Compartimos esta nueva biografía que, como todas las que
realizamos, se basa en personajes que nos muestras en sus periplos vitales la
estela de la Tradición Hermética, biografías que siempre formaron parte de nuestros estudios con el Programa de Estudios Agartha, con el que nos hemos formado de la mano de
nuestro maestro y amigo Federico González. Un Programa que, como arca de
sabiduría, reúne en sí lo esencial de todas las tradiciones verdaderas siendo
por lo tanto un “caballo” libre para ser montado por todo aquel que lo precise y
descabalgarlo cuando crea que ya puede prescindir de él.
A través de Lucrecia Borgia hemos querido hablar del
espíritu de su época, o sea del Renacimiento, en el que se inscribe su
biografía, y sin duda podemos afirmar con total certeza que, esta dama fue una
fiel representante de dicho espíritu. Su relación con ciertos poetas y
filósofos (como Pietro Bembo, hijo de Bernardo Bembo) la sitúan dentro de la
corriente que parte de los Fieles de Amor a través de Petrarca y que desemboca en
la Academia Platónica dirigida por Marsilio Ficino. Es decir, que lejos de la
“leyenda negra” con que tan injustamente se la ha identificado, estamos en
presencia de una autentica mecenas que propició el desarrollo de las artes y
las ciencias tradicionales permitiendo así que la luz y el brillo intelectual
del Renacimiento llegara hasta nuestros días. Mª Ángeles Díaz
La Sibila señalando la estrella de Belén que habrá de abrir paso al nuevo ciclo humano. Escuela de Zurbarán
https://youtu.be/iP3enRAGWKo
Este vídeo recoge toda la colección pictórica de Sibilas que se encuentran en la Iglesia de San Telmo de Bs. As. y ha contado con la colaboración de nuestra amiga Claudia A. Ingénito.
A todos los amigos y conocidos con los que hemos compartido este año difícil, os quiero agradecer que estéis ahí, y deseo que el 2022 podamos seguir manteniendo un diálogo fructífero que nos permita elevarnos por encima de los límites terrestres y, como Dante, emprender el viaje hacia nuestra estrella interior.
Segundo Episodio de la Serie (Texto, Vídeo y Podcast)
La imagen que del mito de Penélope nos
hemos forjado procede de la poesía épica de Homero quien nos la describe como una
fiel y leal esposa que durante los cuatro lustros que duró la ausencia de
Ulises (Odiseo) por causa de la guerra de Troya se mantuvo firme a la espera
del regreso del esposo, siendo capaz de mantener su matrimonio y su hacienda
con gran astucia empleándose en el ardid de “tejer y destejer” una prenda para
continuar eludiendo a sus pretendientes y a los que creyéndola ya viuda tenían sobre
ella derecho de rescate, es decir derecho a reclamar las posesiones de un
difunto por vía matrimonial, y a permanecer en la hacienda que reclamaban hasta
recibir una respuesta de la viuda. Penélope, sin embargo, que nunca aceptó que
Ulises estuviera muerto a pesar de los años de ausencia, consiguió mantener a
sus pretendientes en permanente espera prometiendo que elegiría como marido a
uno de ellos cuando terminara su labor en el telar, una labor que realizaba de
día y deshacía de noche. Y es que Penélope nunca perdió la esperanza de que
Ulises, su esposo, hijo de Laerte, rey de la isla de Ítaca y padre de su hijo
Telémaco, estuviera vivo y que algún día regresaría de aquel viaje que
emprendió con destino a Troya para participar en la tan famosa contienda con la
que los griegos vengaron la afrenta hecha por Paris a Menelao, rey de Esparta
micénica, robándole a su esposa Helena.
Homero nos muestra con este mito de Penélope,
la que deshace de noche lo que construye de día, vestigios de la era matriarcal
de nuestra civilización y de los ritos ctonicos de la Diosa Madre, Deméter, la que
da la vida y la quita. Hace y deshace para mantener el equilibrio. En este
sentido el símbolo de Penélope guarda relación con el mito de Ocnos, el soguero
que trenza una soga afanosamente sin reparar en que su asna está, en el otro
extremo, comiéndose su labor.
