viernes, 23 de octubre de 2020

LA ARQUEOLOGÍA NACE EN EL CORAZÓN


Estamos acostumbrados a ver las obras de los museos arqueológicos como si fueran reliquias del pasado, sin embargo los primeros arqueólogos no nacieron buscando grutas y civilizaciones perdidas, sino que buscaban respuestas, buscaban conocer el Universo.

Fueron los filósofos hermetistas los que iniciaron la búsqueda y el estudio de un pasado inspirado en los principios metafísicos. De ese modo, rescatando restos de antiguos templos paganos que el oficialismo tenía por ruinas, crearon estancias públicas a las que dieron el nombre de Museo, en homenaje a las Musas, las diosas de la memoria.

Podríamos comenzar mencionando a Cosme de Medici, benefactor de Marsilio Ficino y por ende de la Academia Platónica de Florencia, centro desde el cual se consiguió salvar la cultura del precipicio en el que había caído en Occidente tras haberse perdido el vínculo con la Tradición Unánime. De ese modo, rescatando manuscritos, obras de arte, ciencias y valores consiguieron dar al mundo un periodo conocido como Renacimiento, justamente porque todo renació. 

Pues bien, Cosme de Medici, y luego su nieto Lorenzo el Magnífico, lograron, por ejemplo, recuperar el más grande legado que nos dejó la civilización etrusca. Son obras que hoy en día componen el fondo del Museo Arqueológico de Florencia, aunque podríamos mencionar también a otros y otras  que ya hemos señalado en otros lugares, como es el caso de Elias Ashmolean, un personaje ilustre de la Masonería y gran anticuario que gracias a las donaciones de sus colecciones de códices, obras de arte y toda clase de objetos de interés arqueológico, artístico o científico, así como de especímenes naturales procedentes de todas partes del mundo, pudo crearse el que es hoy en día el museo más antiguo del mundo, me refiero nada menos que el Ashmolean de Oxford que fue el que dio el nombre Museo a todos los demás espacios destinados a albergar, conservar y compartir con cuantas personas lo quisieran semejante patrimonio de la antigüedad. Y como anotación nada más señalar que a la recopilación de este maestro masón debemos la mayor colección de dibujos de Rafael, obras de Leonardo y Miguel Ángel.

Hoy en día, sin embargo, unir en un hilo argumental todas esos tesoros repartidos por infinidad de museos requiere sobre todo saber de poesía, no de la que rima y que tanto agrada a ciertos oídos, la poesía de la que hablamos aquí es una ciencia sagrada que titila en el corazón de los que se sienten herederos de ese legado, pues en definitiva de lo que se trata es de querer heredar, sabiendo que la Tradición Hermética no es una tradición de ruegos sino de voluntades y de amor al Conocimiento.

Para finalizar compartimos aquí de nuevo este completo acápite del Programa Agartha titulado justamente, “Arqueología”.

“Es frecuente ver en casi todas las grandes y medianas ciudades del mundo museos arqueológicos que recogen los monumentos y las artes de la Antigüedad. Si bien los orígenes de la Arqueología se remontan a la Italia del Renacimiento, pueden encontrarse vestigios de ella en ciertos autores clásicos, como por ejemplo el historiador Dionisio de Halicarnaso, que puso el título de Arqueológica a una de sus obras; sin embargo no es sino hasta el siglo XIX que la Arqueología se convierte en ciencia oficialmente aceptada. Por otro lado es durante ese siglo que surgen casi todas las ciencias que se dedican al estudio del pasado del hombre y de la tierra; se asiste al nacimiento de la antropología o etnología, la paleontología, la historia de las religiones, la geología, etc. Podría quizá preguntarse el por qué este repentino interés por el pasado, lo pretérito, lo antiguo, y contestaremos que ello fue sólo posible por el hecho de que en el siglo XIX, y sobre todo en Occidente, se había prácticamente perdido todo vestigio de la Tradición, al menos de una manera visible y externa, por lo que era perfectamente lógico que el hombre empezara a escudriñar en los fragmentos de su pasado histórico para así reconstruir lo que fue la vida de sus antepasados, pues la suya propia se sumía en una cada vez más estéril mediocridad. Sucede también que en el siglo XIX es cuando se acaban de consolidar definitivamente el positivismo materialista y el racionalismo que venían incubándose desde ya hacía tiempo, lo cual debía influir decisivamente en la mentalidad de la época. Asimismo puede decirse que dichas ciencias fueron el resultado de esa visión excesivamente volcada hacia el exterior, que por cierto es la que todavía impera en la mayoría de los arqueólogos oficialistas, los cuales la proyectan en los mismos objetos de su estudio. Estos se empeñan en no ver en sus hallazgos otra cosa que restos más o menos interesantes y curiosos a los que hay que clasificar (y encasillar) según unos parámetros que ellos mismos han establecido para su comodidad investigadora

