Sus 900 tesis con las que consigue demostrar la concordancia de las ideas arquetípicas que existen en todas las tradiciones, obra cumbre del Hermetismo renacentista, esto es, del esoterismo occidental, así lo atestiguan. Una obra solo comparable con la más esplendida construcción arquitectónica y la más perfecta síntesis del espíritu neoplatónico de su época.
Sumamos a los post que llevamos realizados este nuevo memorándum sobre tan insigne personaje. No son simples notas biográficas las que hacemos, ya lo llevamos dicho. Es de la cadena áurea de la que hablamos, esto es, de aquellas luces que ayer, igual que hoy, rememoran un pensamiento que el mundo moderno trata de extinguir y disolver en la mediocridad y la frivolidad de esta época, y que con nuestras fuerzas y luces intentamos que brote a través de estos autores, entre los que si bien “no están todos los que son, sí son todos los que están”, pues así lo aprendimos trabajando junto a Federico González, nuestro amigo y guía intelectual.
Aprovechando esta preciosa vidriera con la figura de Pico, que insertamos en nuestra "serie del Teatro Hermético de la Memoria", comentaremos en esta ocasión la carta que este escribe a su amigo Ermolao Barbaro, político y gramático y corrector de algunas traducciones clásicas, por ejemplo de Aristóteles. En dicha misiva Pico denuncia los excesos de la Retórica, enemiga, con sus florituras, de la “verdad desnuda”. Combate, asimismo, la obstrucción que a veces el lenguaje universitario y purista ejerce sobre la Pura Filosofía o Sagrada Ciencia, que no nace de la retórica sino del corazón.
Afirma Pico que tres son las credenciales que posee el filósofo auténtico: Bondad, Veracidad y Sencillez. Por ello, denuncia los peligros que conllevan aquellos que utilizan la palabra hueca, que emplean adornos en el lenguaje con los que embaucan, tergiversan y confunden las mentes de los que escuchan o leen.
Podríamos citar aquí ejemplos como el de los sofistas, que con su demagogia acabaron con la vida de Sócrates, y más contemporáneamente podríamos citar a Frithjof Schuon, parásito de la obra de René Guénon, y al que por más que se le ha denunciado algunos aún no se dan por enterados. Resumimos las palabras que dirige Pico a Ermolao Barbaro:
"¿Cuál es el oficio del retórico sino mentir, engañar, acorralar, embaucar? Es vuestro, decís vosotros mismos, poder a voluntad cambiar con la palabra lo negro en blanco, lo blanco en negro, poder, según se quiera, quitar, tirar, agrandar, achicar, por medio de la fuerza casi mágica de la elocuencia (os preciáis de ello) transfigurar las cosas mismas, poniéndoles el rostro que os viene en gana, de modo que, si no hacéis que sean lo que no son de su propia condición, al menos aparezcan tal como queréis al que os escucha. Todo esto ¿es otra cosa que pura mentira, pura impostura y simple embaucamiento de espaldas a la realidad? Saliéndose de ella por más o cortándola por menos, jugando con los ánimos de los oyentes, halagando sus oídos con cantos falaces y envolviéndolos en redes de engaños y fantasmagorías. ¿Es que va a haber hermandad de éste con el filósofo, cuyo empeño todo está en conocer y demostrar la verdad a los demás? (…) No es propio de los que andamos por la Academia, sino de los que se mueven dentro de la república aquella, en la que cuanto se dice y hace se lleva a refrendo popular, donde las flores tienen más peso que los frutos. ¿No sabes aquello de no a todos les sienta bien el mismo aire?” Mª Ángeles Díaz
Ilustración: "Serie Teatro Hermético de la Memoria" número 70, inspirada en el Teatro de la Memoria de Federico González del que formamos parte.
Vidriera:"Centro internazionale di Cultura Pico della Mirandola".
Sobre Schuon ver:
https://memoriadecaliope.blogspot.com/2022/03/schuon-versus-guenon.html