"Los pueblos americanos han adorado a las aves como seres que viven en el aire, en la atmósfera, por lo que han incluido a muchos pájaros en la categoría de dioses atmosféricos y mensajeros del mundo de arriba. Es frecuente la analogía establecida entre ave y nube, la que para los pueblos nativos se constituían en hechos reales y no simple coincidencias. En los valles áridos del NOA el suri (Pterocnemia pennata) es “el pájaro de la tormenta o la nube, que lleva el agua en su seno y cuyo pico lanza el rayo” (Quiroga, 1942: 146), lo que ha quedado reflejado en la iconografía arqueológica, en los mitos y en el folclore. Hasta el día de hoy el suri es el anunciador de la lluvia. Esta relación no parece casual y debe buscarse sin dudas en la etología de este animal. La estación húmeda en el Noroeste Argentino coincide con su período reproductivo, lo que genera cambios en el comportamiento que son observados por la gente que le atribuye por asociación el poder de llamar a la lluvia (Gustavo Namen, comunicación personal, 2008).
Un hecho interesante lo constituye
el hallazgo de restos de huevos de suri
colocados sobre “urnas” funerarias típicas del Período Tardío del NOA a modo
de ofrendas. Numerosos contextos
excavados de este tipo han puesto en
evidencia esta práctica a tal punto que
el hallazgo de los mismos se ha transformado en un indicador confiable para
establecer cronología relativa para el
área (Andrés Izeta, comunicación personal, 2008).
Durante el Período Tardío y hasta
tiempos históricos es conocida la utilización de plumas de aves y “varillas
emplumadas” en ceremonias y ritos
asociados a la lluvia, el trueno y el
rayo. Como la parte representa al todo,
la utilización de varillas con plumas
se utilizaba como alusión a las nubes
que traen la lluvia. Así las plumas eran
tenidas como eficaces amuletos para
la protección de las cosechas y contra
la seca, la piedra y el granizo. Guarda
relación con estas creencias la conocida “Fiesta del Chiqui” que se realizaba
hasta tiempos históricos para conjurar la
seca cuando esta se hacía prolongada
en los valles áridos del NOA. Esta festividad guarda claras reminiscencia con
un antiguo ritual prehispánico asociado
a las deidades propiciatorias de la lluvia. En ella se sacrificaban animales,
“excepto el suri”, en reemplazo de víctimas humanas mientras se batían latas
a modo de “campanas” para llamar al
trueno por simpatía". Julián P. Gómez Augier
Mario A. Caria. La Simbología Prehispánica del Noroeste de Argentina:
file:///C:/Users/PC/Downloads/Dialnet-LaSimbologiaPrehispanicaEHistoricaDelNoroesteArgen-3659962.pdf
No hay comentarios.:
Publicar un comentario