Otra consecuencia igualmente equivocada, producto de esa mentalidad positivista, es la de no advertir las diferencias cualitativas que se dan entre los hombres y civilizaciones de las distintas épocas y períodos históricos, como si el tiempo transcurriera uniformemente y fuera homogéneo. Así, según ese criterio, la mentalidad del hombre moderno, ajeno por completo a cualquier intuición y sentimiento sagrado y trascendente, sería idéntica a la del hombre de las sociedades tradicionales, que por el contrario consideraba que todos los actos de su existencia cotidiana estaban impregnados de sacralidad. Si la Arqueología, a través de los análisis y trabajos de excavación, trata de la reconstrucción de la vida de las sociedades antiguas, esas mismas investigaciones no debieran estar desvinculadas de un riguroso conocimiento de la historia y la geografía sagradas, es decir del tiempo y el espacio cualitativos, como tampoco ser ajenas a las relaciones que existen entre los diversos modos y comportamientos culturales y espirituales de los hombres que integraron esas mismas sociedades.

Visitar un museo de Arqueología es en cierto modo recuperar el sentido de la atemporalidad. Todas las piezas, numeradas y catalogadas, están ahí como resistiéndose al tiempo, negándose a dejar de existir definitivamente. Ajenos a cualquier prejuicio nos daremos cuenta de todo lo que el hombre, inspirado en los principios metafísicos que conformaron su civilización, es capaz de crear, de hacer, de edificar, en definitiva de plasmar en la piedra o cualquier otra materia o substancia, reflejando la belleza de su mundo interior. Pues esas columnas y arcos, esas esculturas, pinturas, cerámicas, bajorrelieves, mosaicos, son símbolos y gestos que el rito del trabajo artesanal pacientemente ha elaborado y fijado: de repente toda la cultura humana está ahí representada. Un museo arqueológico es en verdad un discurso donde se expresa lo antiguo (éste es precisamente el significado etimológico de arqueología), término que no debe ser confundido con lo viejo y lo caduco; más bien se relaciona con todo aquello que es perenne y que refleja las ideas o arquetipos universales. En este sentido lo antiguo es perfectamente actual. Y un museo arqueológico puede ser un lugar excelente de meditación (señalemos que la palabra Museo procede de Musa) si lo abordamos no con ojos de "especialista", sino como si se tratara de una evocación poética donde con toda probabilidad encontraremos una parte o aspecto olvidado de nosotros mismos”.

Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Federico González y Colaboradores



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miércoles, 14 de octubre de 2020

NOSOTROS SOMOS LA IGLESIA Teatro Hermético de la Memoria. Federico González

"En el ciclo de la vida de un hombre, según el catolicismo, siete grados o escalones jalonan su recorrido. El bautismo lo prepara y limpia; comienza el paso de las aguas. La confirmación lo reafirma con una cachetada. Antes de la comunión con la deidad es necesario pasar por la purga de la confesión donde el tiempo se regenera y basta la contrición presente para borrar la memoria y la culpa; es la actualización del tiempo previa a la unión. Luego el orden sagrado y el matrimonio comprometen la unión de los actuantes, consigo mismos y con su realización, al ser los ministros plenipotenciarios del padre; para ser liberados finalmente por la extremaunción, el despertar del último chakra, la culminación total. Hay misterios gozosos, gloriosos y dolorosos. Nosotros somos la Iglesia".



