Según registran la tradición bíblica y la coránica, Balkis, la sulamita reina de Saba (también conocida como princesa del Yemen y reina de la mañana), en torno al año 1000 a.C. visitó la Corte del Rey Salomón, impresionada por lo que había oído acerca del empeño que este había puesto en construir a Adonai (el Señor) un templo jamás visto.
La historia que quiero rememorar la escuchó el poeta y escritor
francés Gerard de Nerval a mediados del siglo XIX en un café de Estambul, un antiguo
fumadero de opio, situado en un barrio obrero junto a los bazares y donde se hallaban los talleres de fundidores, cinceladores, grabadores, etc. En dicho local y en
torno a un narrador profesional, un rapsoda, se concentraban periódicamente una
multitud de atentos y silenciosos oyentes que de ese modo recibían las leyendas
relativas a los antecedentes históricos y míticos de aquellas asociaciones
artesanales que tuvieron su origen en Oriente.
Contó este narrador que Balkis, heredera directa de Saba, que
tuvo por tatarabuelo a Sem, padre común de los hebreos y los árabes, fue invitada
por Salomón a visitar el Templo que este estaba levantando a la Gloria de Adonai,
quedando impresionada por la belleza y la magnificencia de dicha obra. Salomón lo estaba construyendo siguiendo los planos de un misterioso arquitecto llamado Adoniram,
que era además quien dirigía los trabajos de los artesanos.
Tras su viaje, y antes de penetrar en Jerusalén,
la reina de la mañana acampó con su séquito en la entrada de la ciudad, pues quiso franquear
sus puertas coincidiendo con el primer rayo de Sol. De su divina belleza, de su
sabia conversación y de la honda impresión que Salomón recibió al conocerla y
tratarla, el narrador de aquel café se deshacía en minuciosos y elocuentes detalles, igual que en la descripción de los magníficos y copiosos regalos que la hermosa sulamita entregó a Salomón.
Durante su estancia en dicha Corte, Balkis pudo comprobar la
forma magistral con la que el arquitecto Adoniram dirigía a las legiones de
obreros que, semejantes a enjambres de abejas, construían paneles de oro y columnas
de cedro y mármol, materiales preciosos con los que fue edificado el Templo, una
de las 7 maravillas del mundo antiguo, aunque bien sabían que comparado con la
obra del Creador esta construcción nada era, ya que una simple tea podría
reducirla a cenizas.
Balkis también descubrió que Adoniram pasaba las noches
dibujando planos y el día modelando figuras que adornaran el exterior y el
interior del Templo, en el que trabajaban más de 100.000 artesanos, repartidos entre
30.000 fundidores, 80.000 albañiles, 70.000 peones y 3.300 intendentes. Y entre
todos ellos Adoniram imponía disciplina.
La reina de Saba quiso saber cómo podía aquel hombre dirigir
a tantos trabajadores. Adoniram le contó que el día en que estos eran
contratados recibían una palabra como contraseña que no debían comunicar bajo
pena de muerte. Los maestros tenían una
contraseña, los obreros otra, la cual era diferente a la de los aprendices.
Esta palabra era imprescindible para reclamar su salario. Se trata de una
jerarquía donde se reconocen los elementos clásicos del ritual masónico, siendo
esta que contamos una leyenda fundacional de la Orden, y Adoniram el antepasado
legendario de los francmasones, que entre ellos será conocido como el “Maestro
Hiram”.
Tras su visita a la construcción del templo, y maravillada
por lo que había visto, la Reina sulamita quiso felicitar a todos los artesanos
y cumplimentar a Adoniram. Salomón aceptó y aunque parecía una petición de difícil
cumplimiento no lo fue en realidad, pues Adoniram, realizando un signo de agrupamiento,
trazó seguidamente en el aire un signo y al instante aparecieron ante ellos todos
los artesanos perfectamente alineados para recibir con honor las felicitaciones
de la divina Balkis, la mujer que para el rey-sabio Salómon se constituyó en el
símbolo de la Dama-Sabiduría, y a la que, según la tradición, dedicaría el “Cantar
de los Cantares”. Mª Ángeles Díaz
Fuentes consultadas: Gérard de Nerval. Viaje a Oriente. Biblia, Reyes Libro I, cap. X y Libro II cap. IX. Corán, Suras 27 y 34 Corán.
https://dmiventana.blogspot.com/ Publicación Mª Ángeles Díaz
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