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lunes, 29 de septiembre de 2008

Alfonso X el Sabio en los Reales Alcázares de Sevilla (III Parte)

Alfonso X, el Sabio

Pero tenemos que llegar al siglo XIII para que los Reales Alcázares vuelvan a recuperar su esplendor y el rey Alfonso X, el Sabio, el encargado de realizar su reconstrucción, y construir un palacio nuevo, pero en esta ocasión al gusto y al estilo gótico. De él podemos admirar, por ejemplo, el magnífico Patio de Crucero, de colosal estructura gótica. (ver foto)

Alfonso X toma el Real Alcázar como residencia temporal, ya que su trono lo tiene en Toledo donde este gran monarca funda la famosa Escuela de Traductores inspirándose en el trabajo emprendido por su padre Fernando III en Sevilla, quien comienza allí a reunir textos árabes, judíos y griegos que traducen al latín. No sólo en Toledo funda Alfonso X una escuela de traductores, también lo hace en la capital de Murcia.
Por la tumba de Fernando III en la Catedral de esta ciudad (donde puede leerse una inscripción escrita en latín, hebreo, árabe y castellano) puede observarse perfectamente el espíritu reunificador y de concordia que animó a este rey cristiano y a su hijo Alfonso X cuyos restos también reposan en la misma Catedral.

En cuanto a este último, decir que se ganó el apelativo de Sabio por los grandes conocimientos que tenía sobre las diversas disciplinas y ramas del saber, dado que ese era el modo como este monarca entendía la dignidad de ser rey:

“un rey para ser tal debe ser el primero de los hombres en conocimiento y sabiduría, pues sólo así deviene reflejo en la tierra de la Inteligencia Suprema”.

Patio de Crucero o Baño de Doña María Padilla. Obra proyectada por Alfonso X.

De ahí que su reinado estuviera signado por su compromiso con la filosofía, las artes y las ciencias de su tiempo, haciendo de su labor puente entre culturas tradicionales de Oriente y Occidente. Y justamente eso fue lo que representó, en el mundo, la Escuela de Traductores de Toledo, gracias a la cual la riqueza de la civilización y cultura islámica, judía y cristiana así como la filosofía griega, pudieron ser conocidas y leídas tanto en latín como en las diversas lenguas romances y vernáculas habladas en toda Europa.

Son muchos los que han visto en esta Escuela el reflejo del espíritu de convivencia que caracterizó, durante largos periodos del Medioevo hispánico, las tres tradiciones abrahámicas. Y ciertamente es gracias a dicha Escuela de traductores toledana, que nos han llegado libros y tratados de astronomía, alquimia, música, medicina, geometría, agricultura, y otras artes y ciencias.

Asimismo fue también durante el reinado de Alfonso X, el sabio, cuando la Cábala hebrea conoció su mayor esplendor, escribiéndose el Zohar y otros libros sapienciales de la tradición judía.

Estamos de acuerdo con los que opinan que hasta tal punto fue importante la figura de este rey que sin la visión universal sobre el devenir histórico que poseía, Occidente hubiera entrado en un proceso mucho más acelerado de decadencia que el que se vivió entre los siglos XIV y XVII, analogo al que vivimos actualmente.

Es evidente, como ya han señalado distintos autores y estudiosos, que el Renacimiento no hubiera tenido la intensidad que tuvo sin estas traducciones que fueron fuente para elaborar los sistemas astronómicos y astrológicos que se llevaron a cabo durante esa época.

Alfonso X el Sabio era también, como Al-Mutamid, un rey poeta que cantaba el alma del Mundo que vio encarnada en la figura de la Virgen María, tal y como lo reflejan sus "Cantigas de Santa María", inspiradas entre los muros sevillanos del Real Alcázar. Aunque debemos decir que para Alfonso X, y para toda su época en general, la devoción a la Virgen no estaba revestida de la beatería en que cayó con el tiempo, pues si bien popularmente ese fervor servía de ligamen con lo sagrado, desde el punto de vista esotérico la Virgen María era considerada “Reina del Mundo”, y por lo tanto la madre espiritual de todos los iniciados en el Conocimiento.

