"Jesús nace en el seno del pueblo judío, y su linaje se remonta a los reyes de Israel, a la casa de David, de la cual desciende. Su nombre hebreo, con el agregado del griego Cristo, identifican a aquél que enviado del Padre para la Redención y la Salvación de la humanidad, gustaba de apelarse 'Hijo del Hombre', evidenciando así su doble naturaleza, divina y humana, arquetipo de la composición dual del hombre, símbolo vertical y axial de la comunicación cielo-tierra, hecho a imagen y semejanza de su Creador.
Jesús nace oculto en un humilde sitio y es visitado y adorado por tres reyes y
magos que siguiendo la luz de la estrella han llegado a conocerlo. Luego va
creciendo en sabiduría y bondad y después de sortear varios peligros, en los
que sus padres lo protegen, quiere ser bautizado por su primo Juan, el asceta
que vive en el desierto, el cual bautiza con agua, mientras que él bautizará
con fuego, con su sangre sacrificial simbolizada por el vino. De allí en más se
desarrolla una historia iniciática que los Evangelios recogen puntualmente y
donde prima el sentido esotérico sobre cualquier otra cosa, a tal punto que si
no fuera por este sentido resultaría absurdo lo que se afirma en ellos, por
contradictorio e irracional y por lo tanto oscuro y confuso.
En los Evangelios
florece el conocimiento de la auténtica Tradición de Israel, aquélla que
acuñara Moisés el Egipcio y que el Salvador hereda y plasma de acuerdo al
desarrollo del tiempo y los ciclos y ritmos de todo proceso, en este caso, en
el que nos tocó existir. Todo está en los Evangelios si se los sabe leer. Su
enorme contenido emocional, y su belleza rebasan las interpretaciones
racionales y materiales y nos presentan la tremenda y magnífica semblanza del
Hombre-Dios y el paradójico recorrido de su vida que acabará en el corazón de
la cruz, después de haber sido recibido triunfalmente en Jerusalén y luego de
haber pasado por pruebas y atravesado el Jordán varias veces.
Allí entrega
finalmente la vida y el tiempo y renace definitivamente en la Vida Eterna en
comunión con su Padre con el que forma una sola y única substancia revestida de
un Cuerpo de Gloria. Tal es aquel hombre histórico y arquetípico, imagen viva
del Cristo interno, Universal y Eterno, que dijo: 'Yo soy el camino, la verdad
y la vida'; también dejó dicho: 'Buscad y encontraréis'." (Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Federico González y Colaboradores).
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