solicitud de consejo para promover en su patria el orden y la concordia [2]

Esta es la respuesta de Ficino a las interrogaciones de Giovanni:

Me preguntas qué es más digno de alabanza, ser como Carnéades o como Licurgo, Carnéades promovió la discordia con sus argumentos, mientras que Licurgo la disipó. La inteligencia de Carnéades fue, con más frecuencia, inútil que útil; en verdad raramente fue útil a alguien, en algún lugar. La enseñanza de Licurgo siempre fue útil y necesaria, en todas partes y para todos. Finalmente, del mismo modo que es mejor vivir bien que hablar bien, y ser feliz que parecerlo, así el talento de Licurgo es más excelente que el de Carnéades.

Y a continuación le transcribe los versos que, según el relato de Herodoto, musitó la pitonisa cuando Licurgo entró en el templo de Apolo en Delfos:

¡Oh! Licurgo, amado del celestial Zeus y de todos los dioses que visitan nuestro suntuoso templo, no sé si declarar que eres hombre o dios. Pienso que eres más bien un dios, Licurgo.



[1] Carnéades era un hábil sofista y académico. Sofista era el nombre que los platónicos daban a los demagogos, hábiles en la argumentación y dispersos en el fondo de sus discursos.

[2] Dichas leyes dieron un periodo de gran prosperidad a Esparta. De Licurgo hablan historiadores como Herodoto, Jenofonte y Plutarco. Se le atribuye el pensamiento de que "Lo importante de las leyes no es que sean buenas o malas, sino que sean coherentes. Solo así servirán a su propósito".

 

 Mª Ángeles Díaz. Fragmento de mi libro: Los Corresponsales de Marsilio Ficino...

viernes, 7 de abril de 2023

LEONARDO DA VINCI: LA ÚLTIMA CENA (Vídeo)

Existe una tradición pictórica de representación de la última cena de Cristo con sus discípulos.

Al principio las pinturas se nos muestran austeras, como literales, extrayendo con los pinceles lo más concreto del relato evangélico donde se escenifica a Jesús rodeado de sus discípulos y señalando directamente al traidor, a Judas. Algunos pintores incluso han resaltado en sus pinturas a esta figura antagónica sentándola enfrente de todos ellos, al otro lado de la mesa. O bien dándole la espalda al Maestro Jesús.

El realismo también llegó a esta tradición pictórica y entonces se representó a los apóstoles reunidos en torno a la mesa, colocados a ambos lados de ella.

También se añadieron elementos, como la mesa puesta con los utensilios para la cena, o personajes que no están en el relato evangélico, santos, fundadores de ciertas órdenes, criados y hasta reyes.

Algunos artistas florentinos añadieron a la escena una arquitectura y perspectiva centrando sus obras en destacar la institución de la Eucaristía, o comunión de los apóstoles. 

Y si bien es cierto que Leonardo sigue la estela de esa tradición de pintores florentinos en su representación de "La Última Cena",  también es cierto que a todos superó en cuanto a la tensión dramática que consiguió imprimir al acto, acorde con el relato evangélico que se estaba ejemplificando. A.M.A.D.