Por eso las Cantigas que Alfonso X, el sabio, compuso a María no son las de un místico, sino que se trata de los himnos de un amante de la Sabiduría y la Belleza, siendo estos dos pilares sobre los que se asienta el legado cultural de este rey que canta, según la terminología de la época, a María, Dama y Señora y no llorosa madre de Jesús.

“Rosa de beldad y de belleza, y flor de alegría y de placer; dueña, en muy piadosa ser; Señora, en quitar cuitas y dolores.
Tal Señora debe el hombre amar, porque de todo mal puede guardarlo, y puede perdonarle las faltas que hace en el mundo por apetitos malos.
Debemos amarla mucho y servirla, porque pugna por guardarnos de errar y de yerros que, como pecadores, cometemos y hace que nos arrepintamos.
De esta dama que tengo por señora y de la que quiero ser trovador, si no logro por nada su amor, doy al diablo los demás amores”.


Palacio estilo mudejar de Pedro I y Patio de las Doncellas.

Poco después, en el siglo XIV, el rey Pedro I de Castilla construye en el recinto un nuevo palacio que lleva su nombre, lindando con el palacio gótico de Alfonso X , en este caso de estilo mudéjar, un arte genuinamente hispano fruto de la composición entre elementos musulmanes y cristianos. Para recuperar esa técnica se contrata a alarifes y carpinteros cristianos y musulmanes venidos de Toledo, Córdoba y Granada, que trabajaron junto a los artesanos sevillanos, en el que se considerará más bello, suntuoso y depurado trabajo del arte mudéjar. En este palacio, perfectamente conservado, se ven cuatro columnas con capiteles visigóticos enmarcando el vestíbulo, que suponen proceden de la basílica paleocristiana que desde el siglo V se encontraba en los alrededores, en la que enseñó, como ya se dijo, San Isidoro de Sevilla autor de "Etimologías".

Actualmente, como se ve en la foto, el palacio tiene un patio principal, llamado de las Doncellas, que es una preciosa joya de arquitectura pues, sin perder nunca una imagen medieval, mezcla en perfecta armonía motivos renacentistas con el estilo mudéjar.

Diario literario de Viajes de Núria Prats
Desde mi Ventana
Anillo de Symbolos

jueves, 25 de septiembre de 2008

La Sala de las Pléyades en los Reales Alcázares de Sevilla (II Parte)


Dicen que los andaluces sienten la poesía por el ritmo que hay en ella, y que es ese ritmo el que la hace nacer de sus labios; así parece que era en el entorno de al-Mutamid, según reflejan palabras como las de Ibn Gálib quien dijo lo siguiente:

“Los españoles tienen la constante preocupación –ya que están bajo el régimen de al-Zuhara (Venus) de vestir hermosos trajes y comer bocados escogidos, de ser limpios, y puros, amar los placeres y el canto e inventar nuevos aires musicales; dado que sufren la influencia de ‘Utárid (Mercurio), llevan bien sus negocios, cultivan las ciencias, aman la sabiduría, la filosofía, la justicia y la equidad".

Los estudiosos han hallado que la poesía del siglo XI se encuentra plagada de fragmentos que describen las constelaciones y tratan de la influencia de los astros sobre los hombres. Se trata de escritos entonados en versos ritmados, basados en los tratados de astronomía y astrología inspirados por Ptolomeo. Las crónicas, por ejemplo, cuentan que los andaluces de esa época cultivan las más diversas ciencias, que estaban realmente aficionados a la astronomía, y que nunca se vieron tantos astrolabios, como entonces.

Salón de embajadores del Real Alcázar
Y es gracias a los poemas de al Mutamid, "el rey poeta", convertidos a veces en canciones, como nos ha llegado la descripción de al-Turayyá, la “Sala de las Pléyades”, en el Real Alcázar de Sevilla, sala proyectada y construida por este rey para estudiar las constelaciones y donde mantenía reuniones con sus ministros y con otros intelectuales y viajeros que llegaban a Sevilla.






Quien mejor que al-Mutamid para describirnos el Real Alcázar que él diseñó, nadie mejor para que nos hagamos una idea de cómo era esa “Sala de las Pléyades”. Y lo hace mediante unos versos nostálgicos y llenos de amargura, escritos lejos de su palacio, desde su cautiverio en Agmat.

