lunes, 9 de julio de 2018

BERENGUELA LA GRANDE, EL ROSTRO MÁS BELLO DE MADRID




Había oído decir que la estatua de Berenguela es el más bello rostro de Madrid. Y ahí está, en el Parque del Retiro para quien quiera comprobarlo.

Y es más, ir a su encuentro nos da la oportunidad de añadir un comentario recordando la valía histórica de esta destacada fémina, abuela de Alfonso X el Sabio y nieta de Leonor de Aquitania, entre otros parentescos ilustres.

Nosotros nos acercamos a esta figura precisamente por su relación con el movimiento trovadoresco pudiendo comprobar no sólo lo merecido que tiene ese título de Grande que acompaña su nombre, sino que pudimos reconocerla como una auténtica representante de esa cadena de la tradición trovadoresca que atrajo a España la poesía provenzal y todo el movimiento de juglaría, marca indeleble para la Cultura de Occidente.

Las crónicas recogen que Berenguela cantaba y tocaba la cítara, el salterio, los tímpanos, las castañuelas, la pandereta y varios instrumentos más. Sobre esta reina también se cuenta una hazaña que sin duda la hace merecedora del título de heroína, lo que los amigos hermetistas del Renacimiento llamarían una mujer “virago”.

Corría el año 1139 y los reyes cristianos tenían un conflicto constante con los emires musulmanes que aún ocupaban una parte de la península Ibérica. Resulta que estando su esposo, el rey Alfonso IX, librando una batalla junto a su ejército fuera de Toledo (concretamente en la fortaleza de Aurelia cerca de Aranjuez, donde resistía un último bastión del ejército musulmán) los almorávides de Córdoba, Sevilla y Valencia decidieron unirse para asediar Toledo conformando para ello un gran ejército que pronto tuvo cercada la ciudad.

Viéndose en esa temible situación, Berenguela, acostumbrada a la guerra y sobre todo interesada en las estrategias para prevenirla, subió a las torres, que le ofrecieron un escenario de porte imperial, y rodeada de un ejército de más de trescientas damas, todas ellas engalanadas y provistas de cítaras, salterios y panderetas, se pusieron a cantar alegres canciones trovadorescas.

La reina Berenguela que en esa época tenía 23 años y poseía todo el esplendor de su belleza, desde las almenas se dirigió a los caudillos del ejército musulmán afeándoles la acción cobarde de aprovechar la ausencia de los hombres para atacar una ciudad cuando sólo unas mujeres tañendo sus instrumentos musicales la defendían, es decir que invocó a que se respetaran las reglas éticas de todo caballero armado.

Algunos historiadores recogen así la arenga de Berenguela:

«¿No conocéis que es mengua de caballeros y capitanes esforzados acometer a una mujer indefensa cuando tan cerca os espera el emperador? Si queréis pelear, id a Aurelia y allí podréis acreditar que sois valientes, como aquí dejar demostrado que sois hombres de honor si os retiráis».
Esta contundente reprobación quebró el ánimo de los atacantes, que tras  la representación de Berenguela se retiraron. Sin duda se dieron cuenta del indigno gesto o quizá temieron que las composiciones musicales de la reina y su ejército de trovadoras, divulgaran con sus letras y sus trovas aquella acción de cobardía. Mª Ángeles Díaz

Ver:  Mujeres en la Tradición de las Artes Escénicas. Capítulo: La Reina Berenguela y su Ejército de Trovadoras. 

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