Siguiendo con los relatos del ciclo del Grial
“Se dice, y yo lo creo, que en el centro del mundo fue construido un palacio con cuatro hermosísimas fachadas y que en cada una de ellas hay una puerta por demás hermosa. Pero en este palacio sólo Amor y algunas comunidades de mujeres merecieron vivir. La puerta Oriental se reservó para sí solo el dios del Amor. Las otras tres quedaron destinadas a cierto tipo de damas.
La puerta Meridional siempre mantiene las puertas abiertas y
en todo momento se encuentran mujeres en el umbral. Lo mismo sucede con las
damas de la puerta Occidental, pero a estas siempre se las encuentran ociosas
ante la puerta. En cambio, las que merecieron la custodia de la puerta del Septentrión
permanecen siempre con la puerta cerrada y no ven nada de los exteriores del
palacio. ¿A qué clase de estas pretendéis pertenecer?
-Las que están en la puerta del Sur o Meridional, son aquellas
damas que cuando alguien pide acceso al palacio tratan de indagar con toda
diligencia de qué méritos es digno, de qué virtudes está adornado. Y cuando su
confianza es total los admiten con todos los honores de que son merecedores. Por
el contrario, alejan del palacio del Amor a los indignos. […] Son las que
quieren amar y no rechazan a los amantes dignos. Y con toda razón, pues están
todas orientadas al Sur y han merecido ser tocadas por el rayo del Amor, el
mismo que habita en Oriente
-Las que tienen como suya la puerta Occidental son mujeres
vulgares que no rechazan a nadie y admiten a todos sin diferencias, expuestas como
están a todo tipo de deseos […] Son las meretrices que apenas aman a alguien,
ni se advierte tampoco que sean amadas por hombre íntegro alguno. Y es comprensible,
puesto que, como sus habitaciones dan a Occidente. El ardiente rayo del Amor no
puede llegar a ellas desde Oriente
-Las que cuidan la puerta Septentrional y viven siempre con la
puerta cerrada, son las que no abren la puerta a nadie que llame, sino que
cierran la entrada al palacio del Amor. […] Son las que se niegan a amar,
aunque son amadas de muchos. Y ello porque Dios no mira a las que están a su izquierda,
porque son malditas”.
Este es un fragmento del "Libro del Amor ", de André el
Capellán (1150-1220) escrito a petición María de Champaña y de su madre, Leonor
de Aquitania, conocida como la “reina de los trovadores”, creadoras ambas de los llamados “Tribunales
de Amor”, un órgano constituido por 31 leyes que, según la leyenda, fueron
dictadas de viva voz por el mismo rey del Amor y puestas por escrito con el
mandato de que fueran entregadas a todos los amantes. Dichas reglas, inscritas en el ciclo del Grial, se
custodiaban en el palacio del Rey Arturo en una percha de oro, junto a un
halcón, hasta que un día fueron conquistadas por un joven caballero bretón cuyo
afán era hacerse merecedor del amor de una hermosa joven de la que se había
enamorado.
Estos tribunales existieron desde el siglo XII al XIV en la Provenza y también en otros lugares y en ellos estas dos damas, junto a un grupo de compañeras y algunos caballeros, ejercieron de mediadoras
en conflictos y disputas entre hombres y mujeres que las elegían como árbitros para dirimir sus diferencias, y
cuyo veredicto estaban obligados a acatar. Ese fue un modo de educar, corregir
comportamientos y errores en el trato entre la pareja, al tiempo que se ponían
de relieve los efectos que tiene el Amor sobre las vidas y las relaciones.
André el Capellán recoge veintiuno de esos juicios, en cinco
de ellos la sentencia es emitida por María de Champaña; tres son sentenciados
por su madre, Leonor de Aquitania; tres más por Alix de Champaña, cinco por la
vizcondesa Ermengarda; dos más por la condesa de Flandes, Elizabeth de
Vermandot de Narbona y uno por la asamblea de Gascuña. Mª Ángeles Díaz
Pintura: Edmund Blair Leighton (1853-1922).
Pintura: Edmund Blair Leighton (1853-1922).
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Continuará
Me encanta este blog. Todo el contenido es de mucha calidad (cada vez que entro me hago una letra más sabio). Ojalá hubiese más así. Y ya espero la continuación.
ResponderBorrarSaludos.
Muchas Gracias. Un saludo cordial
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