Banquete renacentista.
Lucrecia Borgia acababa de casar a una de sus
doncellas, pues era parte de la responsabilidad de la Dama de Palacio ocuparse
de la educación de las jóvenes de su Corte, de sus doncellas, a las que procuraba buena educación y un matrimonio con
algún caballero que las mereciera y cumpliera seriamente con ellas. Por eso el
ambiente de Los Asolanos no le podía
ser más conocido, ya que las conversaciones desplegadas en dicho libro se
desarrollan, justamente, en el entorno de la celebración de la boda de una de
las doncellas de la reina Caterina Cornaro de Chipre, en la villa de Asol
Tiziano. Caterina Cornaro, reina de Chipre
Sin duda un escenario muy bien escogido por Pietro
Bembo al tratarse de una isla convertida en el último bastión contra la invasión turca, que
después de 1489 en que la República de Venecia se hace con su gobierno, su
reina, viuda, mantiene de forma independiente su Corte de régimen monárquico
dentro de dicha República. Es decir que a pesar de las presiones mantuvo su
propia política basada en los principios defendidos por Dante en la Monarquía y por supuesto por Platón en El Filósofo, que son los mismos por los
que apostaron las Cortes italianas como modelo a seguir.
La idea consiste en "crear al príncipe", es
decir, educarlo desde niño por los mejores filósofos a fin de convertirlo en el
mejor y más justo de los ciudadanos, capaz de ser guía y modelo de su pueblo.
Pues bien, en Asol, en el momento de la incursión de Bembo, quien se erige en
cronista del acontecimiento, es esta reina quien gobierna, y a la que en todo
momento debemos identificar simbólicamente con la reina de Chipre, es decir con
la diosa Afrodita, quien está celebrando
la boda de una de sus doncellas, razón por la que una serie de invitados ilustres
se encuentran en la villa de Asol
Francesco Hayez, 1841. "La Reina Caterina Cornaro recibiendo a un enviado veneciano"
Efectivamente, el relato de Pietro Bembo se basa en lo acontecido durante
tres jornadas distintas y comienza en el banquete de la boda donde están reunidos
los más selectos personajes del momento, y los embajadores de las distintas
cortes italianas.
Bembo cuenta que durante el tiempo que duraron dichos festejos todos los invitados residen en el palacio; juntos comen y celebran de día, y
tras retirarse a descansar un rato por la tarde, vuelven al anochecer a festejar
con música, danza y juegos de inteligencia, siendo estos los ritos sociales de
las cortes ideadas por los hermetistas. Pensemos que estos banquetes se
revestían de una rica escenificación teatral, con decorados fabulosos y
actuaciones bien orquestadas. Grandes artistas como Leonardo da Vinci, por
citar al más grande, desempeñaron el cargo de Maestros de Banquete. Y piezas
teatrales que pusieron las bases de la Opera, como es la Favola de Orfeo, de Angelo Poliziano, el poeta homérico según se
refería a él Marsilio Ficino, nacieron en este enmarque teatral de los
banquetes de boda.
El arranque de la obra se produce justamente tras la comida, cuando aún
están todos a la mesa. En ese ambiente propicio para la conversación en torno a los Misterios de Amor, y en
honor a Afrodita y Eros, irrumpen dos bellas jóvenes portando un laúd y
situándose a la cabecera de la mesa, donde se encuentra la reina... Si te
interesa conocer más detalles ven a leer el capítulo siguiente.
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