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lunes, 22 de abril de 2024

LA LEYENDA HEROICA DE SAN JORGE Y EL DRAGÓN. Mª Ángeles Díaz (Texto y Vídeo)







Edward Burne-Jones (1866) recoge en este cuadro el momento en el que la Princesa Sabra es conducida al palo sacrificial donde espera ser devorada por el terrible dragón. Ella no sabe todavía que un joven caballero romano de alto rango militar, un tribuno llamado Jorge, la liberaría, matando a la fiera. 

La princesa Sabra, hija del rey de Silene en la actual Turquía, camina hacia el lugar donde habrá de ser sacrificada a un terrible dragón que tiene subyugado y amenazado de muerte a todo su pueblo, al haber ha hecho su nido en una gruta donde se encuentra  el manantial del que dependen.

Ante la gravedad de la situación aquél reino había tomado una decisión drástica y dolorosa. Para distraer al dragón, los habitantes no tuvieron otra opción que distraer al monstruo sacándolo de la cueva donde estaba la fuente, y lo hicieron entregándole periódicamente a una joven doncella, seleccionada por sorteo, con el fin de que mientras la fiera se deleitaba con su presa, otros podían recoger el agua suficiente para sobrevivir hasta un nuevo sacrificio.  

Sabra no era la primera víctima pero si era una víctima especial, pues no solo era la hija del rey sino que era además una joven muy instruida, valiente y justa que según cuentan habría sido ella misma quien propuso ese sacrificio ritual como única forma de que su pueblo no se extinguiera. Una leyenda, por cierto, que guarda un vínculo simbólico con la del Minotauro donde es el príncipe Teseo quien se propone a sí mismo para ser devorado por el monstruo, siendo esa la estrategia con la que pretendía acabar con la bestia.

La noticia de que la princesa Sabra había sido la elegida en aquella ocasión para ser conducida al palo sacrificial se extendió rapidamente por otros reinos, y fueron  muchos los que se reunieron con el rey para buscar junto a él una solución que acabara de una vez con aquel sorteo macabro. Y así fue como también llegó a oídos de un famoso caballero que ya era conocido  como Jorge de la Capadocia, joven y valeroso oficial romano de alto rango, un tribuno, que con su caballo blanco y blandiendo su espada Ascalón, nombre de la ciudad de Insrael donde fue forjada,  finalmente, como Teseo, consiguió matar al dragón y acabar así con aquel intolerable ritual.

Existen distintas leyendas que difieren en ciertos detalles del mito de San Jorge matando al dragón, pero ninguna es diferente en el fondo.

El hecho de que este caballero cristiano lograra acabar con la vida del dragón, devolviendo al país la paz y la vida, supone un rito de re-fundación. Es decir, supone restaurar un orden nuevo favorecedor para todos. Siendo así que, en una época de degradación de una cultura, muchos, entendiendo el significado de esta hazaña como una liberación de viejas ataduras, quisieron abrazar la religión de su héroe, el Cristianismo, aunque es evidente que el relato tiene raíces mucho más antiguas que las cristianas. El mito de Teseo y Ariadna y su hazaña de matar al Minotauro es evidente que está en el origen de esta idea simbólica y sus ramificaciones culturales. Mª Ángeles Díaz.


Sorteo donde se elige a la víctima que debía ser sacrificada al dragón y en el que resultó ser elegida la princesa Sabra.


Sabra atada al poste ritual esperando ser devorada por el dragón


"Fue en la región de Capadocia donde la leyenda del caballero Jorge tuvo su primer arraigo". 


Edward Burne-Jones. La Princesa Sabra. 





Dante Gabriel Rossetti "El casamiento de San Jorge y la princesa Sabra"  (1857).


#santjordi2024 En memoria de mi hijo Daniel

jueves, 1 de agosto de 2019

MITOS Y LEYENDAS DE LAS FLORES "JACINTO"


Cuenta la leyenda que Jacinto era un hermoso príncipe troyano que despertó la pasión amorosa de Tamiris, el primer hombre que se nos muestra cortejando a otro hombre, sin embargo el joven desatendiendo ese amor terrenal se decantó por el de un dios, Apolo, habitante del Olimpo al que seguían las Musas.

Apolo se prendó de la belleza de Jacinto, y de su alma deseosa por conocer, y quiso enseñarle todas sus artes. También Céfiro, que es el dios que se manifiesta en el viento de poniente, se había enamorado de aquel príncipe espartano. Un día en el que Apolo le mostraba a Jacinto cómo lanzar el disco, y viéndolos Céfiro a ambos bajo el sol embadurnados de aceite, tal y como hacían los atletas, cegado por los celos desvió el lanzamiento del disco que fue a dar contra la cabeza de Jacinto hiriéndolo de muerte. 

Apolo intervino con todas sus artes y plantas curativas, más nada pudo hacer por salvarle la vida. Pero sí logró que de la sangre derramada del amigo brotase una bellísima flor perfumada que llevaría el nombre del amado Jacinto. Sangre que equivale a la doctrina o "rocío celeste" que siempre viene a vivificar el tiempo por lo que está ligado a ideas de regeneración y resurrección.  

Ovidio nos cuenta que de las lágrimas que Apolo vertió sobre los pétalos de la flor surgieron las letras griegas AI («¡Ay!»), como símbolo de lamento.

Apolo y Jacinto. Autor desconocido

Las leyendas sobre Jacinto son varias y en ellas se lo asocia a Afrodita, Atenea y Artemisa, sin embargo su culto más relevante siempre estuvo emparentado con Apolo, el dios solar, y con todos los juegos y artes que este le enseñó, que incluyen la adivinación y la música.  
Una fórmula simbólica, la del enamoramiento de un dios por un hombre, que no es otra cosa que la expresión mitológica de esa energía que nos transciende y que nos posee y nos infunde fuego en el alma y ganas de conocer.

Jacinto se convirtió en un héroe civilizador directamente educado por Apolo,  y por ello en su honor se celebraban en verano festivales denominados Jacintias. Efectivamente hay constancia de que eran fiestas muy importantes en Esparta. Jenofonte, por ejemplo, relata que los espartanos interrumpían sus viajes y campañas militares para poder asistir a ellas. Otros autores, como Pausanias, hablan incluso de días de tregua militar. 

Las Jacintias duraban tres días. El primero era un día de duelo en el que se lloraba la muerte del héroe, los dos días restantes estaban dedicados a festejar su renacimiento con juegos y cantos e himnos de niños acompañados de la cítara. 

Wolfgang Amadeus Mozart tenía 11 años cuando compuso una pieza sobre este mito de Apolo y Jacinto, titulado Apollo et Hyacinthus seu Hyacinthi metamorphosis, KV 38 (Apolo y Jacinto o La metamorfosis de Jacinto).

Por otro lado, según el antiguo lenguaje de las flores que llegó a Europa desde Oriente, y que fue especialmente empleado en la época del Romanticismo, la flor de jacinto significa Afecto, y si es azul: Constancia, y si la flor es blanca: Hermosura discreta, y si púrpura: Pesares, y si es silvestre: Juegos peligrosos.

Aquí os dejo con la pieza de Mozart niño. 

Mitos y Leyendas de las Flores
Capítulo I. Jacinto
Mª Ángeles Díaz