Pavimento con el laberinto de la catedral gótica de Amiens (Francia).
Los suelos de la catedral de Amiens poseen una geométrica extraordinaria trabajada a base de incrustaciones de piezas marmóreas blancas y negras formando en medio de la nave un laberinto octogonal; todo lo cual data del 1288. Ese laberinto es un camino zigzagueante que en periodos de la Edad Media era recorrido por los peregrinos hasta su centro, espacio conocido como "el cielo".
Efectivamente, los viajes realizados en los laberintos de los templos, eran recorridos de forma ritual por enfermos y todos aquellos que, por alguna razón, no podían hacer el camino a un lugar santo, es decir a un centro espiritual (tal como el Camino de Santiago) por lo que sustituían dicho viaje por un peregrinaje simbólico, dentro del propio templo o en su claustro. A este viaje simbólico aluden los capiteles de muchos claustros.
Como es sabido el laberinto representa la separación que existe entre el mundo profano y la perspectiva sagrada, dos visiones separadas simbólicamente por la puerta del templo, a un lado de la cual, la parte externa, se halla la zona denominada, "pasos perdidos", que son análogos a los pasos que sin una dirección clara, se recorren en la vida, en la que a veces estamos cerca de la luz y otras en total obscuridad.
Desde el punto de vista de la iniciación, el laberinto siempre tuvo una doble razón de ser, pues por un lado es el que permite el acceso al centro, pero también el que veta la entrada y extravía el camino de aquel que no está cualificado para recorrerlo, o no ha llegado a ese punto de madurez que exige afrontar una vía plagada de pruebas iniciáticas, denominadas también por eso mismo: viajes.
Recorrerlo desde uno mismo hasta el centro de la lucha interna, núcleo ardiente en las entrañas de la conciencia, y luego salir de él. El Minotauro, un monstruo mitad hombre mitad animal fruto de una atracción contra natura, estaba custodiada en el palacio de Cnosos, en Creta, por un laberinto que apresaba al que a él penetrara. Sólo Teseo que asume el papel de un héroe civilizador, ayudado del hilo de Ariadna pudo recorrerlo y llegar al centro donde se enfrentó y mató a la bestia acabando así con una concepción del mundo y dando paso (de regreso a su casa, Atenas) a un ciclo nuevo,
Los recorridos laberínticos, como el que vemos en esta Catedral, representan el viaje iniciático y por ende todos los viajes hacia tierra santa, es decir al interior de nuestra propia conciencia. En realidad se trata siempre de reconocer que de lo que se trata es de "partir del laberinto y encontrar el camino de vuelta a nuestra mansión de la que no hemos salido nada más que de modo aparente". M.A.D.
Cita del Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Federico González Frías. Entrada: Bosque-Selva.