Para las sociedades tradicionales de las que hemos heredado la cultura y los calendarios, estaba claro el papel central que la humanidad tiene en ese engranaje colosal que es la Cosmogonía, cuya perfecta sincronía ha sido a lo largo del tiempo, considerada un símbolo de la Inteligencia Creadora. Según la Tradición el primero en delimitar el Cielo, disponer el orden y las estaciones en que son visibles las estrellas e indicar los signos favorables, fue Hermes en un acto de imaginación.
La construcción del calendario tiene una base astronómica, matemática y filosófica, siendo las revoluciones de los astros y las estrellas en el firmamento tomadas como estables con respecto a la velocidad del movimiento de la tierra. Debemos considerar, además, que los puntos de referencia de los que se valieron quienes elaboraron los calendarios, siempre son vistos desde un observatorio geocéntrico, que geométricamente hablando se corresponde con el punto en medio de la circunferencia.
En primer lugar se señala la salida del Sol, el astro rey, y de los planetas que son fácilmente visibles, más la Luna, cuyos nombres y revoluciones sirvieron para estructurar las horas del día y los ciclos mayores, semanas, meses, años, etc., y con ello la vida social y cultural.
El calendario que usamos es una construcción nemotécnica donde cada hora del ciclo solar diario tiene asignada un planeta, comenzando por el más lejano: Saturno, luego Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio y la Luna, y así rotativamente de nuevo Saturno, etc., pasando las horas por encima de las semanas y los meses. Así cada amanecer recibe el nombre del planeta al que pertenece su primera hora. En la historia de nuestro calendario Saturno es quien inicia la ronda, por eso la semana egipcia empezaba en el día cuya primera hora estaba consagrada a Saturno, del mismo modo cada día de la semana tiene el nombre del planeta al que se consagra su primera hora: Luna o lunes, Marte o martes, Mercurio es miércoles, Júpiter, jueves, Venus, viernes y Saturno sábado. En cuanto al domingo es un nombre que en distintos idiomas como castellano, catalán, italiano y francés, tomó el nombre del griego
Kyriaché, día de
Kirios, el Señor victorioso, es decir resucitado, que traducido al latín quedó como Dominica dies. En inglés, no obstante, aún sigue siendo claro:
Sunday, "día del Sol". También es lo mismo en alemán, escandinavo y otros.
ASPECTOS SIMBOLICOS DE LA NAVIDAD Mª Angeles Díaz (Fragmento)
https://www.oocities.org/es/atrivm2001/5colaboraciones/diaz_folklore.html
Publica:
Núria
Ver publicación en Atrivm, Hacia la esencia del Cristianismo: