Nuestro guía, Francisco Ariza, y la ruta que nos había planeado:
“Viaje a los Orígenes: la Cultura Ibérica. La ciudad de Ullastret y su entorno histórico-geográfico. Y la Cova d’en Daina”.
Dos instantáneas desde dentro del autocar.
Una vez en el autocar, Francisco desde la primera fila del autocar, junto al conductor, tomó el micrófono para saludarnos e introducirnos en lo que se convirtió en un verdadero viaje mágico, lleno de impresiones hacia la raíz del pensamiento humano y hacia la reconstrucción de la verdadera historia. Sin duda era Clio, la musa de la historia, quien estuvo detrás de sus palabras, ya que éstas consiguieron verdaderamente mezclarnos con los antepasados que nos revelaron su mensaje, aquel que habían dejado grabado para nosotros en la piedra, pues como nos dijo:
“No sólo somos hijos de nuestro tiempo histórico, aquel que nos ha visto nacer, el cual podría llegar a ser una limitación castradora si nos identificamos totalmente con él olvidando que es un segmento de un ciclo mucho más amplio, dentro del cual se han desarrollado multitud de culturas, civilizaciones y tradiciones cuyo legado cultural transmitido a través de su arte, su ciencia, su cosmogonía y su metafísica también nos pertenece, y forma parte de lo que podríamos llamar nuestra “genética” espiritual, la única que puede liberarnos de cualquier tipo de condicionamiento: racial, cultural, social, familiar, etc."
Y para introducirnos en la cultura ibérica añadión que ésta pertenece:
“a las civilizaciones que surgieron en el Mediterráneo a lo largo de milenios. Todos ellas tuvieron relaciones entre sí, de ahí el apelativo de Mare Nostrum con que en un momento dado los romanos llamaron al Mediterráneo. Para los griegos el Mare Nostrum, Nuestro Mar, era el lugar donde se manifestaba la ecumene, es decir un espacio compartido por todos los pueblos que lo habitaban, y que incluía no sólo el intercambio comercial sino también el intercambio espiritual e intelectual a través de sus símbolos, ritos y mitos. De hecho, muchas veces el comercio propiciaba también ese otro tipo de intercambio, y era éste precisamente el que realmente cimentaba y articulaba la relación entre todos esos pueblos. No olvidemos que Hermes es por igual el dios del comercio y el de las transmisiones intelectuales. El comercio no era para las civilizaciones tradicionales una actividad puramente material y profana, en primer lugar porque entre esas civilizaciones no existía nada de profano, palabra que en sí misma indica una separación, o mejor dicho un “estar fuera” de una concepción del mundo o cosmogonía sustentada en la idea de un Principio a partir del cual la propia existencia del mundo y del ser humano cobra sentido y significado.”
(…)
"Para todas esas culturas sus deidades y númenes, es decir las ideas-fuerza en acción, lejos de considerarse ajenas a la vida humana, a su acontecer y “circunstancias”, estaban por el contrario plenamente integrados en ella. Como lo estaban en la propia naturaleza. Es por eso que para todas aquellas sociedades, y por muy arcaicas y protohistóricas que nos parezcan, la vida revistiese siempre un carácter mágico-teúrgico y sagrado, donde no sólo esas deidades e ideas-fuerza intervenían en los asuntos de los hombres, sino que también conformaban su pensamiento dándoles las pautas necesarias para la creación de sus estructuras culturales, y por consiguiente su concepción del mundo, su cosmogonía, a imagen de la Cosmogonía Perenne. Esas pautas o medios no han sido otros que los símbolos y los códigos simbólicos. Precisamente, en esta Ruta, como en todas las actividades del CES, nos ceñiremos al mensaje que la cultura ibérica nos ha transmitido mediante su lenguaje simbólico expresado también en sus ritos y mitos fundacionales, que conservan toda la frescura de lo arcaico, de lo perenne, y que por poco que los conozcamos podrán abrir nuestra mente y comenzar a concebir en nuestra interioridad otras posibilidades y otras realidades más universales”.
Antes de llegar a la ciudad ibérica de Ullastret, situada en la provincia de Gerona, nos detuvimos para visitar un increíble monumento megalítico, el dolmen llamadeo la Cova d'en Daina, situado en el corazón de la sierra de las Gavarres, en lo que fue evidentemente un santuario natural de los hombres que hicieron posible aquella cultura, que se encuentra en los orígenes de nuestra civilización y cuyo mensaje, atravesando los tiempos, nos llegó como un beneficio intelectual que en esa mañana quedó fijado en cada uno de nosotros al ser comprendido.
La cova d’en Daina está rodeado de un círculo astronómico de piedras (un cromlech), en el centro del cual se encuentra el dolmen propiamente dicho, donde aquellos hombres, que consideraban la piedra como verdaderos receptáculos de los dioses con capacidad para traspasar el tiempo, enterraban a sus antepasados y al mismo tiempo se proyectaban en el porvenir.
En las fotos diversos momentos de la explicación de Francisco en torno al Dolmen.
La cueva, una estructura perfecta construida con enormes piedras, está orientada al sudeste, lugar donde tiene la entrada, de modo que durante el solsticio de invierno, momento en que el sol comienza su ascenso, el primer rayo de su luz penetra hasta lo más profundo del interior del dolmen, interior que es propio útero de la madre tierra, a la que fertiliza con su luz. De este modo aquellos antepasados portadores de una alta concepción de la vida, ritualizaban la unión entre el cielo y la tierra, es decir la hierogamia del dios y la diosa, de cuya cópula el mundo y todos los seres nacen perennemente.
Las dos fotos envueltas en la niebla pertenecen a unos días anteriores, cuando Francisco, quien aparece en la última imagen con paraguas, estaba preparando la ruta.
Núria, blogger de Desde mi Ventana
Nota: Dejo para otro momento el relato del resto del viaje.