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Cecilia Gallerani retratada por Leonardo da Vinci cuando ambos residían en el Castillo de los Sforza, en Milán. Ella como amante del Duque Ludovico y él como maestro de ceremonias.
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¿A quién guardas rencor, a quién envidias, Naturaleza?
¡A da Vinci, que pintó una de tus
estrellas!
Cecilia, tan bella hoy es aquella
Frente a cuyos ojos el sol parece
sombra oscura.
Tuyo es el honor, aun cuando su
pintura
Nos de a entender que escucha, y no
habla.
Piensa que cuanto más viva y
hermosa aparezca
Tanto mayor será tu dicha futura.
Dale las gracias pues a Ludovico, o
bien
Al ingenio y la mano de Leonardo,
Que te permiten participar de la
posteridad.
Quienes la vean, por más tiempo que
haya pasado
Dirán al verla viva: así nos basta
Para entender qué es arte y qué es
naturaleza.
Bernardo Bellincioni, le escribió
éste y otros poemas, aunque no fue el único que le expresó su admiración.
Comparada con Aspasia en belleza y
encanto y con Safo por su poesía, Cecilia
Gallerani, o Cecilia Bergamini Visconti, más conocida como la "Dama del
Armiño", destacó por su donaire y talento siendo la primera mujer en
mantener una tertulia filosófica y literaria en su palacio, a
donde acudían, por ejemplo, Leonardo, Bellincioni, Paccioli, Bandello y
otras figuras destacas del mundo de las artes, las ciencias y las letras.
Cecilia es una de las mujeres que
aparecen en nuestro próximo libro y de cuyo rastro luminoso nos serviremos para
incursionar en el ambiente de las Cortes Renacentistas y en el entorno femenino de la Academia Platónica de Marsilio Ficino, descubriendo, entre otras cosas, por qué Leonardo la pintó con semejante animal salvaje.