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domingo, 11 de junio de 2023

LA DANZA, ARTE DEL HERMETISMO RENACENTISTA. Mª Ángeles Díaz


"Los Placeres de la Danza", Andrea di Bonaiuto (1365). Capilla de los españoles en Santa Maria Novella. Florencia.

    A Guglielmo Ebreo (1420-1484) le debemos nada menos que el único tratado que sobre la danza existe: El Arte de danzar y dirigir conjuntos, donde cita a su maestro: Domenico de Piacenza, un pitagórico, quien fuera Maestro de Danza y de Ceremonias en Ferrara, con la familia d'Este. Por ello es a ambos a quienes se les considera responsables de haber elevado la danza a la categoría de Arte liberal, siendo además los inventores del oficio de coreógrafo y creadores del ballet. Y aunque es opinión generalizada que este baile es una danza francesa, en realidad es en Francia donde el ballet (de balletto) murió, y en su lugar emergió el edulcorado ballet actual, que se contradice totalmente con los principios de la danza enunciados por sus creadores, para quienes lo más importante es la armonía, y nunca la postura forzada y la contorsión corporal que no pueden formar parte de la esencia de la danza, ya que esta, según sus creadores, debe ser la expresión misma de la armonía cósmica, idea emanada de la filosofía platónica a través del círculo intelectual de Ficino.[1]

    De Guglielmo Ebreo es  De pratica seu arte tripudii vulgare opusculum (obra escrita hacia 1463), donde explica, por ejemplo, que el Balletto in due o Ballo Amoroso, simboliza la concordia, por lo que todos los movimientos y gestos deben ser mesurados, señalando que:

La virtud del danzante nace cuando complementa los movimientos del cuerpo con los movimientos del espíritu, sea cual fuere la danza.

De pratica seu arte tripudii, Folio 21v

Guglielmo Ebreo estaba relacionado con el grupo de Ficino, especialmente se conoce su relación con Lorenzo de Medici a quien le gustaba componer canciones que compartía con Guglielmo.  

    Para este maestro el arte de la danza posee seis reglas principales, a saber:  medida o compás, memoria, división del espacio, ligereza o aire, manera o estilo y finalmente la expresión corporal.

    La importancia de la obra de Guglielmo se acentúa porque en ella recoge, junto a las suyas propias, coreografías de su maestro: Domenico de Piacenza. Dicha obra alcanzó una gran popularidad circulando por casi todas las Cortes italianas en copias manuscritas. 

    Del prestigio y fama de los que gozaron estos dos músicos y coreógrafos entre los intelectuales y nobles del Renacimiento, da testimonio el hecho de que ambos fueran condecorados como Caballeros de la Orden de la «Espuela de Oro», un título que se otorgaba a los príncipes y jefes de Estado. Guglielmo, por consejo de sus amigos hermetistas y para eludir las grandes suspicacias que comenzaron a suscitarse en Europa contra los judíos, se convirtió al catolicismo y de cara al exterior cambió su nombre por el de Giovanni Ambrosio.

    Lo cierto es que, en cuanto a la danza se refiere, podemos decir que el movimiento humanista trasformó los bailes campesinos (que desaparecieron totalmente de la Corte junto a otros movimientos más estáticos de la danza medieval basados en las posturas de la esgrima) en bellas escenificaciones donde cobra protagonismo el compás, el ritmo, la memorización de los gestos y el número de los pasos, poniendo interés en no crear un estilo afectado, ni tampoco estridente. 

    Guglielmo habla de nueve normas naturales para la Danza que denomina: 'paso-simple', 'paso-doble', 'repetición', 'posición', 'reverencia', 'vuelta' y 'media-vuelta'. Todo ello aderezado por la gracia natural en el salto y la elevación. También menciona tres elementos accidentales, o artificiales: 'el estrechat', 'el paso corrido' y 'el cambio de pie'.

Es la dulce música o el canto lo que penetrando por el oido llega al corazón y de ahí mueve los pies y el resto del cuerpo. Así nace la danza.