En el Útero del Cosmos. Federico González Frías

Imagen Serie: TEATRO HERMÉTICO DE LA MEMORIA 25


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martes, 13 de octubre de 2020

EN EL ÚTERO DEL COSMOS. Federico González Frías


"Del fondo de la galera del mago se han extraído este par de conejos que se reproducen indefinidamente ante nuestros ojos, con una velocidad que alarma en ciertas ocasiones como esta. Un bello par de animales, un prototipo de la multiplicidad que los aztecas veían en la luna. Muy blancos y tiernos y agradables, un poquito repugnantes, tal vez cegados por una fiebre activa, veloz, acaso imaginando que son hombres: intelectuales, científicos, sacerdotes, gobernantes o burócratas de alguna otra profesión espantosa, reclamando hipotéticos derechos, mientras se hallan en las manos pacientes del prestidigitador. Que está completamente sonriente y en otra cosa".

En el Útero del Cosmos. Federico González Frías

Imagen Serie: TEATRO HERMÉTICO DE LA MEMORIA 24

viernes, 9 de octubre de 2020

DIONISO, EL DIOS MÁS ADORADO


"Más que cualquiera de los restantes dioses griegos, Dioniso nos asombra por la novedad de sus epifanías, por la variedad de sus transformaciones. Siempre está en movimiento. Penetra por todas partes, en todos los países, en los pueblos, en todos los ambientes religiosos, dispuesto a asociarse con diversas divinidades a veces antagónicas (por ejemplo, Deméter y Apolo). Es ciertamente el único Dios griego que, al manifestarse bajo diferentes aspectos, asombra y atrae tanto a los campesinos como a las minorías intelectuales, a los políticos y a los contemplativos, a los orgiásticos y a los ascetas. 

La embriaguez, el erotismo, la fecundidad universal, pero al mismo tiempo las experiencias inolvidables provocadas por la llegada periódica de los muertos o por la manía, por la inmersión en la inconciencia animal o por el éxtasis del entusiasmo: todos estos terrores y revelaciones brotan de un sola y misma fuente: la presencia del dios. Su modo de ser expresa la unidad paradójica de la vida y de la muerte. Todo esto hace que Dioniso se presente como un tipo radicalmente distinto de los olímpicos. ¿Es un dios más cercano a los hombres que las demás divinidades? En todo caso, no era difícil acercarse a él y hasta cabía la posibilidad de convertirse en su encarnación; el éxtasis de la manía demostraba que era posible superar la condición humana". (Mircea Eliade, Historia de las creencias y las ideas religiosas I).




sábado, 3 de octubre de 2020

KALI, LA DIOSA NEGRA DEL KALI YUGA


Federico –Siempre resulta una paradoja el hecho de que para la Tradición Hermética el trabajo interno y espiritual ligado a lo sagrado no necesite de templos ni otro tipo de santuarios sino que es en el medio profano, el mundo del que uno pretende liberarse, donde está todo el trabajo a realizar… ¿Cómo si no lo haríamos?

Mª A. –Es decir que es el mundo que nos ha correspondido el que debemos ver y oír, y no una ensoñación producida por algún tipo de artificio.

Federico–Así es, aunque este mundo se encuentre en la fase final de un ciclo llamado Kali-Yuga, que como se sabe en la tradición hindú significa "Edad de Kali", la diosa negra, que se corresponde con la Edad de Hierro de nuestra Tradición Occidental. Y es cierto que paradójicamente para lograr este propósito sea imprescindible que nos apartemos de ese mundo y al mismo tiempo que lo conozcamos, pues estando confundidos en su devenir y habiendo extraído del mismo todos los valores que constituyen nuestro ser, es lógico que debamos detenernos y observarlo desapasionadamente.

M.A. –Como el alquimista, que contempla desapasionadamente las combustiones de su athanor...

Federico –En términos alquímicos también podríamos referirnos a dos energías que no pueden ser la una sin la otra, o sea que son complementarias. El trabajo alquímico o hermético siempre se realiza con las dos, armonizándolas. Y siempre es el hombre como intermediario entre lo de arriba, el cielo, y lo de abajo, la tierra, quien tiene capacidad de religarlas. Esa es la razón de que la iniciación haya sido tomada por todas las tradiciones como una visita al interior de la tierra, un viaje al país de los difuntos, o un descenso a los infiernos de nuestra ignorancia, pues ese descenso o muerte es el paso previo a un ascenso triunfal a los cielos.

M.A. –Un plan aparentemente imposible para un pobre ser humano actual, acosado como está continuamente, y desde distintos frentes, para que se abandone y pueda ser arrastrado hacia la mediocridad del medio, que, como si se tratara del río Leteo, cuyas aguas provocan la pérdida de la memoria del origen, cada vez ejercen más presión sobre él.

