Escribir sobre aquello que te hiere es una forma de
enfrentar el dolor y la dolencia que este provoca. Robert Burton escribió una
obra colosal, "Anatomía de la Melancolía" (1621), para huir la
ella. Buscó conocer sus fundamentos y
cómo esta tristeza es consubstancial, en grados diferentes, a todos los seres
humanos.
Su gran erudición, obtenida de los muchos libros que llegó a
leer en la gran biblioteca de la Universidad de Oxford de la que se ocupó
durante toda su vida, le llevaron a indagar en esa enfermedad o tristeza del
alma, esto es, en la depresión y la melancolía en general. En cómo aliviarla y
a veces curarla. Y lo hizo investigándola desde todos los puntos de vista,
científicos, médicos, neurológicos, ambientales y también filosóficos,
aportando una memoria de autores y citas de inabarcable ramificación que hace
de esta obra una de las más importantes de la literatura universal y un hito de
la cultura occidental.
Robert Burton, como decimos un bibliotecario siempre rodeado
de libros, tuvo noticia a través de ellos, de países lejanos, de
monumentos que él nunca llega a ver, y por ello sus conocimientos procedían de los
escritos y fotografías de los viajeros que los habían visitado, y por
consiguiente sus reflexiones, todas, giraban en torno a esos autores que
engrosaban las estanterías de esa inmensa biblioteca cuyos estantes sí conocía
a la perfección. Efectivamente estaban ordenados con miles de libros que al mismo tiempo que alimentaban su alma, la enfermaban
de nostalgia al punto de considerar que una triste dama, a la que llama
"mi señora melancolía", "mi egregia" o "mi genio
maligno" (Malus genius), lo había seducido, embargándolo hasta el punto de haber quebrantado su
salud,
"Escribo sobre la melancolía para mantenerme ocupado y
así evitar la melancolía"
En este podcast podéis escuchar un pequeñísimo fragmento de esta monumental obra: