Núria
“La Rosa da su Miel a las Abejas”
Frase hermética en un grabado del Siglo XVII
Entre todos los comentarios al post
se ha escrito una segunda parte de este artículo que por la claridad en el punto de vista merece estar en el cuerpo de este blog. Efectivamente, es un lujo y una gracia haber captado, desde este pequeño espacio, la atención de todos estos amigos que traen a la memoria de este blog pensamientos tan
oportunos como por ejemplo los que expresa Ismael a través de
René Guénon, concretamente la cita es de su obra: “La Crisis del Mundo Moderno”, un libro que muchos consideramos fundamental
para entender las claves de la decadencia de este mundo en el que nos ha tocado vivir a los contemporáneos. Como lo es también “El Reino de la Cantidad y los Signos de los tiempos”. Ya que en ambas obras este preclaro autor explica, desde el plano de las ideas más elevadas que son siempre las más concretas y centradas, los errores que han llevado al hombre actual a este estado lamentable de cosas que atañe a todos los órdenes, aunque sea el de la Tierra el reino que
está sufriendo con mayor evidencia las huellas de la destrucción.
Sin embargo, resulta increíblemente sorprendente descubrir que aún
existe para el hombre actual la posibilidad de reformar su mentalidad, adquirir un verdadero criterio sobre las cosas y poner freno a tanto desatino, algo que pasa por reconocer lo absurdo de seguir creyendo en un progreso indefinido. Recapacitar
para advertir que aprender es por encima de todo no olvidar, hacerse consciente de que no vamos ni venimos aunque
el mundo sí está en permanente movimiento, darnos cuenta que en el
orden principal de las ideas, estamos perdiéndolo todo, y que recuperar el eje entre lo de arriba y lo de abajo, entre el cielo y la tierra…, es
ubicarse en el eje del cosmos donde todos los mundos están insertados.
Darnos cuenta de que sin la permanente idea de ese eje, idea que por alguna razón han sacralizado todos los pueblos tradicionales del mundo y han tenido como idea de unión entre los distintos planos de la existencia,
nos vamos a la deriva.
Los pitagóricos que manifestaban su pensamiento filosófico a través
del número y la matemática, hablaban de la progresión a la que puede llegar una línea desviada minúsculamente al comienzo de su trazo, y de lo necesario que es para todas las generaciones, y para cada individuo, volver siempre al centro, es decir, al eje.
Tiene mucha razón
Ismael al recordarnos que los hombres no somos tan poderosos como nos creemos, y que este mundo podría llegar un día a un punto de detención o aniquilarse completamente en algún cataclismo. Los antiguos lo sabían muy bien y por eso al referirse a la tierra decían que era una nave tripulada por el hombre.
Ciertamente, “una civilización, de la cual los modernos tanto se envanecen, no ocupa un lugar privilegiado en la historia del mundo y puede
tocarle la misma suerte que tocó a tantas otras que han desaparecido en épocas más o menos lejanas y de las cuales no quedan más que ínfimas huellas, vestigios apenas perceptibles o difícilmente reconocibles”.
Todo lo que sucede en la tierra sucede en el cielo, y todo lo que
sucede en el cielo sucede en el mundo. La Naturaleza es mucho más que los ríos, las montañas y el resto de vegetación…
Sahaquiel, autor del precioso blog “Escuadra y Compás:
http://escuadraycompas.blogspot.com/index.html , nos recuerda que los hechos que suceden en torno nuestro, tienen otra lectura,
son simbólicos, es decir que son señales que debemos considerar e interpretar desde un plano más elevado, porque ése es el lenguaje con que se expresa la realidad.
Concretamente la cita de Guénon dice: "Es necesario considerar los hechos históricos mismos como símbolos de una realidad de orden más elevada." Siendo desde
ese punto de vista que se puede entender todas estas cosas y lo que se ha dado en llamar “el sentido de la historia”.
Francisco Ariza, en su estudio “Metafísica de la Historia y la Geografía” (en la revista
Symbolos nº 31-32), precisa que el sentido de la historia está “estrechamente vinculado con el tiempo y su devenir cíclico, lo que
no excluye desde luego que ese sentido y ese devenir estén dotados además de otra significación mucho más profunda, de carácter supratemporal y suprahistórico, que es precisamente el que nos interesa destacar por encima
de cualquier otro al ser el más esencial”.
Y Sahaquiel ve la desaparición de Abejas, “
como símbolo de un mundo cuyas posibilidades están siendo agotadas”, un pensamiento que nos conduce a la idea de un ciclo que acaba.
Isis y Osiris también reflexionan sobre la ilusión (evidentemente de iluso), que significa estar instalado en esa idea de progreso, y ven en muchas cosas que están sucediendo cada día a nuestro alrededor que
todo está hablando de la ignorancia
actual, y de la necesidad que el mundo tiene de que el hombre sea capaz de reformar su mentalidad sobre las cosas y sobre sí mismo, aunque sin dejar de señalar ciertas ventajas que tiene vivir en la actualidad.
