Este santuario posee una gran espiritualidad ligada, desde muy antiguo, a su enclave geográfico, pues se corresponde con un viejo santuario etrusco en lo alto de un cerro donde se daba culto a una deidad femenina. Posteriormente, en el siglo XI, en dicho lugar de culto y de peregrinaje se decidió construir una iglesia dedicada a Santa María, que es la que aparece en este grabado que lleva el escudo de los Medici, grandes devotos de Santa María. En él se ve una enorme procesión de fieles.
Fue durante las excavaciones de dichas obras cuando apareció un magnífico icono con la imagen de una Madonna y el Niño, ambos con evidentes rasgos bizantinos. Se dijo entonces que la imagen había sido pintada por el apóstol San Lucas y que San Rómulo, primer obispo de Fiésole, la llevó desde Oriente a la Toscana. Desde el momento del hallazgo la bella imagen se convirtió en un milagroso talismán que se procesionó desde Impruneta a Florencia protegiendo, dicen, de muchas adversidades a todo ese territorio de la Toscana.
Más tarde, tras el bombardeo de 1944, el santuario de Santa Maria de Impruneta quedó destruido y posteriormente restaurado al estilo renacentista, tal y como se muestra en este otro grabado. En él se distingue su gran campanario almenado y su alta torre construida en el siglo XIII, y asimismo los cinco amplios arcos coronados por ventanas rectangulares. Quedan en el conjunto, no obstante, construcciones medievales. Por otro lado, durante los trabajos de esta restauración se pudo determinar el plano del antiguo edificio románico, que señala que estaba dividido en una nave con dos laterales, tres ábsides semicirculares y una cripta subterránea.
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