De la naturaleza de los estudios astronómicos de Al-Mutamid podemos saber, por sus poemas, que hablaban de naw, que es el “ocaso de la estrella en el oeste con el alba, concordante con el nacimiento a la misma hora de otra estrella que se le opone”. Esto nos da una pista muy clara de la naturaleza de los estudios que allí realizaban. Parece ser que el periodo que va entre ese nacimiento y ese ocaso ejerce una influencia sobre los fenómenos atmosféricos, como es la lluvia, el viento, el frío, el calor, etc.


Uno de los corredores del Real Alcázar

“El palacio de al-Mubárak llora sobre las huellas de Ibn Abbad
como llora sobre las de las gacelas y leones.
Su al-Turayyá llora y sus estrellas (sus torres) ya no están sumergidas por las lluvias vespertinas y matinales provocadas por el naw de las Pléyades.
Al-Wahid llora, como al-Zahí y su qubba; el río y su corona.
Todo muestra una profunda tristeza.
(…)


Sección de jardines del Real Alcázar


Quisiera saber si pasaré todavía otra noche teniendo delante y detrás de mí un jardín y un estanque.
Sobre una tierra que hace crecer los olivos, que transmite nobleza, en la que se arrullan las palomas y gorgojean los pájaros.
En al-Záhir, que allí se encuentra, la de las altas torres regadas generosamente por la lluvía, mientras que al-Turayyá parece que nos llama y que le llamamos.
Al-Záhí y su Sa’ad al-Su’ud nos miran como dos celosos: ¡el enamorado apasionado es muy celoso!
Tú crees que es difícil conseguir [ese palacio] ahora bien, todo lo que Dios quiere es fácil”.



Abú-I-Walíd Ibn Zaydún, visir de al-Mutamid, y por consiguiente uno de los poetas que se reunían en dicha sala del palacio con su rey, también escribe un poema donde habla de al-Turuyyá, cuyos restos, tras la destrucción de los bárbaros almorávides, conservaron y restauraron todos los posteriores inquilinos del Real Alcázar.

Estas son las palabras que el visir del rey dirige al monarca, y en ellas, como en muchas otras de igual talante, podemos apreciar el enorme afecto y afinidad que sentían los sevillanos por aquel sabio rey.

“Si debemos hablar de al-Turayya tenemos que decir que se parece a las Pléyades, por su situación, su altura y su belleza.
El no recibir tu visita más que cada dos o tres días inspira un deseo tan vivo, que quisiera, si fuera posible, reunirme contigo con el pensamiento.
Beber cada día de tu fuente, prolongar el tiempo en tu compañía, es lo que necesito para sentir feliz el espíritu.
Es el palacio de al-Mubárak como la mejilla de una mujer hermosa en el centro de la cual, como un lunar, se levanta al-Turayya.
Del más puro color dorado y del aroma más exquisito es el vino que circula en una copa.
En este palacio espléndidas dependencias alegran la vista y se enorgullecen de su rutilante belleza.
¡Es tanto el deleite que puedes incluso acostarte en su parterre florido y envolverte en las delicias de la sombra fresca de los bosques".



Paño de alicatado del Real Alcázar


Según parece Al-Turayya era un salón situado en el centro del palacio a modo de torreón que a su vez se hallaba rodeado de una serie de salones, uno por cada una de las estrellas de las Pléyades.

Ibn Hamdis, otro de los asistentes a las reuniones del rey describe, en otro poema, la sala principal y su cúpula, comparando la magnificencia de la construcción a las virtudes y cualidades del rey amigo de las artes y las letras que sólo tenía por enemigos los montaraces almorávides.