    De Guglielmo Ebreo es esta definición sobre la danza que tiene a la Música y el Canto como forma natural de inspiración:

La suave armonía del dulce canto

llega al oído y hasta el corazón,

de tal dulzura nace un vivo ardor

del cual surge la danza que tanto gusta



 [1] Por cierto que Joscelyn Godwin (cuyos primeros escritos a muchos nos llegaron a través de la revista Symbolos en la época en que esta se editaba en papel y la dirigia Federico González) ha tratado con bastante lucidez este tema en su obra Armonías del Cielo y de la Tierra. La Dimensión Espiritual de la Música.

jueves, 1 de junio de 2023

SOBRE DEMONOLOGÍA. MIGUEL PSELOS. PLATÓNICO BIZANTINO, SIGLO XI


Miguel Pselos, quien recibió el título de “cónsul de los filósofos” es el máximo representante del Renacimiento Bizantino del siglo XI, de ahí que su figura nos revela que el modelo renacentista que conocemos, surgido en torno al humanismo de la Academia platónica de Florencia, tuvo su antecedente siglos antes, época de la que en verdad procede nuestra herencia cultural.

Pselos es autor de una inmensa y polifacética obra, pues su versatilidad ha sido calificada de proverbial. Safo, los Himnos Órficos, Platón, Plutarco u Homero son, entre otros, autores presentes en sus obras y en sus célebres discursos pues, según se documenta, a sus clases asistían alumnos de toda la tierra, celtas, persas, etíopes y egipcios.

En él siempre predominó un carácter didáctico y conciliador ligado a la recuperación de la antigüedad clásica como ideal de formación para el ser humano, sosteniendo la unidad del pensamiento griego y cristiano, cosa que le trajo muchos problemas con la iglesia de su época.

Miguel Pselos es uno de los personajes que nos salieron al paso en nuestro paradigmático viaje a las islas Cícladas ya que estuvo residiendo un tiempo en Andros. Desde ese momento hemos tenido el privilegio de tratar en distintos lugares de su obra y de su figura. 

Hoy me gustaría compartir con los interesados unos párrafos de una de sus obras en la que trata de la actividad de los demonios (Perí energeías daimónôn) donde acomete esa difícil tarea que es escribir acerca de estos, explicar qué significa verdaderamente esa energía y cómo reconocerla en uno.

Esta obra, pretendiendo dar luz sobre esa clase de asuntos, quedó en el oscurantismo hasta que Marsilio Ficino la tradujo moviendo con ella las conciencias de muchos y provocando un enorme interés entre los más relevantes pensadores, «amigos de Ficino en la Ciudad Celeste» como son Cornelio Agrippa y Giordano Bruno, entre otros, que ampliaron y difundieron la obra de Pselos. La fórmula literaria que escogió Pselos para hablar del demonio a sus contemporáneos es la de su maestro Platón, o sea, un diálogo, en este caso entre Timeo y Tracio, dos personajes que encaran la cuestión.

 “Hay seis clases de demonios en este mundo sublunar. El primero es el ígneo, el cual se mueve por el aire que está encima de nosotros; el segundo, también anda por el aire y le llaman aéreo; el tercero es terrestre; el cuarto es el acuático y marino; el quinto el subterráneo y el sexto, finalmente, es el llamado lucífugo. De las especies citadas, la acuática ahoga a los que van por las aguas; la subterránea y la lucífuga se introducen en las entrañas que producen asfixia, epilepsia e incluso demencia en los hombres; pero los aéreos y terrestres son los más temibles y astutos de todos, ya que buscan y engañan disimuladamente las mentes de los hombres, produciéndoles inusitados y crueles sufrimientos. Todas estas clases de demonios, odian a Dios y al hombre, ya que envidian la figura con que éste último ha sido honrado, de tal suerte que nada los satisface más como ver caer a éste en desvarío.

Tracio: Un demonio, en efecto, es una entidad espiritual que introduce ensoñaciones, pasiones, temores o deseos en nuestra alma.

Timeo: Pero ¿cómo y por medio de qué pueden hacer esto?

Tracio: Se acercan a nuestro espíritu imaginativo y, espíritus como son también ellos, nos susurran palabras sobre sensaciones y placeres, no con voces estridentes ni ruidosas, sino instiladas por ellos sin ruido alguno.

Timeo: Pero es imposible que puedan emitir palabras sin sonido alguno.

Tracio: No necesitan hacerlo, pues actúan directamente sobre el espíritu; cuando el que habla está muy lejos del que oye, precisa gritos muy fuertes; si está a su lado, le basta susurrar en su oído, y si de algún modo se le pudiera introducir en el espíritu del alma, no necesitaría ningún sonido".  


Mª Ángeles Díaz

Fragmento de mi libro: Viaje Mágico Hermético a Andros. Una Aventura Intelectual

Editado por SYMBOLOS


Imagen y fuente: Judas y Satanás (detalle). Benoist-Hermogast Molin (1880).

viernes, 25 de noviembre de 2022

LA IMPORTANCIA DE EGIPTO EN NUESTRA TRADICIÓN


La importancia de Egipto en la historia de nuestra tradición es fundamental. Kemi (nombre dado al Egipto antiguo, que significa "tierra negra", origen de la palabra Alquimia), es cuna de toda la cultura occidental y particularmente del Hermetismo.

Alquimia, tierra quemada o corazón en llamas, son los nombres que los antiguos egipcios daban a su tierra. Así lo dijo Horapolo del Nilo, sacerdote del templo de Isis y Osiris, en aquel manuscrito hallado en Andros, donde traducía para la posteridad el significado de los jeroglíficos egipcios. Gracias a ese libro supimos que los sacerdotes cuando querían escribir Egipto pintaban un pebetero ardiendo:

“El mismo nombre de Egipto significa ‘Corazón en llamas’ y para escribirlo pintaban un pebetero ardiendo y encima un corazón, indicando que así arde el corazón de Egipto produciendo incesablemente los seres vivos que lo habitan”.

 

"... ya que la sagrada patria de nuestros ancestros se encuentra en el medio de la Tierra, que el centro del cuerpo humano es el santuario del corazón y

que el corazón es el habitáculo del alma, por esa razón, hijo mío, los humanos de este país, por lo demás no menos dotados que los otros, son,

excepcionalmente, más inteligentes y más sabios, porque han nacido y crecido en el lugar del corazón". (Palabras de Isis a Horus). Corpus Hermeticum, Estobeo XXIV, 13.

 Y ampliando el plano citamos lo siguiente:

“Según Plutarco, los egipcios comparan su tierra a un corazón que representa también al cielo. Esta visión, que concibe al espacio habitado por el hombre como un reflejo de lo celeste y como una región central y sagrada es común a toda civilización que proviene de la Tradición Primordial, como es el caso de la egipcia, que comparte con otras altas culturas las verdades esenciales. Thot, el dios egipcio que posteriormente tomará entre los griegos el nombre de Hermes, es el que enseña a Isis el arte sacerdotal que esta diosa transmitirá a su hijo Horus. Estos misterios pasan a los hierofantes, guardianes y transmisores de una Sabiduría divina y esotérica que se deposita y revivifica en los símbolos, mitos y ritos de esa gran cultura, que con otras formas será también conocida por griegos y romanos y por el Occidente medieval y renacentista. El descuartizamiento de Osiris –como es el caso igualmente del Dionysos Zagreus griego– a manos de Seth y la restitución que de su cuerpo realiza Isis, uniendo lo disperso, ha sido en Occidente el modelo simbólico de la Iniciación (muerte y resurrección). Guiados por Hermes y con el auxilio de Isis, viajan los muertos hacia la verdadera morada, en un trayecto que es análogo al viaje iniciático. Isis en Egipto, como Deméter en Eleusis, es la que instituye las iniciaciones entre los hombres y la que enseña sus ritos”

Texto y edición: Mª Ángeles Díaz 

 

Fuentes:

Mª Ángeles Díaz. Viaje Mágico-Hermético a Andros. Una Aventura Intelectual. Editorial SYMBOLOS.

Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Federico González con la colaboración de Francisco Ariza y la de Fernando Trejos, José Manuel Río, L. Herrera, Mª V. Espín y Mª A. Díaz


jueves, 29 de septiembre de 2022

DE DELOS AL ORÁCULO DE DELFOS. Mª Ángeles Díaz



En la isla de Delos se produce la fundación de uno de los templos más conocidos de Apolo, lo que hizo de la pequeña isla el centro espiritual más importante de la antigua civilización cicládica que, aun perteneciendo al mundo griego tuvo su propia cosmogonía, tal y como se refleja en su arquitectura y en su arte, caracterizado por sus formas geométricas. Un templo que según se cuenta fue construido por Erisictón, hijo de Cécrope, y en el que existió un célebre oráculo. Un autor español de época renacentista, conocido como “el Tostado”, nos relata lo siguiente:

Apolo tenía un Templo famoso en la Isla de Delos, en el que se respondía a las preguntas, según afirma Virgilio. Llámese aquella Isla Ortigia ú Delos, y allí Eneas y los Troyanos le preguntaron a Apolo dónde harían asiento. Y otra vez le consultaron sobre la peste que padecieron en Candia. Este Templo se fabricó allí a Apolo (...) En la mudanza del nombre diremos que primero se llamó Ortigia, y después también tuvo este nombre.

Y así, con ambos nombres, evoca Safo a la isla en estas líneas:

Artemisa, señora de Delos, la amable Ortigia / Baña tu limpio cuerpo en el Inopo y ven a casa.

Virgilio, por su parte, describe la visita de Eneas a dicho santuario y su consulta al oráculo del siguiente modo:

Surge una tierra sagrada en medio del mar, más grata que ninguna (...) La isla depara a los cansados la más placentera acogida en su puerto seguro. Tras desembarcar rendimos culto ala ciudad de Febo. (...) Entonces mi padre me exhortó a que, cruzando el mar, fuese a consultar por segunda vez el oráculo de Febo en su templo de Ortigia y a implorar su clemencia, preguntándole qué termino tiene señalado a nuestras cansadas peregrinaciones, de dónde nos manda que probemos a sacar remedio a nuestros trabajos, adonde, en fin, hemos de enderezar el rumbo.

Otro personaje del Renacimiento español, Fray Baltasar de Vitoria, en un libro titulado Teatro de los Dioses (Edición de 1657) recoge así la estancia de Eneas en Delos:

Partiose luego Eneas a la isla de Delos, donde reynava Anio, amigo de su padre Anquises y allí consultó el oráculo de Apolo, el cual le dixo se partiesse luego a la tierra de donde avian sido los fundadores de Troya.

Por esa razón la expedición del héroe de la Ilíada, navegando entre las Cícladas, se dirigió rumbo a Creta. Explicar el modo en que Delos, un islote de apenas cuatro km2, se constituyó en el centro de un mundo, esto es, en el centro de irradiación de toda una cultura, requiere comenzar por ubicarlo donde le corresponde, que es, como apuntábamos, en el centro de las Cícladas, concretamente en un enclave de comunicación y comercio entre Oriente, Grecia e Italia.

Claude Lorrain, Eneas en Delos. Óleo de 1672

Observando la superficie de la isla nadie puede dejar de advertir su luminosidad y compararla con un espejo de luz en el Egeo, y así es como todos los viajeros del pasado y del presente la describen, haciendo mención justamente a su brillantez. Esto se debe a que toda ella es pura roca sobre la que apenas hay vegetación, por cuanto el sol recae sólido y pleno sobre su superficie rocosa cuyas aristadas sombras forman en el espacio líneas rectas y toda clase de formas geométricas. No olvidemos que Apolo, el dios que la bendice, es considerado el dios geómetra y las esculturas cicládicas se definen precisamente por la geometría de sus formas. Mª Ángeles Díaz. 

https://www.facebook.com/maangeles.diaz

Texto en pdf en la BibliotecaHermética.com

https://www.bibliotecahermetica.com/2022/09/delos-y-delfoscentros-sagrados-de.html

Y en "Temas de la revista Symbolos: 

https://www.2enero.com/temas/symbolos.htm




miércoles, 14 de septiembre de 2022

APOLO ENAMORADO DE LA NINFA DAFNE, un símbolo de la esquiva Dama Sabiduría

Théodore Chassériau, Apolo y Dafne. 1845.

 


Cuenta la Tradición que Cupido tras extraer dos flechas de su aljaba, una de oro y otra de hierro y plomo, las lanzó con su arco yendo a dar la de oro al delio Apolo y la otra a la ninfa Dafne.
Después de recibir el impacto Apolo se siente ardientemente enamorado de la ninfa. Esta, sin embargo, huye aterrada pues no siente sino un gran rechazo por el apasionado amante que no desea otra cosa que las nupcias con ella siendo así que la persigue tratando de enamorarla.
“Ninfa, te lo ruego, espera no te sigue un enemigo, el amor es la causa de seguirte.
¿Acaso no sabes quién soy? No soy un pastor de rebaños. No sabes de quien huyes ni por qué huyes. …Júpiter es mi padre. Yo descubrí la medicina y auxiliador por el orbe se me llama y el poder de las hierbas sometido está a nos.
Ay de mí, que por ninguna hierba el amor es sanable y no sirven a su dueño las artes que sirven a todos”.
La fugitiva no quiere escuchar las súplicas del delio Apolo a pesar de que estas le llegan por las alas del amor. Por ello pide ayuda a su padre, dios de un río, quien aun deseando tener de su hija nietos le había prometido, tras habérselo suplicado esta, que la mantendría virgen como la delia Diana, pues como gemela de Apolo, también había nacido en el monte Cinto, de la isla Delos.
Siendo así, y por cumplir la promesa dada, hace que su hija Dafne pierda su figura mientras huye del ardiente Apolo y pronto su cintura, y de inmediato todo su cuerpo, se ciñe de una tenue corteza de la que brotan ramas y olorosas hojas.

