Trótula de Salerno, siglo XI d.C |
Debemos referirnos aquí a estas damas medievales que tuvieron conocimiento y practicaron ciertas artes
herméticas y mágicas relacionadas con la Medicina natural y la cirugía. Una tradición que continuó viva durante el Renacimiento donde dichas prácticas fueron tildadas
de brujería.
Sin embargo, en
Salerno, ciudad al sureste de Nápoles, había un grupo de mujeres que desde el siglo IX d. C. practicaban la Medicina y escribían tratados donde daban a conocer sus descubrimientos, las
cuales gozaron de gran estimación. La más célebre de todas ellas fue Trótula de Ruggiero que
vivió en esta ciudad italiana durante el siglo IX y enseñó Medicina a muchas
mujeres.
A pesar de que a veces se presenta como una figura legendaria, lo cierto es que se le atribuyen obras médicas muy importantes como Passionibus
Mulierum Curandorum , más conocida como Trotula major, un libro acerca de los tratamientos
adecuados para distintas dolencias femeninas, y en el que trata temas tan avanzados
como el control de la natalidad o la infertilidad, señalando, por primera vez,
que ésta podía ser igualmente causa de
un defecto del hombre como de la mujer. También es de destacar su forma de suministrar opiáceos a las mujeres durante el parto con el fin de mitigar los dolores.
Su trabajo de investigación abrió el campo de la Ginecología y Obstetricia en Europa, aunque ella ejerció la
Medicina general siendo sus conocimientos la fusión de los estudios adquiridos
a través de los científicos y médicos griegos, romanos, cristianos, árabes y
judíos, por lo que su escuela de Salerno se convirtió en la más prestigiosa del
siglo XI en Europa. Entre las mujeres médicas también se cita a Abella, autora de De Atrabile (Acerca
de la bilis) y De natura seminis humani (Sobre la naturaleza del semen
humano).
Volviendo a Trótula debemos mencionar otro de sus libros, el que lleva por título Ornatu Mulierum o Trotula minor, donde se ocupa de la higiene y de la cosmética femenina. En dicho tratado aparecen recetas de pomadas para eliminar las arrugas, una fórmula para un lápiz de labios a base de miel, jugo de remolachas, calabaza y agua de rosas; recetas para mantener sana y blanca la dentadura o distintos procedimientos para elaborar tintes para el cabello.
Asimismo debemos citar aquí a otra mujer médica, exactamente cirujana, que utilizaba el
seudónimo de Mercuriade. Otro nombre a destacar es el de
Rebeca Guarna a quien se deben varios
tratados médicos, tres de los cuales son: De febribus (Sobre fiebres), De
urinis (Acerca de las orinas) y De embryone (Sobre el embrión).
Con ellas honramos a las muchas mujeres que dedicaron su talento al avance de la Medicina, algunas de las cuales, como decimos, fueron consideradas brujas precisamente por su conocimiento para realizar operaciones quirúrgicas, elaborar medicamentos, pócimas y ungüentos, y por atreverse con estudios como los que hemos citado.
Con ellas honramos a las muchas mujeres que dedicaron su talento al avance de la Medicina, algunas de las cuales, como decimos, fueron consideradas brujas precisamente por su conocimiento para realizar operaciones quirúrgicas, elaborar medicamentos, pócimas y ungüentos, y por atreverse con estudios como los que hemos citado.
A pesar de ello estas “Damas de Salerno” lograron marcar un hito en la Historia de la Medicina, abordando temas desconocidos y llevándolos a la escritura mediante tratados que han sido los libros de texto en prácticamente todas las universidades europeas.
Gran número de esos tratados farmacológicos y médicos fueron traducidos
a distintos idiomas por otras mujeres que encontraban en ellos remedios para
sus propias necesidades médicas. Es el caso de El Séfer Ahavat Nashim
(Libro de amor de mujeres) una compilación anónima realizada en la segunda mitad del
siglo XIII, donde se recogen distintos tratamientos. Mª Ángeles Díaz