Para Plutarco este símbolo indica la
incapacidad que tienen algunos para entrelazar el presente con el pasado. Ortega
y Gaset, quien llama a Penélope la “Tejedora conyugal”, siguiendo los estudios de J. J. Bachofen, sintetiza brillantemente
este mito en su ensayo titulado justamente “Oknos. El soguero[1]”
donde escribe:
“Lo que Oknos laborioso trenza, el
asna lo va anulando. Representa este animal el poder destructor necesario al
ritmo de la Gran Madre. Una creación lograda y perfecta detendría el proceso:
es menester que colabore la potencia enemiga, la energía destructora. El trozo
de soga que hay entre las manos del soguero y el belfo de la bestia es breve
jornada de la existencia que se abre entre el poder de hacer y el de deshacer,
ambos eviternos. (…) La esposa de Ulises desteje cada noche lo tejido durante
el día para que la tarea sea perdurable. Penélope es una última
modulación del mito ctónico: también ella estaba quieta e hilando”
Ocnos el Soguero
El mito de Penélope nos muestra la
pervivencia de la cultura matriarcal, cultura hembra, lunar, telúrica con
dioses subterráneos, que va al encuentro de un ciclo nuevo, solar y luminoso
representado por dioses como Apolo o Zeus. Lo que salva esta tejedora conyugal con
su fidelidad, simboliza el abrazo amoroso entre dos culturas opuestas, una
femenina, cuyo ciclo se extinguía, y otra masculina que nacía fulgurante con
todos los dioses solares.
La narración con la que Homero viste
este mito da cuenta que una vez conseguida la victoria y arrasada Troya no todos
los supervivientes regresaron a sus patrias, sino que algunos perecieron en el
camino al hundirse sus naves o ser atrapados en corrientes tenebrosas. Otros,
caso de Ulises, extraviaron el rumbo de vuelta a Ítaca permaneciendo durante
diez años perdido en desconocidas islas y procelosas aguas.
Son varias las mujeres del relato de
la Ilíada y la Odisea que detestaban a Helena y Paris, es el caso de Penélope,
pues por causa de la infidelidad de ambos ellas sufren la ausencia de sus
compañeros teniendo que dejar por años su vida en suspenso.
Penélope, prima de Helena de Troya, era
hija de una ninfa náyade y del rey Ícaro, de Esparta micénica, una “mujer
irreprochable”, nos dice Homero, que durante esa larga ausencia perseveró con
firmeza y lealtad matrimonial esperando que Ulises al fin volviera o que
alguien le diera cuentas de él. Por eso iba todos los días al encuentro de los
barcos que llegaban a sus costas para preguntar a los tripulantes si alguien
podía darle alguna noticia de Ulises. Así supo de sus valerosas hazañas y
también pudo comprobar que nadie lo había visto muerto lo cual aumentaba su
esperanza. De ahí que cada vez que una nave zarpaba, ella entregaba a la
tripulación una carta para Ulises, solicitando que si en algún momento alguien
lo encontraba ésta le fuera entregada. Una de esas misivas es la que nos ofrece
Ovidio y que a continuación nosotros extractamos. En ella Penélope cuenta, desde su propia perspectiva, lo
que para ella supuso la guerra de Troya lamentándose de que Paris no hubiese
muerto antes de provocar tantas desgracias. Y es evidente que
Concluyendo
el mito y la leyenda tradicional no necesitan de invenciones argumentales sino
que, tal y como demuestra Ovidio con su obra original, lo que al rapsoda
corresponde hacer es vivificar y actualizar su mensaje para que su enseñanza
arquetípica siga llegando al corazón de sus contemporáneos. Eso pretendía
Ovidio al poner esta carta a Ulises en el cálamo de su esposa Penélope que en
sus principales párrafos dice así:.
[1]Artículo publicado
originalmente en la Revista de Occidente, 1923
Próximamente PDF del cuaderno en la Bibliotecahermética.com
"Esta carta, Ulises, la envía Penélope a tu tardanza. No me contestes; sino
mejor, ven en persona. (…)
Yace en ruinas Troya, aborrecida, con razón de las mujeres dánaas[1]
(…) ¡Ay! Ojalá entonces, cuando navegaba a Lacedemonia, se hubieran tragado las
enfurecidas aguas al adúltero[2].