Nace así el árbol del laurel con el que Apolo, en recuerdo de ese amor no logrado, distingue con coronas laureadas a los héroes que consiguieron su hazaña.

Dafne o laurel, o es otra que la esquiva Laura de Petrarca, es decir la Dama Sebiduría que todo iniciado en los misterios quiere alcanzar para hacerla dueña y señora de su corazón. Mª Ángeles Díaz

lunes, 8 de agosto de 2022

DE ANDROS A EGIPTO A TRAVÉS DE SUS ANIMALES SAGRADOS

Dios Babuino, una imagen de Thot.  Pieza exhibida en Madrid procedente del Louvre. En su cabeza un creciente lunar y la esfera solar, sobre su pecho el Ojo de Horus. Capa de plumas de halcón. (Horus).

  


Gracias al único manuscrito de Horapolo del Nilo, último sacerdote del templo de Isis, hallado en Andros por el navegante Cristóforo Buondelmonte quien lo entregó a Marsilio Ficino para su estudio, pudo Champollión descifrar la Piedra Roseta y con ella obtener la traducción del lenguaje secreto de los jeroglíficos egipcios.

Así supimos, por ejemplo, que los antiguos egipcios, de quienes tanto hemos heredado los occidentales, asociaban a sus dioses con ciertos animales sagrados, como el ibis o el babuino, pues en ambos animales descubrieron un aspecto de Thot.

En el caso del Babuino los sacerdotes de Thot observaron que este animal tiene una relación muy especial con el tiempo cíclico, y con el sol, pues sentado al amanecer observa con alegría la salida del astro celebrando con chillidos el acontecimiento del orto diario. Una actitud que evidencia su participación en un rito cósmico al tiempo que pone de manifiesto su condición de escriba de Thot. Esa es la razón de que en el lenguaje jeroglífico de los antiguos egipcios para referirse a Thot se le llame Mensajero y Babuino indistintamente.

Acerca de los babuinos, Federico González Frías escribe en su Diccionario:

"Los egipcios los llamaban hijos de Thot, el escriba divino. También eran los amos del tiempo y del calendario. Son igualmente guías o psicopompos en el viaje post-mortem”.

En su papel de psicopompos vemos representado al babuino ayudando a Thot a pesar en la balanza las almas que piden paso a la entrada a la nueva vida.

Esa es la razón de que, según se lee en el “Libro de los Muertos”, el corazón del difunto se colocara en una escala y en ella se sentaba un babuino como si estuviera en la proa de la nave de Ra, oteando el horizonte del nuevo amanecer. El animal tenía la función de informar, al atravesar las aguas, que el saldo que había dejado en aquella vida estaba en perfecto equilibrio. Imágenes en papiros o en cámaras funerarias muestran al babuino en el fiel de la balanza.

Son cuatro los babuinos que representan el espíritu del alba, los cuales tienen en el concierto cósmico el papel de conducir la barca de Ra hacia la otra orilla, y de cantar un himno al sol naciente. Asimismo, también hay muestras del dios Babuino representando a la Luna, porque ella, como Thot, es la que en la noche retiene al sol. 

Lo siguiente es una "fórmula de invocación a los cuatro Babuinos". Se dice que Thot jamás dejó de escuchar a nadie que la invocara.

"Salve, vosotros, los cuatro Babuinos que os sentáis en la proa de la barca de Ra, que lleváis justicia y verdad al Señor del Universo, que separáis al débil del poderoso que alegráis a los dioses con aliento de vuestras bocas, que dais ofrendas divinas a los dioses y ofrendas funerarias a los bienaventurados". Mª Ángeles Díaz

 


Un escriba recogiendo los mensajes dictados por el Dios Babuino

 Ver también:

https://dmiventana.blogspot.com/2015/04/egipto-traves-de-sus-animales-sagrados.html



Serie: Teatro Hermético de la Memoria


miércoles, 3 de agosto de 2022

LA FILOSOFÍA PLATÓNICA EN LA MISTERIOSA ANDROS, ISLA DE LA CÍCLADAS

Vista de Andros

"Calles estrechas y empedradas que suben, otras que bajan y pasan por debajo de una casa, de un puente, junto a una pequeña iglesia ortodoxa; son preciosas construcciones blancas, muchas de ellas con las cúpulas pintadas de turquesa, como el mar que las circunda. Se trata de verdaderas joyas paisajísticas, como un capricho arquitectónico que hubiera mandado edificar el propio mar Egeo para mirarse a los ojos, pues es imposible no conjuntar con la mirada los blancos edificios de azulados adornos, con el tono del mar y el cielo, cuyos azules son continuamente salpicados de blancos copos, unos formados por la espuma de las olas, otros por las algodonadas nubes que se forman y diluyen. En las alturas de la isla y echando la mirada hacia los profundos valles donde se yerguen los núcleos de vida de los andrios, el verde entra en escena y cubre este animal repleto de vida.

Lo cierto es que esta isla ofrece estampas idílicas y cualquier enclave, a lo largo de sus 374 kilómetros, expresa una belleza casi perfecta. Homero es el primero, de un rosario de autores, que nos hablan de estos parajes. Y así dice en uno de sus versos, justamente en el canto IV de la Odisea, donde señala la bonanza climática del entorno.

La vida de los hombres es más cómoda,

no hay nevadas y el invierno no es largo;

tampoco hay lluvias,

pero Océano deja siempre paso a Céfiro

que sopla sonoramente para refrescar a los hombres.


Desde que atracamos en Gavrio, el puerto de Andros situado en una preciosa bahía en sotavento, la isla no ha dejado de dar señales de su magnetismo y de su fuerza evocadora. Este es sin duda un enclave poderoso, provisto de una fuerte naturaleza, insólita para una isla, pues a poco que se recorre se descubren las cascadas de agua y los manantiales salutíferos de los que con tanto entusiasmo nos hablaban los antiguos viajeros y todo aquel que estuvo en Hydrousa, nombre que antiguamente recibía Andros precisamente por su cantidad de agua. También sus montes sorprenden por la altitud, algo que no es corriente en una isla, pues tiene montañas de hasta 994 metros de altura. Filóstrato, en un texto del siglo III, relata que además de ríos con aguas medicinales con las que tratar distintas dolencias, por Andros cruzaban corrientes de vino:

La tierra de Andros está tan henchida de vino por obra y gracia de Dionisos, que estalla y le envía un río a sus habitantes. Si los comparas con un río de agua su caudal no es grande, pero si piensas que es de vino, sí es un río grande, y sagrado. Quien bebe de sus aguas bien puede desdeñar las del Nilo y el Istro y decir de estos ríos que serían más estimados si, aun siendo mucho más pequeños, tuviesen un caudal semejante.

 

Muchas cosas he descubierto desde que emprendí el periplo hasta esta “isla verde”, evocación poética y simbólica de un lugar mágico y épico, situado en el “más allá”, pero que es a la vez la sede de nuestra verdadera identidad. 

Una de las cosas más significativas hallada en esta geografía legendaria y sagrada ha sido descubrir que Andros fue, durante la Edad Media, un enclave en el que Miguel Pselos (1018-1079), reconocido como el “máximo representante del Renacimiento bizantino” y un enamorado de la metafísica de Platón, fundó una escuela filosófica donde enseñó y difundió dicha Filosofía platónica". Fragmanto del libro: Viaje Mágico Hermético a Andros. Una Aventura intelectual. Mª Angeles Díaz. Editado por Symbolos. Seguir la Página del libro en Facebook






miércoles, 27 de julio de 2022

MIGUEL PSELOS, PLATÓNICO BIZANTINO, UN AMIGO EN LA ISLA DE ANDROS


"[...] Otro lugar significativo en la isla de Andros al que estuvo ligado Miguel Pselos de una u otra manera, y por supuesto donde seguramente se conoció el manuscrito de Horapolo del Nilo, es Paleopolis, nombre de la antigua capital de Andros, un enclave muy próximo al mar. Allí existen restos arqueológicos pertenecientes a un templo de Zeus y es el lugar, precisamente, donde apareció, casi perfecta, la estatua conocida como “El Hermes de Andros”, la pieza más emblemática con la que cuenta el museo de esta isla. Mientras estoy sentada en la terraza de una de las lindísimas tabernas que hay, una junto a la otra, en la misma calle donde se encuentra el museo arqueológico, y muy cerca también del museo marítimo, veo pasar a un sacerdote vestido con la misma sotana negra que usó Pselos, y que usan todos los sacerdotes ortodoxos. Pienso si este sabrá algo de Pselos, y de la enorme importancia que siempre tuvieron las ideas platónicas y herméticas, y cómo éstas han conseguido fomentar, siempre que aparecieron con fuerza, una aurora en la cultura, o sea, constituirse en un faro de luz para ciertos periodos de la historia.

Miguel Pselos que es sin duda uno de esos protagonistas en el siglo XI, siendo profesor en la Universidad de Constantinopla, logró insuflar a sus jóvenes alumnos el amor que él mismo sentía por esa forma de acercamiento a lo más íntimo del ser.  En sus clases infunde a los alumnos la pasión por ampliar los conocimientos y profundizar en la cultura griega. Y así fue como adquirió la fama de hombre culto y refinado que se extendió entre sus contemporáneos al punto de ser considerado la persona más sabia de Bizancio. 

Para Miguel Pselos la cultura arcana lo poseía todo; todo el saber, y no veía ninguna diferencia sustancial entre las enseñanzas paganas y el Cristianismo, una idea que sería retomada y defendida por sus seguidores en el Renacimiento. Por ello dedicó su talento y su esfuerzo a recopilar a los clásicos y comentar sus obras. Como decíamos, tanto las Sagradas Escrituras, las obras de Hermes Trismegisto o los Oráculos Caldeos, hallando idénticas referencias y misterios en todos estos planteamientos sapienciales. Cuando muchos combatían, desde su ignorancia, las ciencias naturales, como la Astrología o la Magia, calificándolas de supersticiones, él las estudiaba detalladamente para explicarlas. Y así diferenciar lo verdadero de lo falso, señalar cuáles eran los textos que incurrían en el error, el ocultismo y la superstición, y en cuales otros lo que se exponía eran verdaderos conocimientos científicos y filosóficos. Estos son los que trató de aproximar al público dando explicaciones científicas sobre los fenómenos que se consideraban extraños, señalando, no obstante, que no todas las cosas pueden ser comprendidas ni demostradas, pues

Si bien toda cosa tiene su causa, eso no significa que no haya realidades inaccesibles al razonamiento y a la demostración, tal como lo pretendían los estoicos (…) No todo lo divino es abordable, ni toda la Naturaleza puede ser comprendida por la razón.

Pselos, no obstante, debió defenderse de la acusación de paganismo, que se fundamentó en su constante defensa de las ideas griegas. Xifilino, rector de la Escuela de Derecho de Constantinopla, puesto al que accedió por recomendación de Pselos, fue el que le hizo tal acusación, aduciendo que Miguel pretendía, con su adhesión a Platón y sus aficiones helenísticas, perturbar a la Iglesia. Pero de todo esto hay muchas cosas por decir y aún por esclarecer y algunas de ellas se explicarán aquí".  Mª Ángeles Díaz. Fragmento del libro Viaje Mágico Hermético a Andros. Ed. Symbolos, Barcelona.  ISBN: 9788461714452. Seguir en Facebook


“Este libro trata de un viaje a la isla de Andros, en las Cícladas del mar Egeo, desde donde de manera sorpresiva y a través de la historia, la geografía, el arte, el símbolo y el mito se penetra en las fuentes de la cultura occidental visitándose algunos de los lugares más significativos de la misma (Atenas, Delfos, Delos, Mitilene, Florencia, Siena, Ferrara, Mantua, Milán, entre otros) en compañía de filósofos, poetas y artistas griegos, romanos, bizantinos y renacentistas, cuyo pensamiento llega hasta nuestros días con Federico González Frías, revivificador de esa perspectiva y a quien la autora dedica el libro."

martes, 7 de junio de 2022

ANDROS, PARADIGMA DEL CENTRO DE UNA HISTORIA VERTICAL Mª Ángeles Díaz


No todos los viajes terminan cuando uno regresa al lugar donde tiene su casa, su familia, su trabajo, su rutina… Algunos son como si se llevaran dentro y por eso son viajes que continúan realizándose en el interior, suscitándonos nuevas aventuras intelectuales y encuentros con personajes verdaderamente fascinantes, a los que merece la pena conocer, indagar en sus vidas y obras, lo que abre una ventana a otra época y otro entorno vital y geográfico. Pero especialmente abren un espacio nuevo en el corazón y una renovada percepción sobre las cosas. Cierto que eso nos puede ocurrir en cualquier parte a donde vayamos, pues personajes insignes los ha habido por doquier a lo largo del tiempo, pero lo que no es habitual es descubrir que las personas más relevantes con las que te vas encontrando «fortuitamente» en el trayecto, si bien pertenecen a diferentes momentos de la Historia, están todas ellas mágicamente vinculadas a la isla de Andros y al mismo tiempo a la Tradición Hermética.

El hecho de que Hierogliphyca, el libro de Horapolo del Nilo, nada menos que el eslabón que une la tradición griega a la egipcia, y que descubre los misterios de la lengua del sacerdocio, se conservara en Andros hasta el Renacimiento –cuando fue adquirido allí por Cristóforo Buondelmonte quien lo hizo llegar hasta Marsilio Ficino–, para mí está indicando que Andros es un lugar especial y que su vinculación con Thot-Hermes está ratificada en todos y cada uno de los fragmentos de su historia y su arqueología. Así lo intuyó Federico, que es quien primero se fijó en esta isla vinculada con la Tradición Hermética.

Lo cierto es que he podido comprobar que estas ilustres personas a las que me refiero, y que de forma asombrosa desde el principio me salen al paso, constituyen en mismas eslabones de la cadena áurea. Se trata de personajes cuya relevancia ha sido la de sustentar a lo largo de las épocas, la Filosofía Perenne, siendo ellos los que, en distintas coyunturas del tiempo, han mantenido vivo el lazo de los seres mortales y transitorios con la Identidad Suprema. Y aunque el nivel de aproximación y comprensión que alcanzaron es distinto en cada uno de ellos, como diferentes han sido sus circunstancias y sus propias sensibilidades, lo llamativo es que todos se han constituido en la correa de transmisión de la Antigua Sabiduría egipcia y greco-romana que vivió a través de Pitágoras, Sócrates, Platón, los neo-pitagóricos y los neo-platónicos, quienes asimilaron y sintetizaron todo ese saber ancestral heredado de la Tradición Primordial: aquélla que nos señala a los hombres de todas las épocas el camino vertical y nos da los valores eternos, soporte fundamental para crear –o refundar–, adaptándola a los tiempos, una Cultura.

El caso es que hace más de cuatro meses que volví de Andros y sin embargo el recuerdo de ese lugar no ha dejado de tener presencia viva en mi memoria, especialmente porque no han dejado de producirse hechos verdaderamente mágicos que me acercan una y otra vez a la isla, dándome a conocer una historia verdadera, aunque aparentemente oculta, relacionada con la Tradición de Hermes y con el Mediterráneo. Sin duda algo me querrá decir todo esto, tal vez tenga que volver a Andros...

No me mueven deseos de aventura, aunque sabemos la eficacia que tienen los viajes para cambiarnos las imágenes e integrarnos en un tiempo nuevo. Aquello que me llevaría de nuevo a la isla es más bien una necesidad espiritual de rememorar y fijar, o sea, de seguir profundizando en ciertas señales e indicaciones que me dicen y me hablan con fuerza magnética de Andros.


La intención no es devolverles la memoria a esos parajes y a los héroes que los poblaron, y que me asaltan continuamente en el camino, sino que estos antepasados me la devuelvan a mí. Y porque lo interesante y emocionante del asunto es comprobar que las señales que de continuo recibimos, mezcladas entre cientos de cosas aparentemente inconexas, están concatenadas y que más bien se trata de afinar el oído, o mejor, encontrar el hilo vertical que las une como las perlas ensartadas por el destino, haciéndonoslo todo más comprensible.


Ese es el sistema que utiliza el lenguaje simbólico para comunicarnos las verdades más íntimas y misteriosas, pero también las más reveladoras, que son las que de ordinario se ocultan tras las apariencias de una simple anécdota. Sin embargo, muchas veces sólo hace falta prestarles la atención adecuada para advertir su ligamen con otros planos y descubrir, de ese modo, un discurso coherente y pleno de analogías. Se nos revela, por así decir, otra lectura y dimensión del tiempo y del espacio, pero sobre todo se revelan ámbitos secretos de nuestra geografía interior. Seguramente es en este sentido como deben entenderse las palabras de Federico, cuando señala que:

 

…el hombre es un privilegiado, pues en cualquier momento puede recuperar la memoria de sí, intentar reconstruir su pasado glorioso, volver a sus fuentes perdidas.

El hilo del tiempo teje permanentemente en su rueca esta urdimbre y trama, que es un soporte para conocer lo atemporal, lo eterno, presentido oscuramente en nuestro interior, y que es, en definitiva, el motor secreto que nos impele a realizar todos los actos, aunque no sepamos este hecho o lo traduzcamos de mil maneras tan superficiales como anecdóticas. (El Simbolismo de la Rueda, cap. VI).


Estos son los preliminares de los que parto para relatar los entresijos que me llevaron a descubrir nuevas etapas de mi viaje mágico-hermético a Andros, la isla convertida para en paradigma del centro de una historia vertical. Mª Ángeles Díaz