Vídeo de la Conferencia: https://youtu.be/sRZ_dmJrmHM
Francisco Ariza durante la Conferencia
"Yo no estudio para escribir, ni menos para enseñar (que fuera en mí desmedida soberbia), sino sólo por ver si con estudiar ignoro menos...
"Pues que os pudiera contar, señora, de los secretos naturales que he descubierto estando guisando; ver que un huevo se une y se fríe en la manteca o aceite y por el contrario se despedaza en almíbar..."
"...aunque no estudiaba en los libros, estudiaba en todas las cosas que Dios crió, sirviéndome ellas de letras, y de libro toda esta máquina universal.
“Estaban en mi presencia dos niñas jugando con un trompo, y apenas yo vi el movimiento y la figura, cuando empecé, con esta mi locura, a considerar el fácil moto de la forma esférica, y cómo duraba el impulso ya impreso e independiente de su causa, pues distante la mano de la niña, que era la causa motiva, bailaba el trompillo; y no contenta con esto, hice traer harina y cernerla para que, en bailando el trompo encima, se conociese si eran círculos perfectos o no los que describía con su movimiento; y hallé que no eran sino unas líneas espirales que iban perdiendo lo circular cuanto se iba remitiendo el impulso”Sus obras son numerosas, las que en estos momentos estamos consultando son:
La primera es que ella es una sola y no más, y no es posible asignarle otras especies ni diferencias. Y dicha unidad es el supremo epíteto de Dios mismo, según toda escuela teológica y también filosófica.
La segunda correspondencia es la de la Santa Trinidad, es decir, que, así como in divinis hay una misma sustancia entre tres personas –Padre, Hijo y Espíritu Santo–, de igual modo una misma proporción se encontrará siempre entre tres términos, y nunca de más o de menos, como se dirá.
La tercera correspondencia es que, así como Dios no se puede propiamente definir ni puede darse a entender a nosotros mediante palabras, nuestra proporción no puede nunca determinarse con un número inteligible ni expresarse mediante cantidad racional alguna, sino que siempre es oculta y secreta y es llamada irracional por los matemáticos.
La cuarta correspondencia consiste en que, así como Dios nunca puede cambiar y está en todo, Él en todo y todo en todas partes, de igual modo nuestra proporción es siempre, en toda cantidad continua y discreta, grande o pequeña, la misma y siempre invariable, y de ninguna manera puede cambiar ni de otro modo puede aprehenderla el intelecto, como nuestra explicación demostrará.
Las fuentes, o el legado recibido por Pacioli, se deben fundamentalmente al Timeo de Platón –como él mismo lo dice, y donde encuentra expresada la «división de un segmento en media y extrema razón»–, los Elementos de Euclides (en cuya proporción VI-XXX se encuentra su formulación, que él en su texto repite), los cuales tradujo y publicó en Venecia en 1509; también la Arquitectura de Vitruvio y la influencia del neoplatonismo de la academia florentina, y desde luego el propio Pitágoras.
“Incluí en él esquemas hechos por la mano de nuestro Leonardo da Vinci, para serlo más instructivo a la vista”.
Su Divina Proporción es una utopía que se da a conocer mediante la expresión matemática, y por lo tanto una de las más claras en su exposición de la visión esotérica-hermética en la que el hombre como microcosmos está integrado en la creación y constituye todo un orden armónico, de arquitectura matemática (y musical). De esta manera es como a Pacioli se le revelan las formas cosmogónicas, puesto que el interés que había desarrollado por este modo del intelecto le había hecho, por ello, el matemático más destacado de su tiempo, y teniendo en cuenta que en su discurso al duque presenta a la divina proporción poco menos que como magia, lo cual involucra a toda la matemática y a todas las proporciones ya que esta ciencia enseñada en sus libros se transforma en teúrgia como debía suceder en vivo y directo desde la época en que la entregara al Moro. En verdad su libro puede verse también como un tratado de matemática, y de hecho de arquitectura. En la voz de su autor: 'Como se ha dicho, las ciencias y disciplinas matemáticas se encuentran en el primer grado de la certeza y las siguen todas las ciencias naturales; y sin el conocimiento de aquéllas se hace imposible entender bien ninguna otra ciencia. Igualmente está escrito en la sabiduría que omnia consistunt in numero, pondere et mensura, es decir, que todo aquello que se encuentra distribuido por el universo inferior y superior se reduce necesariamente a número, peso y medida'. (Facebook de la Autora)
La reina madre es digna de elogio por haber hecho investigar antiguos manuscritos estuvieran en la lengua que fuera, con los cuales ha aumentado y dado honor a la biblioteca del rey [Francisco I] logrando que sea la más bella del mundoHilarión de Coste (1595-1661), es otra fuente que nos explica que él mismo fue enviado por esta reina hermética a Florencia en busca de libros y manuscritos de su bisabuelo Lorenzo el Magnífico. Y aún más, resume todas las obras de arquitectura que realizó en Paris donde esta reina hermética llevó el Renacimiento.