No hubiese dormido yo sin tu calor en un lecho vacío (…)
¿Cuándo no he temido yo peligros más graves que los reales? Cosa henchida
de angustiado recelo es el amor. Contra ti me imaginaba que se disponían a
enfrentarse temibles troyanos. Con sólo nombrar a Héctor[3] me ponía lívida (…)
Cualquiera que gira en estas riberas[4] su viajera popa, no se
marcha sin haberle preguntado yo muchas cosas de ti; y para que te la entregue,
si alguna vez te viere, le confío una carta escrita por mi mano. (…) ¿Qué
tierras habitas, en dónde prolongas tu ausencia? (…)
Mi padre Icaro me obliga a abandonar la viudez de mi lecho y censura sin
cesar tu infinita tardanza. ¡Que censure mientras pueda! Tuya soy: que tuya me
llamen todos es menester, Penélope, esposa siempre de Ulises seré. (…)
Y yo no tengo fuerzas para arrojar a los enemigos de mi casa[5].
¡Ven pronto tú, puerto y altar para los tuyos! Tú tienes, y que lo sigas
teniendo pido, un hijo[6],
que en sus tiernos años debía ser educado en las artes de su padre. (…)
Y es cierto que yo, que al marcharte tú era una muchacha, por pronto que
vuelvas, pareceré una anciana".
[1] Dánaos es uno de los
nombres utilizados en la Odisea y en
la Ilíada para identificar a los
griegos. Otro término es aqueos.
[2] Se refiere a Paris, como
se sabe casado con Enone, una ninfa de los ríos.
[3]
Héctor era hermano de Paris y conocido como el “domador de caballos”. Se trata
de uno de los principales personajes del poema homérico de la Ilíada. Fue el comandante que dirigió la
defensa de la ciudad troyana frente a los aqueos, en esa guerra en la que no
estuvo de acuerdo, pues entendía que esa disputa concernía únicamente a Paris
que era quien debía enfrentarse a Menelao. Héctor finalmente murió a manos de
Aquiles.
[4]
Ítaca, pequeña isla griega del mar Jónico perteneciente al grupo de las islas
Jónicas.
[5] Los
pretendientes tenían derecho a permanecer en la casa de Ulises, al que
consideraban difunto, comiendo y bebiendo a la espera de que Penélope se
decidiera por uno de ellos.
[6]
Telémaco, que era un niño pequeño cuando su padre partió para regresar veinte
años después.
Estos días hemos vuelto a la Casa de Sefarad en
plena judería de Córdoba, situada frente a la Sinagoga, y visitando
su museo nos hemos detenido una vez más ante este símbolo llamado Hamsa, el cual puede verse realizado en diferentes materiales.
Allí se explica que la Hamsa -que
literalmente significa cinco, en lengua árabe- es un símbolo en forma de mano
usado tradicionalmente como talismán o amuleto que protege contra los males e
infortunios. Es de origen pre-islámico y se ha convertido en un objeto muy
popular, tanto en la cultura musulmana como en la cultura judía,
particularmente en la sefardí.
En la tradición musulmana recibe el nombre de “mano de
Fátima”, la hija del profeta Muhammad, y
en la tradición judía se la
denomina “mano de Miriam”, hermana de
Moshe Rabenú.
La Hamsa se ha convertido en un objeto “compartido” por
ambas tradiciones, es decir en un auténtico símbolo de intercambio cultural. En la tradición
musulmana se le identifica con los cinco pilares del Islam, mientras que en la
tradición judía se le relaciona con los cinco libros de la Torá.
Las hamsas tienen una rica variedad de elementos
decorativos, materiales y colores y son una muestra de una memoria iconográfica
compartida en toda la ribera sur del Mediterráneo. Mª Ángeles Díaz
Este es el primer episodio de una serie de videos y texto sobre " Las Heroidas" de Ovidio, que iré publicando hasta completar la cadena que conforman todas las cartas de estos personajes, tanto en vídeos y podcast así como en texto PDF dentro de "Cuadernos de la Tradición Unánime. La Memoria de Calíope", todo lo cual quedará depositado en la página de la Biblioteca Hermética.com:
https://www.bibliotecahermetica.com/
Espero que disfrutéis con este trabajo tanto como lo he hecho yo al estudiarlo y recrearlo. Os espero en los próximos episodios que dedicaremos a cada una de las Heroidas.
" ... He de creer a Platón cuando asegura que
entre los Dioses y los hombres existen ciertos poderes divinos, que les sirven
de intermediarios, por su naturaleza y por el lugar que ocupan, y que tales
poderes rigen todas las manifestaciones de la adivinación y los milagros
realizados por los magos."
