viernes, 17 de septiembre de 2010

FORTUNA PROPITIA "Casa de la Fortuna"




Fresco en las paredes de la “Casa de la Fortuna”. Cartagena (España).


Realizando un trabajo de investigación arqueológica en Cartagena, he tenido la oportunidad de ver los restos de una vivienda romana hallada hace apenas 10 años en esta importante ciudad marítima del sureste español, conocida en todo el Mediterráneo en época cartaginesa, y posteriormente romana como Cartago Nova.

Esta domus, o sea, casa familiar romana, tiene el nombre evocador de “Casa de la Fortuna”. Uno espera encontrar en ella la figura de esta diosa o bien uno de sus atributos principales, como es la cornucopia o cuerno de la abundancia, pero en realidad la casa recibe este nombre porque en su pavimento mosaico, concretamente en el atrio, están escritas las palabras “Fortuna Propitia”. El atrio o patio, para la arquitectura tradicional de Roma, constituye el centro del espacio de la vivienda, señalando el eje en torno al cual se disponen y distribuyen las estancias. Hace por tanto las veces de vestíbulo y lugar de acceso a las distintas habitaciones.

El valor de este yacimiento arqueológico radica en que la casa, además de conservar perfectamente su estructura, ha preservado en su interior algunos de los utensilios y enseres que formaron parte de la vida cotidiana de la familia que la habitó, como la vajilla, estatuarias rituales, monedas, objetos de adorno personal y lucernas. Es por tanto lo que se llama un ecomuseo, término que viene de ico, cuya etimología procede de la palabra griega oíkos, que significa hogar; así pues es una casa con su contenido.

Pero la “Casa de la Fortuna” tiene un valor añadido, y es que unidos a sus muros han aparecido los ejes viarios donde estaba ubicada su entrada, un tramo de los mismos a uno y otro lado de la calle y los accesos a las casas vecinas, de modo que dentro del ecomuseo se puede recorrer un espacio de la calzada romana, y traspasar la entrada a la “Casa de la Fortuna” por la misma puerta por la que accedían sus moradores.





Calzada romana y entrada a la “Casa de la Fortuna”.  Por las incisiones que dejaron en la piedra las bisagras, se observa que hubo una puerta de dos alas.

La sensación que se tiene en esta casa es verdaderamente mágica, pues es como entrar en otra cualidad del tiempo, sintiéndose, además, un frescor ambiental que da la vida, cuando fuera está haciendo un calor sofocante, propio de principios de Septiembre a las 14 horas.

Estamos acostumbrados a ver restos arqueológicos de esta época (siglo I a. C.) desgastados y en los tonos terrizos de la piedra, pero aquí nos encontramos con muros que, sorprendentemente, conservan vivos colores de los frescos que decoraban las paredes de las habitaciones observándose detalles de las pinturas que afortunadamente han quedado intactos, así como sus suelos pavimentados de mosaicos con dibujos geométricos. Es como si, verdaderamente, los ritos de esta casa a la Diosa Fortuna y a las deidades tutelares, hubieran protegido esta morada haciéndola resistente al tiempo para devolvernos a los hombres de hoy en día el perdido sentido de la atemporalidad. Por ejemplo, que el hombre de todos los tiempos siempre ha expresado la belleza e inteligencia de su interior en lo que le rodeaba y que formaba parte de él mismo y de su visión del mundo.

Si lo miramos, no con ojos de especialista, sino con los de un visitante atento, un museo arqueológico no es sólo un lugar donde hay cosas antiguas y viejas, restos de un tiempo “ya superado”, sino que sobre todo es un espacio donde se puede ir a recuperar la memoria acerca de todo aquello que es perenne y no está sujeto, ni lo estará, al devenir, porque son ideas arquetípicas y universales. De alguna manera todo lo que el hombre es está aquí reflejado.

Y es que para el punto de vista Tradicional, o sagrado, el hábitat no es un espacio baladí, sino un organismo vivo. Por eso, según Vitrubio, arquitecto romano del siglo I a.C. -por lo tanto contemporáneo de la “Casa de la Fortuna”- para el ejercicio de la arquitectura, además de los evidentes conocimientos técnicos, se requiere estar bien instruido en las artes, tales como música, armonía, ciencias naturales, fisiología, literatura, filosofía, etc., puesto que una casa debe ser un espacio armónico y funcional en todos sus aspectos, una vivienda adaptada a cada forma de vida, segura y agradable a sus moradores y visitantes; bien orientada en el espacio y la geografía con el fin de que también sea saludable. Estas son algunas de sus indicaciones sobre ciertas nociones de la Arquitectura Tradicional, de la que trata a lo largo de 10 libros.

La arquitectura es una ciencia adornada con numerosas enseñanzas teóricas y con diversas instrucciones, que sirven de dictamen para juzgar todas las obras que alcanzan su perfección mediante las demás artes.

Los edificios particulares estarán bien dispuestos si desde el principio se ha tenido en cuenta la orientación y el clima en que se va a construir; porque está fuera de duda que habrán de ser diferentes las edificaciones que se hagan en el Egipto de las que se efectúen en España; distintas las que se hagan en el Ponto de las que se efectúen en Roma, ya que estas diferencias dependen siempre de los países, puesto que una parte de la Tierra está bajo la influencia inmediata de su proximidad al Sol, otra por su distancia de él, y otra por su posición intermedia entre ambas, resulta templada.

Los dormitorios y las bibliotecas deben estar orientados a levante. Porque el uso de ello requiere luz matinal y además porque en las bibliotecas, los libros no se echan a perder tan fácilmente, pues todo lo que mira al mediodía o al poniente se estropean ya que los vientos húmedos, que soplan desde dichos puntos cardinales, generan y alimentan las polillas y al penetrar su aire húmedo enmohece y echa a perder todos los volúmenes.

Las pinacotecas, las salas de bordar, los estudios de pintura, se orientarán hacia el norte para que los colores mantengan sus propiedades inalterables al trabajar con ellos, pues la luz en esta orientación es constante y uniforme.

Una vez que hemos fijado la orientación más adecuada, debe ponerse toda la atención en las habitaciones que se llaman reservadas, como los dormitorios, comedores, baños y otras destinadas a usos semejantes, no pueden entrar todos sino solamente los que a ellas fueran invitados.

En cambio, en las llamadas comunes puede entrar cualquier persona, aun sin ser invitada. Tales como los vestíbulos, los atrios, los patios, los peristilos y las otras partes que están destinadas a uso común.

Los ciudadanos nobles y quienes ostentan la responsabilidad de atender a los ciudadanos por ejercer cargos políticos o magistraturas, deben disponer de vestíbulos regios, atrios distinguidos, peristilos con gran capacidad, jardines y paseos adecuadamente amplios, en consonancia con el prestigio y la dignidad de sus moradores; y además bibliotecas y basílicas que guarden una digna correlación con la magnificencia de los edificios públicos, dado que en sus propios domicilios se celebran decisiones de carácter público, juicios y pruebas de carácter privado, con cierta frecuencia. Núria





Escultura de mármol. Cabeza de Dionisos. Hallada en el interior de la “Casa de la Fortuna”.