“¡Morada soberbia ésta en la que Dios decidió que todo poder se renueve continuamente sin perecer jamás!
Santa casa, hasta tal punto que si Moisés, interlocutor de Dios, hubiera dado un paso en ella, se hubiera quitado las sandalias.
Esta no es otra que la residencia del príncipe, ante la cual todo el que espera viene a depositar su equipaje.
Cuando sus puertas se abren, se creería que dicen con acento acogedor a los que franquean: ¡bienvenido!
Los constructores le supieron traspasar las cualidades del príncipe, y ejecutaron esta transferencia maravillosamente.
En efecto, de su pecho tomaron su amplitud; del color de su tez, el resplandor; de su fama, las diversas dependencias y de su generosidad, los cimientos.
Tomando por modelo el rango que ocupa entre los reyes, han proporcionado la altura de la sala de audiencias y, gracias a todo ello, se ha elevado por encima de la constelación de los Dos-Simak (Arturo y la Espiga de Virgo).
Este palacio me ha hecho olvidar por su esplendor el Iwan de Corroes, porque pienso que pudo servirle de modelo, ya que su magnificencia no tiene parangón.
Se diría que, ante el temor [de una negligencia], Salomón, hijo de David, no ha permitido a los genios el menor descanso en la construcción.
Vemos al sol parecido a una paleta de donde las manos [de los pintores] sacan lo necesario para dar a sus representaciones figuradas distintas formas.
Estas figuras parecen dotadas de movimiento a pesar de su inmovilidad; pues [a pesar de aparecer móviles a la vista] sin embargo ni los pies ni las manos cambian realmente de lugar. Cuando nos hemos cegado por los colores inflamados, empleamos como colirio el resplandor del rostro del príncipe".



Paño de alicatado


Algunos que asistieron a las reuniones con el rey y sus visires, repetían de memoria las palabras pronunciadas por el monarca en dicha reunión:

"He bebido vino (ráh) en el que la luz destellaba, dice al-Mutami,
Mientras que la noche extendía las tinieblas como manto.
Hasta el momento en que la luna llena se mostró en la constelación de Orión (al-Gawza), como una reina soberbia y magnífica;
estrellas chispeantes se elevaron a porfía para rodearla con su titilar y completar su propia titilación.
Al hacer de su marcha hacia Occidente un paseo, colocó los Gemelos por encima de ellas a guisa de sombrilla.
Se veía a las [demás] estrellas formar un cortejo, izando las Pléyades como una bandera por encima de ella".



Interior del Real Alcázar

En un lenguaje relacionado con la alquímia del vino, también escribe el rey poeta:

"El licor te ha llegado de noche, en un traje de día hecho
de su luz y de su túnica de cristal.
Comparables a Júpiter (al-Mustari) envuelto por su planeta Marte (Mirrij).
Cuando sumergido en el agua, está rodeado de una ardiente brasa.
La congelación de uno y otra se ha hecho tan graciosamente, que se ha armonizado, y estos dos contrarios no han cogido a su opuesto por antipatía".

Y en otro lado:

"-¡Cuantas veces, cuando la noche era muy oscura, me he servido de beber rosas fundidas en agua congelada!
(…)

Abreva a golpes redoblados tu corazón, pues más de un enfermo se ha curado así, y arrójate en la vida como sobre una presa, pues su duración es efímera.
Incluso si tu vida durara mil años completos, no sería exacto decir que es larga.
¿Te dejarías llevar por la tristeza hasta la muerte cuando el laúd y el vino fresco están aquí y te esperan?
Que la preocupación no se adueñe de ti a viva fuerza, en tanto que la copa es como una espada centelleante en tu mano.
Conduciéndonos con cordura, las contrariedades nos acosan hasta lo más profundo de nuestro ser; ser cuerdo, para mí, es no serlo".



Aunque destruida en gran parte por los almorávides, como ya se dijo, Al-Turuyyá sigue presente en el Alcázar, aunque sólo algunas señales y pinturas quedan de aquella primera sala de poetas astrónomos. El espacio es hoy un gran pabellón cuadrado cubierto por una suntuosa cúpula decorada con lacerías talladas en cedro sobredorado. Sus reconstructores últimos no escatimaron en materiales y buen gusto para dar a esas pareces lo más bello de su época.
Estos poemas han sido tomados del libro de Henri Pérès, "Esplendor de al-Andalus". Editorial Hiparión.

Este Diario Literario de Viajes de Núria  se divide en:

sábado, 20 de septiembre de 2008

Diario Literario de Viajes. Los Reales Alcázares de Sevilla (I Parte)



Puerta del León, actual entrada al recinto


Los grandes edificios y todas las obras monumentales llevadas a cabo por los hombres suponen un legado cultural interesantísimo, a veces grabado en sus propias piedras, en su diseño arquitectónico, sus espacios interiores y en las obras de arte que los decoran. Estos edificios regios también nos acercan a los personajes que los han proyectado, construido, mantenido y habitado, y por ello son capaces de mostrarnos el verdadero espíritu que anima cada ciclo humano.