Apuleyo: Apología, 43, 2
EL MAGO DEL TAROT Simboliza el principio del viaje iniciático para aquel que se propone hacer de sí mismo la mayor obra de arte, capaz de vivir equilibradamente uniendo lo material al espíritu. 'El Mago' es aquel que libre de prejuicios vive consciente de su papel dentro de la Creación, es decir consciente de ser el cooperador único del Creador, pues tiene en su mano la posibilidad de "perfeccionar la materia imperfecta".
Identificarse con el 'Mago del Tarot' significa haber alcanzado a ver que cada día es el primero y el último de la Creación por lo que todas las posibilidades están siempre contenidas en el presente. M.A.D.
Gia Fu Feng, un maestro taoísta (por cierto amigo de Alan Watts) con el que tuvimos el gusto
de hacer un retiro de unos días en un pueblo catalán, cuando nos llevaba a caminar por el bosque y la montaña siempre
encontraba un lugar especial para quedarnos a descansar y a escuchar sus enseñanzas. Y lo primero que
hacía era dar un nombre a ese sitio de tal modo que ,en el entorno de la masía
donde residíamos durante aquellos días, surgió una geografía significativa
que a todos nos orientaba en aquel espacio de valles y montañas, lo cual es un
símbolo en toda regla de lo que para la filosofía hermética es el Arte o
Ciencia de la Memoria, o sea que asociábamos los lugares a sus nombres y a las palabras del sabio taoísta.
Desde entonces nos ha quedado la costumbre de dar nombre a
los lugares de nuestro entorno, o que encontramos en nuestros viajes y que nos
parecen dotados de una armonía intrínseca donde está vivo el “genio del lugar”.
Este espacio cercano a nuestra casa lo llamamos "jardín de Pan". MªA.D.
LaDivinaProporción, obra de Luca Pacioli con ilustraciones de Leonardo da Vinci, cuandosepresentóen público,concretamenteenMilán,su autorexplicóqueelmotivoquelehabíallevadoadardichotítuloasutratadosedebíaalasnumerosas
correspondencias desemejanza entre dicha proporción yDiosmismo.Ycomoejemplodeelloresumióparasuaudienciacuatrodeesas correspondencias
comenzando por la unidad:
La primeraesqueellaesunasolaynomás,ynoesposibleasignarle otrasespeciesnidiferencias.YdichaunidadeselsupremoepítetodeDiosmismo,segúntodaescuelateológicaytambiénfilosófica.
LasegundacorrespondenciaesladelaSantaTrinidad,esdecir, que,asícomoindivinishayunamismasustanciaentretrespersonas–Padre,HijoyEspírituSanto–,deigualmodounamismaproporciónseencontrarásiempreentretrestérminos,ynuncademáso de menos, como se dirá.
Lacuartacorrespondenciaconsisteenque,asícomoDiosnuncapuedecambiaryestáentodo,Élentodoytodoentodaspartes,de igualmodonuestraproporciónessiempre,entodacantidadcontinuaydiscreta,grandeopequeña,lamismaysiempreinvariable,yde ninguna manera puede cambiar ni de otro modo puede aprehenderla el intelecto,como
nuestra explicación demostrará.
Barbarieselpintoraquienseatribuyeelconocidocuadro(quetenemosarriba)dondeseveaPaciolivestidoconloshábitosde monjeydibujandoloscuerposgeométricosenunapequeñapizarra, mientrasparecetraducirlasindicacionesquesehallanenunlibrodeEuclides.Juntoaél,unpasoatrás,sevealDuque de Urbino,Guidobaldode Montefeltro.
Mª Ángeles Díaz.
"Viaje Mágico a Andros. Una Aventura Intelectual". Editorial Symbolos.
Mª Ángeles Díaz (Ángela), nací en Granada, aunque resido en
Barcelona. He sido colaboradora de la revista Symbolos Arte-Cultura-Gnosis desde su fundación en
1991 y hasta el fallecimiento de Federico González, su fundador y director. En
ella he publicado numerosos artículos sobre Arte, Masonería y Hermetismo.
Con
Federico González también he participado en otros proyectos como el Programa
Agartha, el Teatro de la Memoria. Asimismo, como miembro de la Gran Logia Operativa Latina y Americana, he colaborado en los libros Símbolo, Rito, Iniciación. La Cosmogonía Masónica, de Siete
Maestros Masones; también en el volumen La
Logia Viva, Simbolismo y Masonería (id.), Hermes y Barcelona yDocumentos de la Iglesia Secreta.