"[...] Otro lugar significativo en la isla de Andros al que estuvo
ligado Miguel Pselos de una u otra manera, y por supuesto donde seguramente se
conoció el manuscrito de Horapolo del Nilo, es Paleopolis, nombre de la antigua
capital de Andros, un enclave muy próximo al mar. Allí existen restos arqueológicos pertenecientes
a un templo de Zeus y es el lugar, precisamente, donde apareció, casi perfecta,
la estatua conocida como “El Hermes de Andros”, la pieza más emblemática con la
que cuenta el museo de esta isla. Mientras estoy sentada en la terraza de
una de las lindísimas tabernas que hay, una junto a la otra, en la misma calle
donde se encuentra el museo arqueológico, y muy cerca también del museo
marítimo, veo pasar a un sacerdote vestido con la misma sotana negra que usó
Pselos, y que usan todos los sacerdotes ortodoxos. Pienso si este sabrá algo de
Pselos, y de la enorme importancia que siempre tuvieron las ideas platónicas y
herméticas, y cómo éstas han conseguido fomentar, siempre que aparecieron con
fuerza, una aurora en la cultura, o sea, constituirse en un faro de luz para
ciertos periodos de la historia.
Miguel Pselos que es sin duda uno de esos protagonistas en
el siglo XI, siendo profesor en la Universidad de Constantinopla,
logró insuflar a sus jóvenes alumnos el amor que él mismo sentía por esa forma
de acercamiento a lo más íntimo del ser. En sus clases infunde a los
alumnos la pasión por ampliar los conocimientos y profundizar en la cultura
griega. Y así fue como adquirió la fama de hombre culto y refinado que se
extendió entre sus contemporáneos al punto de ser considerado la persona más
sabia de Bizancio.
Para Miguel Pselos la cultura arcana lo poseía todo; todo el
saber, y no veía ninguna diferencia sustancial entre las enseñanzas paganas y
el Cristianismo, una idea que sería retomada y defendida por sus seguidores en
el Renacimiento. Por ello dedicó su talento y su esfuerzo a recopilar a los
clásicos y comentar sus obras. Como decíamos, tanto las Sagradas Escrituras,
las obras de Hermes Trismegisto o los Oráculos Caldeos, hallando idénticas
referencias y misterios en todos estos planteamientos sapienciales. Cuando
muchos combatían, desde su ignorancia, las ciencias naturales, como la
Astrología o la Magia, calificándolas de supersticiones, él las estudiaba
detalladamente para explicarlas. Y así diferenciar lo verdadero de lo falso,
señalar cuáles eran los textos que incurrían en el error, el ocultismo y la
superstición, y en cuales otros lo que se exponía eran verdaderos conocimientos
científicos y filosóficos. Estos son los que trató de aproximar al público
dando explicaciones científicas sobre los fenómenos que se consideraban
extraños, señalando, no obstante, que no todas las cosas pueden ser
comprendidas ni demostradas, pues
Si bien toda cosa tiene su causa, eso no significa que no haya realidades inaccesibles al razonamiento y a la demostración, tal como lo pretendían los estoicos (…) No todo lo divino es abordable, ni toda la Naturaleza puede ser comprendida por la razón.
Pselos, no obstante, debió defenderse de la acusación de paganismo, que se fundamentó en su constante defensa de las ideas griegas. Xifilino, rector de la Escuela de Derecho de Constantinopla, puesto al que accedió por recomendación de Pselos, fue el que le hizo tal acusación, aduciendo que Miguel pretendía, con su adhesión a Platón y sus aficiones helenísticas, perturbar a la Iglesia. Pero de todo esto hay muchas cosas por decir y aún por esclarecer y algunas de ellas se explicarán aquí". Mª Ángeles Díaz. Fragmento del libro Viaje Mágico Hermético a Andros. Ed. Symbolos, Barcelona. ISBN: 9788461714452. Seguir en Facebook
“Este libro
trata de un viaje a la isla de Andros, en las Cícladas del mar Egeo, desde
donde de manera sorpresiva y a través de la historia, la geografía, el arte, el
símbolo y el mito se penetra en las fuentes de la cultura occidental
visitándose algunos de los lugares más significativos de la misma (Atenas,
Delfos, Delos, Mitilene, Florencia, Siena, Ferrara, Mantua, Milán, entre otros)
en compañía de filósofos, poetas y artistas griegos, romanos, bizantinos y
renacentistas, cuyo pensamiento llega hasta nuestros días con Federico González
Frías, revivificador de esa perspectiva y a quien la autora dedica el
libro."