Frecuentemente aparecen actos de secuestro en los relatos
sobre los dioses y los héroes, se trata siempre de dramas simbólicos y son una
forma de explicar el rapto que sufre el alma que es seducida o atraída por el
Amor al Conocimiento. Cuanto más inocente y virgen sea esta alma, mayor
atractivo tiene para el espíritu ya que así puede modelarla de acuerdo a él
mismo y hacer de ella su paredro. No su gemela, sino su esposa, su igual a la
que poder inspirarle toda clase de cosas bellas y sorprendentes. Eso mismo se
cuenta precisamente acerca de las musas de las que se dice que cuando se
apoderan de un alma para inspirarla la transportan a sus moradas donde le
enseñan odas y otros poemas que sirven para la enseñanza de las generaciones
nuevas.
Arriba El Rapto de Perséfone. Alessandro Allori
sobre estas líneas:
Mismo tema en los Jardines de Versailles.
Escultura de Girardon sobre dibujos de Le Brun.
El proceso iniciático del alma es asimilado al de la semilla
secuestrada por Amor para fecundarla y devolverla de nuevo al mundo trasformada
ya en su esposa. A esta clase de amor se refieren precisamente las leyendas que
funden a Perséfone con Afrodita-Venus. Esta unión de los contrarios, a veces
forzada, señala que ambas partes del ser humano (alma y espíritu) han de vivir
juntas el paso por la caverna iniciática. Morir o disolverse juntos para nacer
finalmente a su unidad. Es lo que en el Hermetismo y la Masonería se conoce
como la realización de las Bodas Alquímicas. Orfeo se refiere a este mito
invocando a la bella Afrodita en estos términos
"Venerable compañera de Baco. Que te complaces en las
festividades. Propiciadora de las bodas. Madre de los Amores. Manantial de
persuasión que se complace en el lecho. Apasionada por los hombres.
Vivificadora que a muchos pueblos cautivas por la desenfrenada fuerza de la
pasión amorosa".
Perséfone y Dioniso. Pinax o tabla. Locri.
Y en este mismo sentido, la controvertida y mítica poetisa
griega Safo, la invoca para que sea su aliada en los temas del amor:
"¡Acude a mí [Afrodita] y líbrame de mis penas, y todo
aquello que mi corazón desea que se cumpla, cúmplemelo tú en persona, sé mi
aliada! Sólo contemplarte un solo instante y ya ni una sola palabra decir
puedo, mi voz se quiebra y un tibio fuego al momento recorre mi piel, con mis
ojos nada veo, y sordos tengo los oídos, de arriba abajo el sudor me brota y
toda yo tiemblo, más verde que la hierba estoy y sin embargo siento que poco me
falta para la muerte".
Este enamoramiento pasional forma parte del viaje iniciático
y se experimenta como un tipo de arrebato calificado por algunos maestros
herméticos como una locura de amor por el Conocimiento y, como tal,
experimentada como ardor intenso en el corazón por lo que ésta sólo ha podido
ser comparada a la pasión amorosa. De tal modo es importante ese furor pasional
que sin el calor que provoca no hay combustión ni transformación de la
conciencia; ese es el sentido simbólico de que Deméter, en calidad de Nodriza,
pusiera en el fuego al niño que criaba, el príncipe de Eleusis, primer iniciado
en los misterios de la diosa, y a quien ésta quería hacer inmortal como a un
dios.
La cultura popular, que si bien no crea sí conserva las
tradiciones a través del folklore, ha recogido la idea del rapto simbólico y de
las Bodas Alquímicas entre el espíritu y el alma, asociándolas a los cortejos
nupciales; es así que en algunos ritos de esponsales incluso se escenifica el
rapto de la novia por parte del novio o de algún familiar de éste, que lo hace
en su nombre, dando con ello inicio a la ceremonia. Casi siempre amparándose en
la noche se produce el secuestro de la mujer para conducirla a su nueva casa, y
en ocasiones nuevo pueblo, ritualizando mediante esta escenificación el cambio
de estado. Siendo secuestrada, la novia es, con respecto a sus dioses tutelares
(es decir los dioses lares y los penates que eran los propios de cada familia y
de sus hogares), inocente de haberlos cambiado por otros nuevos, evitándose con
esto el enojo de cualquiera de ellos. Hacer traspasar a la recién casada el
umbral de su nueva casa en brazos del marido tiene su raíz en esta tradición
del rapto que ejemplifica el secuestro sagrado del alma por el espíritu
fecundante.
Rubens. El rapto de las hijas de Leucipo de 1616
El arte en la antigüedad, y luego en el Renacimiento,
especialmente el pictórico, escultórico, la cerámica, la tapicería, el bordado,
etc., se vieron completamente inspirados por este mito del rapto. Hoy podemos
ver escenas reproduciendo el secuestro de Perséfone-Proserpina por Hades, el de
Europa por Zeus o el de la hermosa Helena (ganadora del primer certamen de
belleza) por el príncipe troyano Paris, en los principales museos del mundo.
Son escenas representadas sobre lienzos, decorando vasos, fuentes, ánforas,
sobre baúles o arcones, así como en otros muchos enseres pertenecientes a
ajuares, lo que se advierte al ver que en bastantes de estas piezas se
presentan escenas nupciales en donde la novia, engalanada según las costumbres
de la época, aparece violentada de alguna manera, bien siendo agarrada por el
brazo o directamente viéndose introducida en un carro con el que será conducida
a su nueva morada. La tradición popular ha conservado este mito, aun sin
comprenderlo en su esencia más profunda, en la costumbre de que los nuevos
esposos se retiren de la ceremonia nupcial en una carroza o coche, a menudo
tirado por caballos, con el que emprenden su primer viaje de casados,
desapareciendo así de entre los suyos para morir definitivamente a su etapa
anterior y tornar renacidos inmersos ya en su nueva vida de casados.
La asociación tradicional que hace del matrimonio y de la
muerte asuntos semejantes, en el sentido de que ambas situaciones suponen un
tránsito a otro estado, también ha quedado arraigada en la memoria popular, ya
que en muchos lugares aún se acostumbra a guardar el traje de la boda para el
propio funeral. El mismo origen mítico tiene la costumbre de ataviar, como si
de una novia se tratase, a la joven fallecida antes de haber sido desposada. E
igual equivalente simbólico tiene, entre algunos pueblos americanos y también
africanos, la manta nupcial utilizada en el lecho y empleada luego como
mortaja.
Perséfone, es un aspecto de la diosa que encarna tanto las
energías que descienden del cielo, como aquellas ascendentes que impulsan el
crecimiento de la nueva planta; por tanto, además de la semilla, Perséfone
simboliza la lluvia que emanando del cielo penetra en la tierra y la fertiliza.
De ahí que esta joven diosa sea hija de Zeus, dueño de las nubes y del rayo, y
a veces también su esposa, en realidad siempre su contraparte y uno de sus
aspectos femeninos.
Luca Giordano. El Rapto de Helena 1680-1683
Este mito violento del rapto por amor, única fuerza capaz de
unir a los contrarios, tomado como idea de un amor superior, es compartido por
otros muchos pueblos. Por ejemplo, entre los aztecas Xochiquetzal, diosa del
amor, la vegetación, las flores y la fecundidad, y esposa de Tlaloc, el dios
del agua y la lluvia, también es raptada por el dios del mundo subterráneo para
liberarla renovada. Es cierto que esta relación entre las energías celestes y
telúricas, simbolizadas por estos mitos, se establecen por intermedio del aire,
la lluvia y otras deidades atmosféricas y de la tormenta como el trueno, el
rayo o el relámpago directamente ligadas a ellos, y que el viento aparece como
trasformador y emisario de la resurrección vegetal, como dice Federico González,
pero también aclara que
"de ninguna manera son sólo eso las deidades
correspondientes al viento. El aire también transporta el sonido e igualmente
el polen y las semillas de las plantas. Pero por sobre todo es el símbolo del
espíritu, el aliento o soplo vital, e inclusive de la palabra, y en este
sentido debe recordarse al verbo como vehículo creacional y generativo,
presente en numerosas tradiciones universales y también mencionado en varias de
la América Antigua, especialmente cuando se comprende que ese verbo no es otra
cosa que el logos griego. En todo caso, el viento como gestor de la fertilidad
de la tierra interviene perennemente en el acto creacional, precediendo a las
lluvias que son su consecuencia". Los Símbolos Precolombinos, cap. XVI: "Plantas
y animales sagrados". Mª Ángeles Díaz
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El Rapto de Europa. Rembrandt |
EN POS DE DEMÉTER. Artículo completo en Revista Symbolos Arte-Cultura-Gnosis 27-28
Y en la página de la Librería Dos de Enero, sección Symbolos
En la Biblioteca Hermética PDF, con el título DEMÉTER. SÍMBOLOS Y RITOS DE LA DIOSA MADRE.
http://dmiventana.blogspot.com/2019/01/en-pos-de-demeter-revista-symbolos.html
IMAGEN DE ARRIBA: Alessandro Allori. El Rapto de Perséfone