Uno de los enormes “palos borrachos” que hay a la entrada, en esta época florecido.

Realmente creo que ciertos edificios son como los grandes libros de crónicas, ya que en ambos está plasmado el devenir de los pueblos que los crearon y por lo tanto suponen un catalizador de energías, conocimientos, movimientos artísticos, técnicos y científicos que tienen que ver con el sentir de cada época y conforman episodios trascendentales para la memoria humana.



Vista alzada de una de sus salas

Entre estos importantes edificios, fermentos de una serie de acontecimientos y de circunstancias, y foco neurálgico en la Historia, se encuentran las catedrales románicas y góticas, aquellas magníficas construcciones que en el Medioevo asociaciones gremiales de artesanos, filósofos y artistas levantaron en toda Europa llenando de esplendor y luminosidad aquella época a la que enfrentaron con espíritu constructivo. Lo mismo sucedió durante el Renacimiento, cuyo estilo arquitectónico y artístico tan bellamente está reflejado en muchos de ellos, como es el caso de los Reales Alcázares, o Real Alcázar, un conjunto monumental situado en el corazón de Sevilla, en un emplazamiento que es, desde época romana, un lugar de enorme vitalidad, pues su proximidad al foro portuario y al tráfico mercantil y fluvial hacían de la zona la más concurrida y un encuadre natural al estar delimitado por las fronteras que formaban las murallas de la ciudad, el río Guadalquivir y el arroyo Tagarete.


Vista del interior del Real Alcázar


El Alcázar es un edificio con una peculiaridad que lo distingue: la de de haber estado siempre habitado y en permanente construcción, desde el siglo IX, cosa que lo convierte en un observatorio excepcional desde cuya inmovilidad espacial permite distinguir bien todos los movimientos culturales y el transcurrir del tiempo de sus moradores, reyes árabes y cristianos.


Acceso a uno de los patios


El conjunto ha sufrido innumerables remodelaciones, destrucciones y construcciones, todo lo cual le ha ido dejando una pátina de estilos que hacen de él una original simbiosis de tradiciones y culturas, extraordinariamente armónica, y un conjunto situado, en belleza y antigüedad, a la cabeza de los palacios reales.



También se sabe que en esa zona se alzaba en el siglo V una basílica paleocristiana, con su correspondiente baptisterio, donde enseñó y fue enterrado, San Isidoro de Sevilla, autor de "Etimologías" una obra célebre y muy importante en su tiempo por contener todo lo que este santo, de la culta época visigótica hispana, pudo recoger del saber de la Antigüedad Clásica.


Vista de uno de los patios del Alcázar


Sin embargo, en lo que respecta al Alcázar debemos decir que es Abd al-Rahman II quien en la Alta Edad Media mandó alzar la Dar al-Imara o Casa del Gobernador, núcleo primitivo del edificio, cuyo patio de armas se corresponde justamente con el lugar donde estuvo la antigua basílica cristiana cuyas ruinas emergen desde hace unos años en ese patio.

Azulejos interiores del palacio


A la característica singular que tienen el Alcázar de haber estado desde siempre en constante construcción, también se une la de haber estado ocupado ininterrumpidamente desde sus orígenes. De ahí que la edificación sea un reflejo de los avatares y acontecimientos históricos y artísticos de relevante importancia para los pueblos que han habitado la Península Ibérica, así como para los de toda la cuenca mediterránea, aunque la relevancia de la ciudad de Sevilla y la importancia de hechos notables como el descubrimiento de América, ligados tanto a la ciudad como a las personalidades que en esa época lo ocuparon, también hacen del Alcázar un reflejo de una parte de la historia universal .

