Dedicado a todos vosotros, mis amigos.
No
puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida,
ni
tengo respuestas para tus dudas o temores,
pero
puedo escucharte y compartirlo contigo.
No
puedo cambiar tu pasado ni tu futuro.
Pero
cuando me necesites estaré junto a ti.
No
puedo evitar que tropieces,
solamente
puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas.
Tus
alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos.
Pero
disfruto sinceramente cuando te veo feliz.
No
juzgo las decisiones que tomas en la vida.
Me
limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides.
No
puedo trazarte límites dentro de los cuales debes actuar,
pero
si te ofrezco el espacio necesario para crecer.
No
puedo evitar tus sufrimientos
cuando
alguna pena te parta el corazón,
pero
puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.
No
puedo decirte quien eres ni quien deberías ser,
Solamente
puedo quererte como eres y ser tu amigo.
En
estos días oré por ti…
En
estos días me puse a recordar a mis amistades más preciosas.
Soy
una persona feliz: tengo más amigos de lo que imaginaba.
Eso
es lo que ellos me dicen, me lo demuestran.
Es
lo que siento por todos ellos.
Veo
el brillo en sus ojos, la sonrisa espontánea y la alegría que sienten al verme.
Y yo
también siento paz y alegría cuando los veo y cuando hablamos,
sea
en la alegría o sea en la serenidad,
en
estos días pensé en mis amigos y amigas,
entre
ellos, apareciste tú.
No
estabas arriba, ni abajo ni en medio.
No
encabezabas ni concluías la lista.
No
eras el número uno ni el número final.
Lo
que sé es que te destacabas por alguna cualidad que
transmitías
y con la cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida.
Y
tampoco tengo la pretensión de ser el primero,
el
segundo o el tercero de tu lista.
Basta
que me quieras como amigo.
Entonces
entendí que realmente somos amigos.
Hice
lo que todo amigo:
Oré…
y le agradecí a Dios por ti.
Gracias
por ser mi amigo.
Jorge Luis Borges
🌺 Fuente de donde he tomado el poema de Borges: http://blog.pucp.edu.pe/blog/guardian/2012/02/14/poema-a-la-amistad/
No
puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida,
ni
tengo respuestas para tus dudas o temores,
pero
puedo escucharte y compartirlo contigo.
No
puedo cambiar tu pasado ni tu futuro.
Pero
cuando me necesites estaré junto a ti.
No
puedo evitar que tropieces,
solamente
puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas.
Tus
alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos.
Pero
disfruto sinceramente cuando te veo feliz.
No
juzgo las decisiones que tomas en la vida.
Me
limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides.
No
puedo trazarte límites dentro de los cuales debes actuar,
pero
si te ofrezco el espacio necesario para crecer.
No
puedo evitar tus sufrimientos
cuando
alguna pena te parta el corazón,
pero
puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.
No
puedo decirte quien eres ni quien deberías ser,
Solamente
puedo quererte como eres y ser tu amigo.
En
estos días oré por ti…
En
estos días me puse a recordar a mis amistades más preciosas.
Soy
una persona feliz: tengo más amigos de lo que imaginaba.
Eso
es lo que ellos me dicen, me lo demuestran.
Es
lo que siento por todos ellos.
Veo
el brillo en sus ojos, la sonrisa espontánea y la alegría que sienten al verme.
Y yo
también siento paz y alegría cuando los veo y cuando hablamos,
sea
en la alegría o sea en la serenidad,
en
estos días pensé en mis amigos y amigas,
entre
ellos, apareciste tú.
No
estabas arriba, ni abajo ni en medio.
No
encabezabas ni concluías la lista.
No
eras el número uno ni el número final.
Lo
que sé es que te destacabas por alguna cualidad que
transmitías
y con la cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida.
Y
tampoco tengo la pretensión de ser el primero,
el
segundo o el tercero de tu lista.
Basta
que me quieras como amigo.
Entonces
entendí que realmente somos amigos.
Hice
lo que todo amigo:
Oré…
y le agradecí a Dios por ti.
Gracias
por ser mi amigo.
Aunque el poema sigue siendo precioso, debo precisar que algunas fuentes aseguran que es uno de los poemas que atribuyen a Borges pero que en realidad no es de él, sino de un autor desconocido.
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