“Debemos aceptar que nosotros somos cómplices, si no directamente culpables, de los males que acechan al hombre y al mundo, a causa
de un ansia desaforada por el progreso tecnológico y las ganancias económicas, sin haber tenido en cuenta los efectos negativos que se estaban creando. El problema no es el progreso en sí,
sino su uso incontrolado. ¿O no nos gusta coger un avión e ir a cualquier parte del mundo? ¿No nos gusta entrar dentro
de un ordenador y comunicarnos con todo el mundo? ¿No nos gusta ir a comprar comida y encontrar 4 marcas de un producto y escoger uno? Pero hemos hecho de todo esto el único objetivo a cumplir, olvidando lo esencial de
nuestra vida y de todo el planeta”.
Y siguen diciendo
“que la desaparición de las abejas nos pone encima de la mesa algo muy interesente a la par que preocupante que nos tiene
que encender la alarma, e intentar centrarnos justamente en lo primordial de cualquier ser: la alimentación”.
Algo que no nos deja indiferentes sino que nos hace pensar en las hambrunas que según los textos tradicionales se anuncian para este periodo del
ciclo, llamado en la tradición hindú Kali Yuga, o edad de la Diosa Kali, la diosa de la destrucción.
En este comentario se
pone de relieve que esto ya está sucediendo, que “la crisis alimentaria ya ha comenzado, ¿qué comemos?, ¿de dónde proviene lo que comemos?, ¿qué contiene lo que comemos? Pareciera que permanecemos ajenos a
las manipulaciones que desde hace mucho tiempo sufren los alimentos, siempre en nombre de una mejora de la producción y de la economía”. Para continuar con un link a
Greenpeace:
http://www.greenpeace.org/, una organización que en el plano de la ecología está concienciando a mucha
gente y consiguiendo compensar en alguna medida los desequilibrios.
En esta línea escribe E, autor de “ecología humana”
http://www.blogger.com/profile, un blog muy comprometido con el medio ambiente cuyo
último post “Salvemos el Medio Ambiente” le ha hecho valedor de ser uno de los blogs más visitados.
Quien nos cuenta que la desaparición de las abejas es uno de los misterios de la naturaleza que no se ha podido resolver, pero que otras especies también
están desapareciendo del mismo modo, como por ejemplo las ranas: La contaminación del aire y el agua, la degradación en general del medio ambiente, cambios de temperaturas y un aumento de las radiaciones UV, son algunas de las causas. “Es triste -nos dice este autor- el panorama, y urge buscar soluciones prácticas para terminar con el problema de la contaminación”.
Mahatma, cuyo interesantísimo blog: “Baldanders, puede verse en:
http://gnosceteipsum.blogspot.com/, vuelve
a reconducir la situación para que no nos olvidemos de la importancia que sobre todo tiene este hecho misterioso de la desaparición de ciertos insectos, como es en este caso la abeja. Lo cual no deja de ser significativo si tenemos en cuenta que se trata de un insecto relacionado con los símbolos de la realeza.
Lo cual añade una cuestión interesante.
Susitta, desde Optworld en
http://susitta.blogspot.com/ un recientísimo blog muy prometedor, se refiere a la necesidad que tenemos los hombres de cuidar la casa común, es decir la tierra.
Polvorilla, desde su
“Razón o Verdad”, un blog muy lindo y lleno de actividad que puede verse en:
https://www.blogger.com/, encuentra “impresionante lección la de las abejas a los humanos” y añade que es importantísimo naturalizar a la civilización en
vez de civilizar a la naturaleza”.
O sea, entiendo yo, devolver a la civilización aquello que ha perdido:
su contacto con los ritmos y ciclos cósmicos. El hombre actual, por haberse olvidado de las cosas fundamentales (como es por ejemplo que sólo él tiene la potestad para equilibrar las cosas y vivir conscientemente de acuerdo al ritmo del universo donde está integrado), ha quedado incapacitado para construir algo bueno. De ese modo, aplicando esa norma universal de equilibrio a todos los pensamientos y creaciones (como es la de la civilización),
éstas devienen justas y equilibradas.
Sin embargo el hombre actual, creyendo que lo sabe todo, que es el más avanzado, y sigue avanzando…., pero que actúa como el más ignorante, debe volver a fijarse en las leyes de la naturaleza que le envuelve, y ver que su corazón late en una galaxia de estrellas, que la naturaleza no son únicamente los vegetales, los animales y los ríos, sino que él forma parte del la naturaleza, y una parte muy importante, pues igual que puede destruir puede construir.