Federico –No te equivocas, en efecto. Por eso aquí siempre se dijo que se precisa de una gran voluntad, pues la lucha es sin cuartel. Este proceso de la iniciación –que tiene enormes riesgos de desviación de todo tipo– requiere de un estricto rigor intelectual, y de mucha paciencia, cosa que con el paso del tiempo cada vez valoro más.

M.A. –Claro, a eso te refieres cuando dices que en la Vía Hermética hay que poner "toda la carne en el asador"...

Federico –No hay otra manera, diría yo. Dejarlo todo, es decir dejar la tontera, es imprescindible si se desean obtener resultados. Si de lo que se trata es de abrir un mundo, buscar una salida vertical y liberarnos de esa riada ¡o rueda!, es menester entonces poner la vida entera en el empeño. Si no es así, el envite constante, una u otra vez, acaba derribando a cualquiera. De aquí la gran importancia de contar con una Tradición que nos pueda servir de asidero. ¡Esto es así nomás...! Me refiero a que los muchachos de arriba, los dioses, no te dan nada sin sacrificio. En cuanto al orden al que asirse diría que... Mira, el Árbol de la Vida cabalístico es un buen modelo –una buena brújula, podríamos decir– ya que ordena de manera prototípica las energías que constantemente hacen posible la Creación. Se trata de una imagen del Cosmos y también del hombre, su miniatura.

M.A. –La iniciación hermética no tiene nada que ver con obtener algún tipo de "confort espiritual", sino que es más bien todo lo contrario..., más de tipo guerrero, ¿no?

Federico –¡Desde luego, nada que ver con una paz para beatos!

Pensativo, me dice luego de una pausa:

Federico –Aquí las cosas son mucho más descarnadas, mucho más ligadas a las pruebas de los héroes mitológicos que a las "piadosas hijas de María". Y eso implica que en el camino pueden quedar muchas cosas, entre ellas la fama, la honra, ¡e incluso la salud si me apuras!, en definitiva, toda "seguridad". Pero también creo que vale la pena, pues la recompensa es, nada más y nada menos, que alcanzar la salida e ir al reencuentro del No Ser, a la eterna posibilidad de donde en verdad nunca hemos salido.

De una de nuestras entrevistas a Federico González, la cual está publicada íntegra en la Web 2enero: https://www.2enero.com/textos/s32madiaz1.html

*KALI (Hindú) "La Shakti de Shiva, diosa de la destrucción y la muerte, capaz del renacimiento y la resurrección, pues es necesaria la muerte para que otras cosas puedan generarse"  


viernes, 2 de octubre de 2020

HOY, DÍA DE LOS ÁNGELES CUSTODIOS

"Casi todo lo que se dice teológicamente de los ángeles, puede decirse metafísicamente de los estados múltiples del ser" 

René Guénon Los Estados Múltiples del Ser.

https://www.oocities.org/dodecaedro1/01g1awysobrelosangeles.htm

jueves, 1 de octubre de 2020

UNA PERSPECTIVA DE LA UNIDAD DE LAS TRADICIONES


Cuenta Frances A. Yates, la perspicaz investigadora del Hermetismo renacentista, que una de las acusaciones que se les hacía a los hermetistas para considerarlos herejes, era que estos parecían pertenecer a todas las religiones a la vez. Nunca entendieron los inquisidores lo que eso en verdad significa al no considerar la perspectiva filosófica de lo esencial en la que se basa la Ciencia Sagrada y sus vías de transmisión sapiencial, a saber: que la Verdad solo es una, aunque se exprese con diferentes lenguajes y formas. Asimismo, existen una serie de símbolos que son comunes a todas las tradiciones y pueblos de la Tierra, y el Hermetismo los ha conservado y se basa en ellos para seguir vehiculando lo fundamental de la Cosmogonía Perenne. Por ejemplo, esta figura de una reina perteneciente al pueblo ibo (Nigeria), y que forma parte de este escenario, no es extraña a la mirada hermética, pues en dicha figura esta puede reconocer un símbolo que exalta la idea de verticalidad y eje que caracterizaba a la realeza entre las sociedades tradicionales, si bien, y yendo más al fondo, esa misma idea, o arquetipo, está presente en la propia naturaleza del ser humano. M.A.D.

Imagen: Serie TEATRO HERMÉTICO DE LA MEMORIA 21