Federico –Siempre resulta una paradoja el hecho de que para la
Tradición Hermética el trabajo interno y espiritual ligado a lo sagrado no necesite
de templos ni otro tipo de santuarios sino que es en el medio profano, el mundo
del que uno pretende liberarse, donde está todo el trabajo a
realizar… ¿Cómo si no lo haríamos?
Mª A. –Es decir que es el mundo que nos ha correspondido el
que debemos ver y oír, y no una ensoñación producida por algún tipo de
artificio.
Federico–Así es, aunque este mundo se encuentre en la fase
final de un ciclo llamado Kali-Yuga, que como se sabe en la
tradición hindú significa "Edad de Kali", la diosa negra,
que se corresponde con la Edad de Hierro de nuestra Tradición
Occidental. Y es cierto que paradójicamente para lograr este
propósito sea imprescindible que nos apartemos de ese mundo y al mismo tiempo
que lo conozcamos, pues estando confundidos en su devenir y habiendo extraído
del mismo todos los valores que constituyen nuestro ser, es lógico que debamos
detenernos y observarlo desapasionadamente.
Federico –En términos alquímicos también podríamos referirnos
a dos energías que no pueden ser la una sin la otra, o sea que son
complementarias. El trabajo alquímico o hermético siempre se realiza con las
dos, armonizándolas. Y siempre es el hombre como intermediario entre lo de
arriba, el cielo, y lo de abajo, la tierra, quien tiene capacidad de
religarlas. Esa es la razón de que la iniciación haya sido tomada por todas las
tradiciones como una visita al interior de la tierra, un viaje al país de los
difuntos, o un descenso a los infiernos de nuestra ignorancia, pues ese
descenso o muerte es el paso previo a un ascenso triunfal a los cielos.
M.A. –Un plan aparentemente imposible para un pobre ser
humano actual, acosado como está continuamente, y desde distintos frentes, para
que se abandone y pueda ser arrastrado hacia la mediocridad del medio, que,
como si se tratara del río Leteo, cuyas aguas provocan la pérdida de la memoria
del origen, cada vez ejercen más presión sobre él.
Federico –No te equivocas, en efecto. Por eso aquí siempre se
dijo que se precisa de una gran voluntad, pues la lucha es sin cuartel. Este
proceso de la iniciación –que tiene enormes riesgos de desviación de todo tipo–
requiere de un estricto rigor intelectual, y de mucha paciencia, cosa que con
el paso del tiempo cada vez valoro más.
M.A. –Claro, a eso te refieres cuando dices que en la Vía
Hermética hay que poner "toda la carne en el asador"...
Federico –No hay otra manera, diría yo. Dejarlo todo, es decir dejar la tontera, es imprescindible si se desean obtener resultados. Si de lo que se trata es de abrir un mundo, buscar una salida vertical y liberarnos de esa riada ¡o rueda!, es menester entonces poner la vida entera en el empeño. Si no es así, el envite constante, una u otra vez, acaba derribando a cualquiera. De aquí la gran importancia de contar con una Tradición que nos pueda servir de asidero. ¡Esto es así nomás...! Me refiero a que los muchachos de arriba, los dioses, no te dan nada sin sacrificio. En cuanto al orden al que asirse diría que... Mira, el Árbol de la Vida cabalístico es un buen modelo –una buena brújula, podríamos decir– ya que ordena de manera prototípica las energías que constantemente hacen posible la Creación. Se trata de una imagen del Cosmos y también del hombre, su miniatura.
M.A. –La iniciación hermética no tiene nada que ver con
obtener algún tipo de "confort espiritual", sino que es más bien todo
lo contrario..., más de tipo guerrero, ¿no?
Federico –¡Desde luego, nada que ver con una paz para beatos!
Pensativo, me dice luego de una pausa:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario