Decíamos en el post anterior que los Tribunales de Amor
existieron desde el siglo XII al XIV en la Provenza y también en otros
lugares y en ellos Leonor de Aquitania, su hija, María de Champaña y un grupo de
compañeras y algunos caballeros, ejercieron de mediadoras en conflictos y
disputas entre hombres y mujeres que los elegían como árbitros para dirimir sus
diferencias, y cuyo veredicto estaban obligados a acatar.
Ese fue un modo de educar y corregir comportamientos y errores en el trato entre la pareja, al tiempo que se ponían de relieve los efectos que tiene el Amor sobre las vidas y las relaciones humanas.
Ese fue un modo de educar y corregir comportamientos y errores en el trato entre la pareja, al tiempo que se ponían de relieve los efectos que tiene el Amor sobre las vidas y las relaciones humanas.
Decíamos también que André el Capellán recoge veintiuno de
esos juicios, en cinco de los cuales la sentencia es emitida por María de Champaña;
tres más son sentenciados por su madre, Leonor de Aquitania; otros tres por Alix de
Champaña; cinco por la vizcondesa Ermengarda y dos más por la condesa de
Flandes: Elizabeth de Vermandot de Narbona y uno por la asamblea de
Gascuña.
Por nuestra parte, y a modo de ejemplo, reproducimos tres de esos juicios y su sentencia:
PRIMER JUICIO, ACTÚA COMO JUEZA MARÍA DE CHAMPAÑA
Este dictamen lo reclama cierto caballero, oficial de palacio, quien expone ante el tribunal
que amaba sin medida a su dama y disfrutaba de sus abrazos, ella sin embargo no
le amaba del mismo modo. Ante esa situación él quiso romper la relación, pero
ella temiendo perderlo se opone a su voluntad.
El veredicto de María es el siguiente:
“Ciertamente es perversa la intención de una mujer que exige ser amada, pero se niega a amar. No tiene sentido exigir a los demás sin consideración algo que uno niega”.
SEGUNDO JUICIO, ACTÚAN COMO JUECES UNA ASAMBLEA DE DAMAS
El caso que se presenta ahora para su resolución es el
siguiente: Un caballero divulgó torpemente las intimidades y secretos de su
amor. Todos los que militan en el ejército del amor piden que se castigue
severísimamente semejante exceso, pues temen que el ejemplo de tal traición sea
motivo para que otros lo sigan. En consecuencia la asamblea de damas, reunidas
en Gascuña, tomó por unanimidad la firme y definitiva resolución siguiente:
Que ese hombre perdiera toda esperanza de amor y llevara en todas las cortes, tanto de damas como de caballeros, el estigma de persona censurable y despreciable. Y si una mujer violara temerariamente las resoluciones de estas damas, entregándole su amor, quedaría sometida para siempre a la misma pena y, por tanto, sería tenida por enemiga de toda mujer honesta.
TERCER JUICIO, ACTÚA COMO JUEZA LA REINA LEONOR DE AQUITANIA
Un caballero solicitó el amor de una dama, que ésta se negó
rotundamente a concederle. El caballero, no obstante, le envió unos regalos muy
valiosos que ella aceptó con cara sonriente y ávido corazón. Después, sin
embargo, se mostró esquiva en el amor y su respuesta fue rechazarle de nuevo.
El caballero manifestó sus quejas, creyendo que el aceptar los regalos era
expresión del amor, una esperanza que ahora le negaba sin motivo.
La reina Leonor respondió así:
“O la dama rechaza los regalos ofrecidos, o los compensa con el favor del amor, si no tendrá que soportar pacientemente que se la incluya en la compañía de las prostitutas”.
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