martes, 16 de mayo de 2023

SOBRE LA “EMBLEMÁTICA ALQUÍMICA”


Alciato. Emblema XXXVI

Que hay que resistir en la adversidad"
*

"La palmera aguanta el peso y se levanta en arco
Y cuanto más se la tensa más levanta la carga.
Lleva perfumadas bayas, dulces golosinas,
que son tenidas en los banquetes
como primer regalo.
Ve niño, y subiéndote a las ramas, cógelas
Quien se mantiene constante en su propósito,
obtendrá un merecido premio a su voluntad”.


Ilustrar una idea mediante una imagen, un animal, una planta, etc., es una cuestión que podemos muy bien situar, como punto de partida, en los jeroglíficos egipcios, y más concretamente en la revelación de su significado a partir de la explicación que de ellos hizo Horapolo del Nilo, el último sacerdote del templo de Isis, que lo dejó escrito en un manuscrito conservado durante siglos en Andros, una pequeña isla de las Cícladas, en el mar Egeo.

Este hallazgo, apenas inadvertido, entregado por el cartógrafo Buondelmonte a Marsilio Ficino para su estudio, ha sido transcendental para nuestra cultura dado que fue la base para que el francés Champollión pudiera descifrar la Piedra de Rosetta y con ello los jeroglíficos egipcios.

Para los hermetistas del Renacimiento el manuscrito de Horapolo dando a conocer lo que los sacerdotes egipcios transmitían con imágenes, fue de una gran enseñanza dado que les inspiró una manera de comunicar incluso lo incomunicable, pues obtuvieron las claves para la creación de un metalenguaje capaz de leer las señales del Cosmos entero y aplicarlas a los conocimientos de la alquimia humana.

Andrea Alciato (1492-1550) y Michael Maier (1568-1622) son dos excelentes ejemplos, pues ambos crearon muchos emblemas mediante ese metalenguaje alquímico que rompe cualquier barrera idiomática y que por lo tanto porta toda la fuerza de transmisión de un mensaje directo al alma de cualquier persona que penetre en ellos.

La “emblemática alquímica”, como forma de lenguaje, despierta la inteligencia y muestra, a través de la analogía, las ideas-fuerza y los arquetipos que operan en nuestra conciencia del mismo modo que lo hacen en los metales, minerales, las plantas o los animales.

Es por ello que la emblemática alquímica forma parte del proceso de la iniciación para quienes están realizando un viaje interior y han penetrado, por propia decisión, en la caverna-matriz de su corazón con la resuelta intención de engendrarse a sí mismos.

Por consiguiente la ciencia en la que se basan los emblemas alquímicos es, para quienes desean fervientemente conocer la naturaleza de su propia alma y buscan la verdad de su ser, un medio que les permite gozar de una perspectiva del mundo amplificada, por elevación, lo cual puede ser equiparado, efectivamente, a un “nuevo nacimiento”, pues no otra cosa es la iniciación a los misterios sino una oportunidad de encontrar una manera casi mágica de descubrir el mundo a través de los  símbolos, que serán la guía y el modelo que se reflejará en nuestro pensamiento y en las acciones y hechos de nuestra vida cotidiana.

La enseñanza del emblema de Alciato que hemos seleccionado es la de una palmera fénix a una de cuyas ramas permanece agarrado un personaje que, por efecto de la reacción, dureza y elasticidad de dicha palma, unido y su perseverancia en mantenerse asido a ella, es naturalmente elevado. La interpretación de este emblema hace de la palmera-fénix un símbolo de la propia Tradición espiritual, capaz de elevar al ser humano que persevera y se aferra a ella para desentrañar su simbólica con el propósito de alcanzar a conocer sus propios estados superiores. Pues, como es sabido, conocer es ser.  Mª Ángeles Díaz


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Ilustración: "Serie Teatro Hermético de la Memoria" Nº 69 y 5. Inspirada en el Teatro de la Memoria de Federico González Frías, del que formamos parte.



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