En el curso del que se da cuenta, percibí en la Ponente una
pasión arrebatada por desembocar, desde el amor, en el conocimiento, pero en un
conocimiento resignificado. Un saber que busca en la naturaleza y en la
tradición la escritura de Dios, del Espíritu. Es decir, no el saber por saber
sino la vocación de dirigirse, de reconocer la verdad única que cada tradición
expresa a su modo.
María Ángeles Díaz nos mostró su pasión por la tradición
hermética, su vigencia hoy y, sobre todo, nos enseñó que recuperar los valores,
como ya sucediera en el Renacimiento, es posible. Aprendimos de su verbo y de
su entusiasmo que resignificar puede ser también recuperar el significado
fundacional, reconocer en la experiencia -aunque sea como siempre a
contracorriente- que cabe hacer aflorar tus talentos, tu niño de oro y la
pureza del alma.
Desde ahí, partiendo de la Escuela Iniciática de Safo,
Afrodita y las Musas, y terminando en Catalina de Medici, pasando por decenas
de mujeres que sostuvieron y resignificaron dando su valor original al camino
hermético en el Renacimiento, hicimos un maravilloso ejercicio de mística
urbana, poesía espermática, alquimia del alma y tradición evolutiva.
Como alguien dijera sobre Safo, “no lo hicimos por hacer,
sino para morir llevándolo aprendido”. Preciosa experiencia sobre la mujer en
la filosofía hermética. Vínculo a la Reseña
Doy las gracias a Anabel García que me ha hecho llegar esta reseña firmada por José, uno de los asistentes al curso, al que saludo afectuosamente. Mª Ángeles Díaz
Doy las gracias a Anabel García que me ha hecho llegar esta reseña firmada por José, uno de los asistentes al curso, al que saludo afectuosamente. Mª Ángeles Díaz