miércoles, 12 de noviembre de 2008

Kodo, una crónica desde Buenos Aires

Estimada Núria,
La noche del 4 de noviembre en Buenos Aires hemos tenido la sorpresa de ver y experimentar un espectáculo extraordinario llamado Kodo, de ritmo, sonido y movimiento -interno y externo-, a través de golpes ritmados y gestuales de tambores de varios tamaños y formas (desde pequeños tamborines a inmensos y bellos tambores), y algunas veces, acompañados de flautas, el gong, unos pequeños platillos dorados, produciendo una poderosa danza acompañada de cantos y gestos. Estos sonidos ritmados a modo de mundos dentro de mundos son formas de invocación, principalmente al dios del trueno, la tormenta, el viento, la lluvia... en fin, a toda la naturaleza; lenguajes sutiles, a través de los cuales se es transportado por el sonido atronador de los tambores a la vivencia de estos estados, a su potencia, sus movimientos rítmicos y cíclicos, repetitivos, produciendo una especie de encantamiento y rapto al ritmo mismo del corazón.
Kodo, un grupo de artistas japoneses, en una gira mundial denominada "un sólo mundo", se dedica a preservar y a reinterpretar las artes tradicionales japonesas.

En el programa se explica que: "Al explorar las ilimitadas posibilidades del tambor tradicional japonés, el 'taiko', Kodo forja nuevos rumbos para un arte vibrante. En japonés, la palabra "Kodo" tiene dos significados: el primero es el origen de todo ritmo -el latido del corazón- que representa el corazón de la madre sentido por el bebé en el útero y aunque parezca imposible a menudo los bebés se duermen arrullados por este atronador sonido; y segundo (según como se lea) la palabra puede significar "niños del tambor" -una reflexión del deseo de Kodo de tocar sus tambores con sencillez, con el corazón de un niño".

Y dicho esto nada más mencionarte algunos títulos tan sugerentes como los siguientes que describen de alguna manera lo que allí acontece: "Puerta a lo desconocido" o "Tobira, se refiere a una puerta... que antes de abrirla no tengo idea de qué me espera del otro lado... cada golpe está repleto del espíritu de los intérpretes, que se imaginan embarcados en una aventura en un mundo desconocido". Otro: "Como un bosque en el océano" donde el artista se enfrenta con un tambor de un tamaño muchísimo mayor que si mismo y se ve sumergido, por el extraordinario sonido de ese gran instrumento a las profundidades del océano. Y dos más: "Mariposa", una bellísima danza ritual interpretada con 2 abanicos cuyos lados, uno dorado y otro plateado, eran movidos por la bailarina que danzaba a manera de una mariposa y "Monochrome" del que se dice en el programa que "al entrelazar patrones rítmicos constantes con otros altamente irregulares, se potencia en espiral hasta alcanzar un clímax. El oyente podrá interpretar los sonidos como los cambios en las estaciones, incluso la progresión de la vida misma". Y para terminar: "O-daiko, este gran tambor tallado de un solo tronco de árbol, mide más de un metro de diámetro y produce sonidos intensos poseedores de una profunda tranquilidad. Habrá que dejarse llevar por las vibraciones del poderoso y antiguo tambor y el puro impulso del percusionista transformándose en uno con su instrumento..."
Virginia



Nota: Como en otras ocasiones publico con gusto esta crónica enviada desde Buenos Aires por Virginia, una amiga de “Desde mi ventana”, a la que agradezco especialmente esta interesante aportación al blog. Núria

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4 comentarios:

Mª Ángeles Díaz dijo...

Querida Virginia:

Creo que me puedo imaginar lo que debió ser ese sonido atronador de los tambores. No sé por qué pienso en el Tortoni, aunque en su sala esos tambores ni caben. Es casi un milagro que estos ritos arcanos se sigan practicando y difundiendo hoy en día, y resulta divertido ver que sea en las artes escénicas y en el espectáculo en general, donde encuentren un marco para expresarse, pero es parte de ese mismo milagro que existan cronistas como tú, capaces de verlo y dispuestos a contarlo.

Precisamente el último post del blog de la Colegiata Marsilio Ficino trata de la necesidad del Teatro Sagrado, y en él su autora hace mención a una ceremonia de vudu haitiano. Me ha llamado mucho la atención que en ella todo lo que se necesita, como escenario ritual, es un poste y gente dispuesta a participar. Se comienza por un batir de tambores, y así, dicen, se hacen oír a los lejanos dioses de Africa, que acuden finalmente a la ceremonia. (http://colegiataficino.blogspot.com/2008/11/acerca-del-verdadero-teatro-del-mundo.html)

Gracias, amiga.

Anónimo dijo...

¡Me pareció muy sutil y acertada la relación que has hecho entre las dos notas! Y curioso -como siempre es en la vida y las cosas- y dio la ¿casualidad? que aparecieron el mismo día y tienen una relación como tú muy sutilmente has observado ¿no es cierto?
Te comento que el espectáculo del Kodo no fue en el Tortoni sino en el Teatro Coliseo, donde en otra ocasión vi otro budista, de Nepal, extraordinario, de danza y música ritual.
Misterioso como se tejen las cosas, creo, y muy bueno poderlo comunicar a otros, de la forma que sea, ya que en un momento de abandono, a lo mejor, éstos son raptados por un dios a otros planos de comprensión.
Brindo por ello y con todos aquellos que abiertos a lo novedoso de cada día (y el momento) se recrean con la magia de la vida y su continuo acontecer.


A tí las gracias amiga,


Virginia desde Buenos Aires

V dijo...

¡Qué bien se ve eso!
Por cierto, hace un tiempo leí un artículo en la revista Símbolo (no confundir con Symbolos), donde se habla ciertos ritos y símbolos del vudú haitiano, señalando paralelismos con determinados símbolos masónicos y reconociendo, de este modo, su carácter tradicional y universal.
Un fuerte abrazo!

Mª Ángeles Díaz dijo...

Hola Sahaquiel:
Conozco la revista argentina de la que hablas, pero nada o casi nada sé sobre vudú, por eso no puedo imaginar qué clase de paralelismo pueda existir con el simbolismo masónico, cosa que, por otro lado, no he visto destacada en ningún sitio.
Te agradezco, como siempre, tu rica aportación y tal vez Virginia quiera añadir algo más a tu comentario.

Un fuerte abrazo también para vos.