Viendo la fachada de la Abadía de Bath y a los ángeles que, azarosos suben por una escala vertical, uno
se podría preguntar:
¿qué significado tiene que unos seres dotados para el vuelo necesiten
de una escalera para ascender y descender de la tierra al cielo, y desde el
cielo a la tierra?
Sin embargo esta historia simbólica, que tiene su origen en
el sueño de Jacob, forma parte de la literatura sagrada de nuestra tradición sapiencial
y por eso se halla consignada no sólo por escrito, sino en el arte, tanto
pictórico como escultórico y arquitectónico, tal el caso que nos ocupa, y
siempre como una indicación esotérica referida al proceso iniciático del hombre, que es
quien verdaderamente necesita conocer esos peldaños, o lo que es lo mismo, los
diferentes aspectos de la realidad, ya que la escalera no sólo es símbolo del
Eje del mundo, sino que representa los
escalafones que existen entre los diferentes estados del ser, que son simultáneos
en su realidad arquetípica, pero que el hombre ha de recorrer y vivir de manera
sucesiva, en el tiempo y en el espacio durante el camino del Conocimiento.
En su sentido iniciático la escalera es símbolo del ascenso espiritual y también del descenso al interior de la tierra, primera parte del viaje del adepto. Jacob, en un sueño célebre vio descender y ascender ángeles del cielo a la tierra y de la tierra al cielo por medio de una escalera.
El viaje espiritual ha sido siempre homologado con un descenso hacia lo bajo seguido de un ascenso a las alturas, a los cielos.
Las pirámides precolombinas son escalonadas y van de la base a la sumidad, de lo grande a lo pequeño y representan el ascenso iniciático a las alturas de un monte, a su parte más elevada, lo mismo las pirámides egipcias y los zigurats babilónicos.
Fachada de la Abadía de Bath. Inglaterra, una de las joyas más deslumbrantes del arte gótico inglés.