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Pieza de mármol mitad del s. II d.C. Museo Capitolino de Roma (Italia) |
Cuenta el mito que al nacer Heracles, Hera, esposa celosa de
Zeus, envió dos serpientes para que matasen al niño. Estas “se acercaban
blandiendo sus lenguas emponzoñadas, Heracles que no conoce otra defensa que su
valor coge con sus manos de niño los horribles reptiles y oprime su garganta
que hincha negro veneno, odiado de los mismos dioses. Es en vano que estrechen
con sus mil anillos al niño del cual Hera ha retardado su nacimiento. Muy
pronto, agotadas por inútiles esfuerzos, se desenrollan y tratan de liberarse
de la mano que las aplasta.
Al ver al niño Heracles oprimiendo estrechamente
las dos serpientes en sus infantiles manos, lanzan todos a la vez un grito de
horror; pero él, en los transportes de la alegría infantil, muestra a Anfitrión
las serpientes y riendo las arroja a sus pies, ahogadas y sin vida”
La imagen de Heracles niño envuelto por dos serpientes
evoca al cayado de oro de Hermes, con el que el dios separó a dos serpientes
que luchaban entre sí y que una vez amansadas se enroscaron en torno a su vara,
dando origen al caduceo. Pero la relación de Hermes con el fundador de
Barcelona no se limita a esta correspondencia simbólica. Se dice que Hermes,
instigado por Zeus, depositó a Heracles niño en el regazo de Hera mientras esta
dormía a fin de que mamase de ella la leche de la inmortalidad. La diosa
despertó violentamente de su sueño, y al reconocer a Heracles, se apartó dejando
escapar un chorro de leche que formó la Vía Láctea.
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Heracles niño separando dos serpientes que peleaban. Bronce c. III-I a.C. British Museum (Londres) |
Además, Hermes acompaña a Heracles en su descenso a los
infiernos para llevarse al can Cerbero y completar así sus doce trabajos, y
vuelve a hacerlo cuando el héroe va a rescatar a Alcestes del reino de las
sombras. Por otra parte, Hermes es el encargado de vender a Heracles a la reina
Onfale, a quien el héroe deberá servir durante tres años para expiar el
asesinato de Ifito. Hay huellas de Hermes en la historia de Barcelona, en su
fundación mítica –a través del héroe civilizador–, pero también en todos los
tiempos. La ciudad se construye y administra por medio de artes transmitidas
por el dios Hermes a los hombres, aunque éstos hayan llegado a desconocerlo, y
cada edificación o acto de gobierno revelan, en su sentido más profundo, a esta
deidad intermediaria y esquiva. Además, por causas que escapan a lo racional y
previsible, la vinculación de Hermes con Barcelona se ha expresado de una
manera especialmente palpable, hasta se diría que gráficamente, en una
determinada coyuntura histórica de la ciudad.
Situémonos en los inicios del siglo XIX. En esa época, la
mayoría de las ciudades españolas seguían conservando sus murallas medievales,
pero el intenso crecimiento poblacional que algunas experimentaban imponía en
ellas el tránsito a un nuevo modelo urbanístico, hecho signado por el derribo
de las viejas murallas. De entre las grandes realizaciones de reforma llevadas
a cabo durante esa época fue el plan elaborado por el arquitecto Ildefons Cerdá
para Barcelona el proyecto más espectacular. Diseñado alrededor del antiguo
núcleo gótico, el conocido Eixample
extendió la ciudad varios kilómetros a lo largo de su costa y hacia la sierra
de Collserola, gestándose así la nueva ciudad, que integraba en su proyecto a
la Ciudad Antigua (Ciutat Vella). Este impulso promocionó enormemente las
relaciones e intercambios humanos de toda índole entre Barcelona y el resto de
Europa, y sobre todo con América, estableciéndose en ese periodo un intenso
comercio de ultramar. Barcelona, imbuida por ese espíritu expansionista y
renovador, se abre popularmente a la cultura. Nacen una multitud de cafés que
acogen tertulias en las que se habla de literatura, de ciencia, de política, de
filosofía, de música, de poesía, de arte, de teatro, de la industria y del
comercio. En definitiva, estos cafés eran auténticos centros populares de
información y comunicación de ideas y novedades, siendo en ellos donde se
gestan y promocionan los negocios, entre ellos gran número de editoriales,
periódicos y revistas.