Paño de alicatado, donde cada pieza está cortada con alicates, de ahí su nombre

Desde el punto de vista arquitectónico el conjunto es complicado de definir dado la amalgama de contrastes que se dan en él. La alta muralla, que para nada hace presagiar la belleza encerrada en los muros, data del siglo XI, cuando Al-Mutamid, el rey poeta, decide, tras la muerte de su padre, ocupar una nueva residencia diferente a la de su progenitor y escoge para ello la antigua Casa del Gobernador, donde manda construir un palacio al que llama al-Mubárak, el Alcázar de la Bendición. Sólo por sus versos y los de sus visires sabemos que la dependencia principal de este palacio se conocía como Al-Turayya, que significa “Sala de las Pléyades”, y era el salón del trono donde realizaba reuniones con sus ministros y con todos los poetas y filósofos venidos de otras tierras y que cómo ellos sentían afición por las ciencias y amor por la poesía.

Interior del Real Alcázar

lunes, 16 de junio de 2008

CRONICA DESDE ZARAGOZA (ESPAÑA)

He querido publicar esta crónica de Ismael que me llegó en forma de misiva, tal cual, porque su contenido me parece interesante, fresco y muy actual. Al editarla he incluido no sólo las fotos del autor sino otras de amigos que me llegaron el mismo día. Gracias a todos por esta expontánea colaboración.



Nuevo puente al oeste de Zaragoza como se aprecia en la puesta del Sol.

Querida Núria:
Lo primerísimo gracias por tus apreciaciones al texto que te mandé. Realmente me han renovado los ánimos. Quiero, por otro lado, reiterarte mi felicitación por los premios merecidos y claro porque cada vez hay más voces que se unen al anillo de Symbolos, pues me parece una estructura que permite (o tal vez debería decir auspicia) a todos aquellos que se integren en ella realizar sus proyectos culturales que son siempre los de difundir el pensamiento tradicional, por eso me parece un nuevo logro lo de la página del teatro.
Como te conté, este fin de semana he visitado la feria del libro de Zaragoza. Ahí estuve viendo la caseta de la editorial “Libros del Innombrable”, como me recomendaste, y echando un vistazo a las novedades, entre ellas la Antología de Federico González y el libro sobre la Masonería de Francisco Ariza, aunque te diré que la gente estaba más vuelta hacia la “Expo”, que ayer mismo sábado se abría al público. Te mando unas fotos de todo ello para que te hagas una idea aunque son ya del atardecer en Zaragoza o “Caesaraugusta” , esto es la colonia romana de César Augusto, el ilustre fundador de ciudades en Galia e Hispania, aunque fue en la cuenca del Ebro, precisamente, donde su intervención fue más intensa.
Pensaba yo, mientras caminaba entre la multitud alborotada por la fiesta, la importancia que esta tierra, en tiempos de las colonias romanas, dio a la fiesta y a la celebración como una forma de medir el tiempo, de hacerlo sagrado y significante. Leo en un librito que me he comprado, las propias palabras de César Augusto, ese personaje que donó a nuestra cultura una huella en el calendario dándole al mes de Agosto su propio nombre (Augusto).

“Cuando retorné a Roma de Hispania y Galia, resueltos ya venturosamente mis asuntos, durante el consulado de Tiberio Nerón y Publio Quintelio (año 13 a.C.), el Senado acordó que en el Campo de Marte se consagrara en honor de mi retorno el altar de la Paz Augusta, y mandó que, en cada aniversario, hicieran en él un sacrificio los magistrados, los sacerdotes y las Vírgenes Vestales”.

Qué tiempos aquellos en los que se daba esa gran importancia a los aconteceres cósmicos. Increíble que el propio Augusto hiciera publicar de forma oficial su horóscopo. Leo también que Suetonio, biógrafo de los doce primeros Césares de Roma, reseñó la fecha con toda exactitud:

“Augusto nació en el consulado de Cicerón y Cayo Antonio (63 a.C.), el día noveno antes de las calendas de octubre (23 septiembre), poco antes de la salida del Sol”.

En fin que de Augusto no sólo nos queda el mes de Agosto, sino que la fecha de su nacimiento fue en muchas ciudades romanas tomada como símbolo del inicio de una nueva era.
Y en cuanto al teatro no sé si sabrán estos viandantes que también sus antepasados acudían en masa a ciertos espectáculos teatrales, pues las dimensiones del conjunto (106 m de diámetro desde el anillo exterior) hace pensar en unos 6000 espectadores.
Ruinas y maqueta del teatro romano de Zaragoza.







“Los cesaragustanos tuvieron oportunidad de acudir, desde los últimos años de Tiberio, a representaciones de la tragedia y comedia latinas, de mimos, pantomimas o atelanas cercanas a la comedia de costumbres, al drama mitológico o la farsa”.

Que el teatro ocupaba un lugar destacado para los antiguos zaragozanos, lo dice el propio teatro en ruinas y aún en fase de excavación, ¡cuatro manzanas!
Su construcción es a base de anillos y muros radiales entre ellos para componer la infraestructura de la cavea, o sea el graderío que era de mármol. Estamos ante un teatro de máxima relevancia en Hispania comparable al de Emérita Augusta (Mérida) y Tárraco (Tarragona), capitales estas dos últimas de la Lusitania y la Tarraconensis, respectivamente.
Un acceso axial e independiente desde el exterior hace pensar a los investigadores que en él recinto no sólo se realizaban espectáculos teatrales sino también de gladiadores.

Estampa grabada en la retina de todo aquél que ha visitado alguna vez la ciudad de Zaragoza, en ella el caudaloso río Ebro hace de espejo para reflejar el puente de arcadas romanas y el edificio del Pilar dónde se cobija la "Pilarica", la amada virgen no sólo de los zaragozanos y aragoneses, sino de toda la Hispanidad.
Por último, y no por ello menos importante, quiero decirte que el post de la meditación lo he tenido metido en la cabeza a todas horas, realmente como un mantra… pensando que Serenidad, Valor, Sabiduría son grados de una misma escala.

Núria, lo siento, finalmente se me hizo demasiado largo el comentario así que te lo mando por mail junto con unas fotos, dispón de ello como te parezca.
Un fuerte abrazo. Ismael




















La Torre del Agua, moderno edificio de 76 metros de altura cuya arquitectura reproduce una gota de agua.


lunes, 19 de mayo de 2008

Viaje a los Orígenes: la Cultura Ibérica. La ciudad de Ullastret y su entorno histórico-geográfico. Y la Cova d’en Daina

El pasado sábado, 17 de mayo de 2008 a las ocho y media de la mañana, un nutrido grupo de personas, convocadas por el Centro de Estudios de Simbología de Barcelona, nos reuníamos en la puerta de la cafetería Sandor, situada en pleno centro de la ciudad condal, para realizar una nueva ruta simbólica.
Nuestro guía, Francisco Ariza, y la ruta que nos había planeado:
“Viaje a los Orígenes: la Cultura Ibérica. La ciudad de Ullastret y su entorno histórico-geográfico. Y la Cova d’en Daina”.

Dos instantáneas desde dentro del autocar.


Una vez en el autocar, Francisco desde la primera fila del autocar, junto al conductor, tomó el micrófono para saludarnos e introducirnos en lo que se convirtió en un verdadero viaje mágico, lleno de impresiones hacia la raíz del pensamiento humano y hacia la reconstrucción de la verdadera historia. Sin duda era Clio, la musa de la historia, quien estuvo detrás de sus palabras, ya que éstas consiguieron verdaderamente mezclarnos con los antepasados que nos revelaron su mensaje, aquel que habían dejado grabado para nosotros en la piedra, pues como nos dijo:

