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Plegaria
Venerado Hermes,
divino maestro,
guía de las almas,
bondadoso señor,
toma mi mano temblorosa,
escucha el sórdido lamento
de quien implora tu ayuda.
Llévame hacia el interior del bosque,
te lo ruego.
Abandóname,
desnudo e indefenso.
Búrlate de mis despojos.
Hazme víctima de una broma sagrada.
Ayúdame a perderme,
si me he de volver a encontrar.
Ayúdame a olvidar,
porque en el olvido de lo efímero
mora el recuerdo de lo eterno;
y quien se olvida de las formas,
destruyendo su morada terrenal
vuelve a recordarse a sí mismo,
comprende que nada puede ser
sino por medio de lo Uno,
Supremo, Infinito, Innombrable,
Aquello que realmente Es.
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Toma mi mano,
Toma mi mano,
divino maestro,
y ayúdame a perderme.
Sahaquiel
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