miércoles, 30 de septiembre de 2020

EL ARTE DE LA MEMORIA Y EL TEATRO DE GIULIO CAMILLO


El Teatro Hermético de la Memoria de Federico González es una forma de la Enseñanza tradicional y está basado en el Arte clásico de la Memoria, si bien tiene antecedentes en el Renacimiento con el teatro de Giulio Camillo quien construyó un fabuloso sistema nemotécnico que consistía en recrear el Cosmos en un teatro de madera. 

Una edificación hecha a base de columnas, escalinatas, palcos, repleto de imágenes y de cajitas ubicadas en distintos niveles o gradas conteniendo una infinidad de nombres, todos ellos ordenados y jerarquizados con respecto al orden del Universo. Dioses, planetas, constelaciones…

Sostenido por los siete pilares de la Sabiduría de la Casa de Salomón, el diseño tenía afinidad con el Árbol de la Vida de la Cábala, otro sistema de la memoria que Camillo conocía bien a través de Marsilio Ficino y Pico de la Mirándola.

Efectivamente, el teatro de Giulio Camillo es un modelo nemotécnico hermético y neoplatónico que trata de mantener viva la memoria de nuestro verdadero origen y lo hace entrelazando nuestra propia memoria con el orden del Mundo, del que en verdad formamos parte principal, puesto que el hombre es el único ser capaz de darse cuenta del misterio que somos, cosa que sucede cuando dejamos todos los papeles que nos han tocado representar en nuestra vida terrena y nos observamos a nosotros mismos.

Por ello en este diseño teatral el actor se sitúa arriba, en los palcos, desde donde observa el espectáculo que sucede abajo, en el plano inferior donde se producen todas las actuaciones. La razón de que sea así es que únicamente elevando la perspectiva sobre las cosas seremos capaces de ver todo nuestro panorama, es decir nuestra auténtica situación en el gran teatro del mundo.

 El propio Giulio Camillo nos explica las características de su artefacto prodigioso:

“Este elevado e incomparable alojamiento no cumple sólo el oficio de conservarnos las cosas, palabras y artes que le confiamos, sino que podemos encontrarlas al punto siempre que las necesitemos; pero nos proporciona también sabiduría verdadera, a partir de cuyas fuentes llegamos al conocimiento de las cosas desde sus causas y no desde sus efectos. Esto puede ser más claramente expresado con la imagen siguiente. Si nos encontrásemos en un vasto bosque y deseásemos ver su entera extensión, no podríamos lograrlo desde nuestra situación dentro de él, pues nuestra vista estaría limitada a una pequeña parte de él a causa de los árboles inmediatamente circunvecinos, que nos impedirían ver las vistas distantes. Pero si, cerca de este bosque, hubiese un talud que llevase a una alta colina, si saliésemos del bosque y subiésemos el talud, comenzaríamos a ver una gran parte de la forma del bosque, y desde la cima de la colina divisaríamos el bosque entero, El bosque es nuestro mundo inferior; el talud, los cielos; la colina es el mundo supraceleste. Y a fin de que entendamos las cosas del mundo inferior es necesario ascender a las cosas superiores, desde donde, mirando hacia abajo desde las alturas, podamos tener un conocimiento más cierto de las cosas inferiores”.

Cita tomada de Frances A. Yates. El Arte de la Memoria.

Imagen: Serie TEATRO HERMÉTICO DE LA MEMORIA 19

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