No puede menos de elogiarse en la madre de Enrique III la elegancia de sus modales, y un amor ilustrado a las ciencias y las artes. Hizo trasladar a Francia desde Florencia una parte de los preciosos manuscritos que su bisabuelo Lorenzo de Medici había adquirido cuando la conquista de Constantinopla. Por su orden fueron construidos el palacio de las Tullerias, el Soissons, los castillos de Monceaux y Chenonceaux, y otros muchos edificios notables por un género de arquitectura, de cuyos verdaderos principios no había por aquel tiempo en Francia ni aun idea.Por todo ello Catalina de Medici estuvo en el punto de mira de quienes veían en el estudio de los astros, en la realización de cartas astrales, en la composición de medicamentos, en la fabricación talismanes, etc., un acto de brujería y nigromancia. Y bajo esa acusación tuvo un proceso en el que fue condenado a muerte uno de aquellos astrólogos amigos suyos, Cosme Ruggieri, al que Catalina consiguió salvar, aunque tuvo que exiliarlo. Fue en esos años de exilio, dedicados a la escritura, cuando el sabio produce un tratado sobre los calendarios. Mª Ángeles Díaz "La Reina hermética de Francia".
“Ahora bien, les gana en admiración a todos el último de los astros, el más familiar para nuestras tierras y el que fue descubierto por la naturaleza para remediar las tinieblas: la luna. Multiforme y ambigua, fue una tortura para la inteligencia de sus observadores, que se indignaban de que el astro más próximo fuese el más desconocido, siempre creciendo o menguando, unas veces con su faz curvada en forma de cuernos, otras veces partida justamente por la mitad, otras redondeada en círculo; llena de manchas y de pronto resplandeciente; inmensa en su plenitud total y de repente reducida a nada; unas veces pernocta, otras veces, sale tarde y durante parte del día ayuda a la luz del sol, y otras está eclipsada, pero es visible a pesar del eclipse (ya que a final de mes se oculta y no parece que entonces esté en ese trance). Además, está alta o baja, pero tampoco esto conforme a una misma ley, sino que unas veces está cercana al cielo, otras próxima a los montes, o bien elevada al aquilón o descendida hacia los austros. Estas singularidades suyas fue Endimión el primer hombre que las advirtió; por eso cuenta la tradición su amor por ella. (…) (Plinio el Viejo, Historia Natural. Libro II, 9, 41).
“La muerte a un plano de conciencia –tal vez pudiera decirse, a un grado de experiencia– y la resurrección a un plano mayor, en cuanto más amplio y universal al menos, están íntimamente ligadas a la idea de destrucción del pasado, de fin de las imágenes conceptuales del hombre viejo y renacimiento a otro mundo, el del hombre nuevo; y también con ideas de trabajo, disciplina, orden, sacrificio –que viene de sacrum facere, de hacer sacro–, o mejor, de autosacrificio, en relación con las pruebas que deben sortearse y vencerse en los ritos de iniciación y que obligatoriamente han de vivirse no sólo en la mera superficialidad, sino en la interioridad de la conciencia, para estar efectivamente en el camino del Conocimiento, de la intuición inteligente percibida de manera directa, es decir, para ser un iniciado o tener algún grado de iniciación”.