Esto último, lo de construir, da sentido a que el simbolismo de la abeja sea tan importante para la Masonería, una Orden iniciática de constructores, porque se entiende que forma parte de la naturaleza real o central del ser humano la búsqueda constante del equilibrio.
En este intento están otras asociaciones, de ámbito más ecologista como la ya mencionada Greenpeace, que al tratar de restaurar esos abusos, consiguen equilibrar en alguna medida los desatinos. Recordemos que gracias a la acción práctica de esta asociación de amigos se ha parado la destrucción de la capa de ozono.
Es curiosísimo leer los distintos textos tradicionales de carácter profético, testamentario o apocalíptico cuando se refieren a este periodo del ciclo en el que vivimos al que definen como edad sombría y ver que dicen cosas tan evidentes para todos nosotros como estas:
“Cuando reinan el engaño, la mentira, la inercia, el sueño, la maldad, la consternación, la aflicción, la turbación, el miedo, la tristeza: esto se llama la Edad Kali, que es tenebrosa". Bhagavata Purâna, Libro XIII.
"En la Edad Kali la riqueza, entre los hombres, reemplazará con mucho la nobleza de origen, la virtud, el mérito; el derecho y la regla estarán determinados por la fuerza". Ibid.
"... ahora existe una estirpe de hierro. Nunca durante el día se verán libres de fatigas y miserias ni dejarán de consumirse durante la noche, y los dioses le procurarán ásperas inquietudes (...). El padre no se parecerá a los hijos ni los hijos al padre; el anfitrión no apreciará a su huésped ni el amigo a su amigo y no se querrá al hermano como antes. Despreciarán a sus padres apenas se hagan viejos y les insultarán con duras palabras, cruelmente, sin advertir la vigilancia de los dioses (...). Ningún reconocimiento habrá para el que cumpla su palabra ni para el justo y el honrado, sino que tendrán en más consideración al malhechor y al hombre violento. La justicia estará en la fuerza de las manos y no existirá pudor; el malvado tratará de perjudicar al varón más virtuoso con retorcidos discursos y además se valdrá del juramento. La envidia murmuradora, gustosa del mal y repugnante, acompañará a todos los hombres miserables". Hesíodo, Los Trabajos y los Días, versos 174-195.
"Cuidad que nadie os engañe, porque vendrán muchos en mi nombre y dirán: 'Yo soy el Mesías', y engañarán a muchos. Oiréis hablar de guerras y rumores de guerras, pero no os turbéis, porque es preciso que esto suceda, mas no es aún el fin. Se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá hambre y terremotos en diversos lugares. Pero esto será el comienzo de los dolores de alumbramiento (...) Entonces se escandalizarán muchos y unos a otros se harán traición y se aborrecerán; y se levantarán muchos falsos profetas, y por el exceso de maldad se enfriará la caridad de muchos, mas el que perseverare hasta el fin, ése será salvo". Mateo XXIV, 4-13.
Federico González, en su carta editorial
de Symbolos nº 23-24,
http://www.geocities.com/symbolos/s23edit.htm, escribe esta brillante síntesis:
La destrucción se producirá en tres escenarios, de
abajo hacia arriba: primero el nivel de la tierra, en el que están incluidos como dijimos terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, inundaciones, huracanes, ciclones, sequías, incendios naturales y desastres en general. También determinadas pestes. El segundo nivel se corresponde con el del
hombre y está íntimamente relacionado con el primero; incluye igualmente, daños
ecológicos a la Naturaleza: calentamiento, venenos y gases tóxicos, y enfermedades y accidentes contra la propia especie provocados por el ser humano, negligentemente o con conciencia de distinto grado, así como hambrunas, extremo despojo y miseria, injusticias, abusos, mentira, corrupción, traición, robo, estafa, asesinato y violencias, especialmente guerras –y terrorismos–
que no dejarían la conflagración atómica de lado. En el tercer nivel, que se corresponde con el cielo, la batalla cósmica se da en un nuevo escenario con los astros y estrellas por protagonistas en el que hay que tener en cuenta que cualquier movimiento de ellos puede ser una catástrofe total en la Tierra, y también que unas decenas de años más o menos, apenas son segundos en una dimensión mucho mayor, que incluso abarca la anterior. La confirmación más clara de esto se
encuentra en el propio libro de la Revelación de Juan (21,1) donde se habla claramente de una nueva tierra y asimismo de un nuevo cielo. Volvemos a insistir en que estos mundos o planos se encuentran estrechamente relacionados y se interpenetran los unos con los otros siendo el hombre también aquí un intermediario. De hecho,
todo esto ya está ocurriendo.”Más, también se nos dice, que por encima de estos horrores y tragedias, que son los propios signos con los que se revelan estos tiempos, se abre para todos los seres de corazón recto, la esperanza de un mundo verdaderamente
nuevo, que convive y crece con el viejo que está feneciendo a nuestro lado.