“No sólo somos hijos de nuestro tiempo histórico, aquel que nos ha visto nacer, el cual podría llegar a ser una limitación castradora si nos identificamos totalmente con él olvidando que es un segmento de un ciclo mucho más amplio, dentro del cual se han desarrollado multitud de culturas, civilizaciones y tradiciones cuyo legado cultural transmitido a través de su arte, su ciencia, su cosmogonía y su metafísica también nos pertenece, y forma parte de lo que podríamos llamar nuestra “genética” espiritual, la única que puede liberarnos de cualquier tipo de condicionamiento: racial, cultural, social, familiar, etc."
Y para introducirnos en la cultura ibérica añadión que ésta pertenece:
“a las civilizaciones que surgieron en el Mediterráneo a lo largo de milenios. Todos ellas tuvieron relaciones entre sí, de ahí el apelativo de Mare Nostrum con que en un momento dado los romanos llamaron al Mediterráneo. Para los griegos el Mare Nostrum, Nuestro Mar, era el lugar donde se manifestaba la ecumene, es decir un espacio compartido por todos los pueblos que lo habitaban, y que incluía no sólo el intercambio comercial sino también el intercambio espiritual e intelectual a través de sus símbolos, ritos y mitos. De hecho, muchas veces el comercio propiciaba también ese otro tipo de intercambio, y era éste precisamente el que realmente cimentaba y articulaba la relación entre todos esos pueblos. No olvidemos que Hermes es por igual el dios del comercio y el de las transmisiones intelectuales. El comercio no era para las civilizaciones tradicionales una actividad puramente material y profana, en primer lugar porque entre esas civilizaciones no existía nada de profano, palabra que en sí misma indica una separación, o mejor dicho un “estar fuera” de una concepción del mundo o cosmogonía sustentada en la idea de un Principio a partir del cual la propia existencia del mundo y del ser humano cobra sentido y significado.”
(…)
"Para todas esas culturas sus deidades y númenes, es decir las ideas-fuerza en acción, lejos de considerarse ajenas a la vida humana, a su acontecer y “circunstancias”, estaban por el contrario plenamente integrados en ella. Como lo estaban en la propia naturaleza. Es por eso que para todas aquellas sociedades, y por muy arcaicas y protohistóricas que nos parezcan, la vida revistiese siempre un carácter mágico-teúrgico y sagrado, donde no sólo esas deidades e ideas-fuerza intervenían en los asuntos de los hombres, sino que también conformaban su pensamiento dándoles las pautas necesarias para la creación de sus estructuras culturales, y por consiguiente su concepción del mundo, su cosmogonía, a imagen de la Cosmogonía Perenne. Esas pautas o medios no han sido otros que los símbolos y los códigos simbólicos. Precisamente, en esta Ruta, como en todas las actividades del CES, nos ceñiremos al mensaje que la cultura ibérica nos ha transmitido mediante su lenguaje simbólico expresado también en sus ritos y mitos fundacionales, que conservan toda la frescura de lo arcaico, de lo perenne, y que por poco que los conozcamos podrán abrir nuestra mente y comenzar a concebir en nuestra interioridad otras posibilidades y otras realidades más universales”.


Vista de la cueva desde el sudeste, desde donde se puede apreciar la entrada.

Antes de llegar a la ciudad ibérica de Ullastret, situada en la provincia de Gerona, nos detuvimos para visitar un increíble monumento megalítico, el dolmen llamadeo la Cova d'en Daina, situado en el corazón de la sierra de las Gavarres, en lo que fue evidentemente un santuario natural de los hombres que hicieron posible aquella cultura, que se encuentra en los orígenes de nuestra civilización y cuyo mensaje, atravesando los tiempos, nos llegó como un beneficio intelectual que en esa mañana quedó fijado en cada uno de nosotros al ser comprendido.

La cova d’en Daina está rodeado de un círculo astronómico de piedras (un cromlech), en el centro del cual se encuentra el dolmen propiamente dicho, donde aquellos hombres, que consideraban la piedra como verdaderos receptáculos de los dioses con capacidad para traspasar el tiempo, enterraban a sus antepasados y al mismo tiempo se proyectaban en el porvenir.


En las fotos diversos momentos de la explicación de Francisco en torno al Dolmen.
La cueva, una estructura perfecta construida con enormes piedras, está orientada al sudeste, lugar donde tiene la entrada, de modo que durante el solsticio de invierno, momento en que el sol comienza su ascenso, el primer rayo de su luz penetra hasta lo más profundo del interior del dolmen, interior que es propio útero de la madre tierra, a la que fertiliza con su luz. De este modo aquellos antepasados portadores de una alta concepción de la vida, ritualizaban la unión entre el cielo y la tierra, es decir la hierogamia del dios y la diosa, de cuya cópula el mundo y todos los seres nacen perennemente.




















































Las dos fotos envueltas en la niebla pertenecen a unos días anteriores, cuando Francisco, quien aparece en la última imagen con paraguas, estaba preparando la ruta.


Núria, blogger de Desde mi Ventana

Nota: Dejo para otro momento el relato del resto del viaje.