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“A la espera” es el nombre con el que se presenta esta indiana en la que se ve a una mujer con un bastidor frente a un reloj.
Indianas es el nombre que se dio a las telas estampadas que venían de la India a Europa, siendo los portugueses los primeros en traerlas a partir del siglo XVI. El nombre de estampados procede del tampón con que se realizaba la silueta del dibujo sobre la tela, la que luego se pintaba con un pincel a mano.
En Europa desde la Edad Media hubo intentos de decorar los tejidos lisos utilizando la técnica de la xilografía, por ejemplo en Alemania donde se hicieron estampados monocromos con decoración de influencia bizantina, o en Venecia donde se conservan moldes de estampados como la Tela de Sión. Sin embargo, la intensidad del color con que se realizaban los decorados que venían con el comercio de Oriente, causó un verdadero impacto y muy pronto estos tejidos fueron muy valorados llegando protegidos en los barcos junto a las cosas más valiosas.
Para realizar un tejido estampado que sirviera para decorar una pared, hacer un cortinaje o tapizar unas sillas, eran necesarios varios tampones que recogieran los motivos por separado. Esto se ve bien en el siguiente tejido oriental donde se representa un árbol de la vida que tiene a sus lados dos pájaros que miran en la misma dirección, lo que indica que se utilizó el mismo tampón.
Arbol de la vida, textil oriental.
La técnica, aunque ahora nos parece muy laboriosa, suponía un adelanto de tiempo al compararse con la elaboración de los dibujos en tejidos de seda en los que se avanzaba diez centímetros al día.
Para los creativos el estampado o pintado de las telas supuso un notable cambio ya que se daba mucho más movimiento a las figuras que el que podía obtenerse con la seda. Por otro lado la técnica del estampado abarató el tejido siendo más los que podían usar estas telas, lo cual representó una auténtica innovación que puso más cerca del público en general la ropa decorada, algo que antes sólo podían utilizar los nobles y la burguesía.
A lo largo del siglo XVIII comenzó a desarrollarse la fabricación de aquellas telas exóticas, con flores nunca vistas. Todo ello produjo el inicio de una gran Revolución Industrial que tuvo varios focos en toda Europa.
En España también comienzan a elaborarse las indianas en distintos lugares aunque finalmente sería en Barcelona donde acabó teniendo más raigambre, de tal modo que hasta la arquitectura se plegó para albergar las fábricas de tejidos; es el caso de las naves modernistas muy abundantes no sólo en Barcelona capital, sino también en Terrassa y Sabadell, siendo hoy edificios reconvertidos en museos o casas de cultura. (Un día os mostraré algunos de estos edificios, son de no creer por espectaculares y bellos).
Volviendo a los tejidos, decir que al principio no se supo cómo hacían en Oriente para que los colores sobre las telas permanecieran sólidos y por eso los primeros estampados no podían lavarse, estando por ello su uso limitado a la decoración de interiores. Una vez conseguido ese conocimiento, seguramente en una acción que tiene que ver con las primeras introspecciones del espionaje industrial, las indianas pasaron a ser frecuentes también en la indumentaria.
Sin embargo es interesante saber que todo cuanto estuvo relacionado con el tinte de los tejidos ha constituido desde antiguo un secreto de oficio y por ello estaba prohibido revelarlo. Por ejemplo los fenicios ocultaron la fórmula para conseguir el púrpura y los tonos carmesí, una tintura que les hizo ser un pueblo próspero a través de su comercio, pues todos querían tener sus magnificas telas.
En Europa fueron los gremios de artesanos los que conservaban los conocimientos y secretos de las tinturas, siendo los maestros de esos gremios los que sabían cómo extraer y llevar a la tela todos los colores en que se fragmenta la luz del arco iris, por ejemplo el preciado y bello azul ultramar conseguido de la piedra preciosa lapislázuli, o las tonalidades obtenidas de las secreciones de diferentes especies de moluscos, o a partir de la cocción y fermento de determinados vegetales.
Palma de cachemir y granadas. Hoy en día todo un clásico de la elegancia.
Además de los motivos florales y paisajísticos, donde se mezclaron las granadas de la heráldica con flores orientales desconocidas, se trasladó al estampado la técnica del tapiz medieval y renacentista e imitaron escenas historiadas y mitológicas extraídas de la literatura clásica.
Actualmente se conservan algunas muestras de estas indianas en distintos museos, se trata de trozos de tela clasificados como obras históricas debido a la aportación que éstas ofrecen en los diferentes campos de la historiografía.
A continuación expongo una muestra de estas indianas pertenecientes a la Colección Frederic Mares que junto a otras, que también presento, se encuentran en el Museo de Historia de Sabadell y son un verdadero documento no sólo histórico, sino artístico y tecnológico.
Rico estampado monocromo plagado de elementos renacentistas. Podemos ver en el cuadrado de la parte inferior una cabeza de Hermes y bajo ella una imagen de alguna fábula de La Fontaine. Nos imaginamos muy bien lo que sería ver esta estampación al completo en metros de pared o en unas cortinas.
Ofrenda en el templo de Vesta. Fragmento recortado para cubrir la barra de algún cortinaje
Arco de triunfo junto a un templete
Ofrenda ante una estatua de Apolo
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