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Escudo de Barcelona entre la figuras de Hermes y Fortuna. Imagen tomada del libro "Hermes y Barcelona", de la cual soy coautora junto a Francisco Ariza y otros miembros del Centro de Estudios de Símbología de Barcelona, los que dedicamos el libro a Federico González, como nuestro guía intelectual. |
No es pues casual que esa ciudad renaciente tomara como
símbolo de su emergencia la figura del dios Hermes-Mercurio, el mensajero
divino, intermediario entre los dioses y los hombres, a los que comunica las ideas,
las artes y las ciencias, siendo por su intermedio que Barcelona está ligada a
su tradición más ancestral, la tradición de Hermes, la que, llegada a través de
Egipto, Grecia y Roma, nos conecta con un pensamiento primigenio y universal,
el mismo que ha forjado desde antiguo el alma de Occidente. Como nos dice
Federico González: "La Tradición Hermética es, pues, una forma de la
Tradición Unánime, universal y primigenia –adecuada al ropaje histórico y a la
mentalidad de ciertos pueblos y ciertos seres– que se ha manifestado aquí y
allá, conformando y organizando su cultura y la civilización" (La Rueda.
Una Imagen Simbólica del Cosmos. Barcelona, 1986).
Cabe advertir en esa invocación generalizada para
atraer la influencia de Hermes (constatada en los muchísimos documentos
impresos donde se plasmó su figura, como es el caso de la propia moneda, las
acciones del Metro emitidas en esa época, grabados, forjas, vidrieras,
cerámicas, esculturas y bastantes otras muestras que podríamos enumerar donde
se representa la figura del dios o bien sus atributos) que, en este periodo de
refundación de la ciudad, la Tradición Hermética, sus símbolos y mitos estaban
aún presentes entre las gentes y sobre todo entre aquellos que de alguna manera
participaron con más vigor en la creación de la nueva Barcelona. Nos referimos
especialmente a los distintos gremios de artesanos y constructores que
colaboraron activamente en esa refundación, tales como arquitectos y
constructores, forjadores, vidrieros, ceramistas, escultores, etc. Seguramente
esos gremios (herederos de los artesanos renacentistas y medievales, surgidos a
su vez de las cofradías artesanales de la antigua Roma) no conservan ya una
comprensión cabal de la simbólica que plasmaban en sus obras, si bien estos
gestos aun sin esa comprensión, han contribuido a la pervivencia de los
símbolos herméticos que hoy siguen sirviendo como testimonio y soporte para el
despertar de la conciencia. En este sentido, hemos de destacar como hecho
relevante que en el florecimiento que vivió la ciudad condal en el siglo XIX
coincidió también con la expansión de la Masonería, organización iniciática de
origen artesanal y rama de la Tradición Hermética. Esa presencia masónica duraría
hasta el final de la II República, siendo Barcelona la ciudad que siempre ha
contado con mayor número de Logias y donde se halla una importante Biblioteca pública
donada a la ciudad en el siglo XIX por Rosendo Arús, coautor de un Diccionario
Enciclopédico de la Masonería. Mª Ángeles Díaz
Nota: Texto tomado del capítulo I de Hermes y Barcelona, libro que los miembros del "Centro de Estudios de Simbología de Barcelona", fundado por Federico González, le dedicamos como nuestro guía intelectual, y que se corresponde con uno de los escritos de mi pluma con el que colaboré como coautora. Este texto, casi íntegro, está recogido también por Federico en su Diccionario de Símbolos y Temás Misteriosos, entrada: "Ciudades y Centros Sagrados. Barcelona" M.A.D.
* Ver en nuestro Canal de Youtube: "La Memoria de Calíope", de la Biblioteca Hermética.com, la siguiente lista de reproducción dedicada a los Héroes mitólogicos, a cargo de Francisco Ariza
https://www.youtube.com/watch?v=sfhAlwW6zj0&list=PL0hwrcsSfC7IZxfdaY0K5SQ0Mdq5Pau8d
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