Gemisto Pletón (1360-1452), importante eslabón de la «cadena
áurea» y cuya efigie podemos ver en la Galería de los Uffizi junto
a otros retratos de personajes que consiguieron, remando en una misma
dirección, poner en pie las columnas de una Tradición sapiencial y crear con
dichos mimbres una utopía que conocemos como el Renacimiento, justamente
porque hicieron renacer un espíritu que ha sido el que ha vivificado
periódicamente Occidente, que no es únicamente un lugar geográfico, sino un
espacio mental, un lugar del alma.
Pletón, que toma su nombre de Platón, es la persona que
recopiló, entre otros textos, el Corpus Hermeticum y
los Oráculos Caldeos, reunidos y revividos siglos antes por el platónico
bizantino Miguel Pselos.
Imposible estar en Florencia y no rememorar la gesta de
Pletón cuando, en el año 1442, llegó a esta ciudad en compañía de su discípulo,
el cardenal Bessarión, ambos procedentes de Bizancio, ya que habían sido
invitados a dar una serie de conferencias en esta ciudad del Arno con ocasión
de celebrarse un Concilio muy importante que pretendía encontrar una solución
para unificar las Iglesias de Oriente y Occidente, puesto que la división que
mantenían no hacía sino debilitar el propio Cristianismo. Un intento que ambos
personajes ya habían llevado a cabo anteriormente en Ferrara con el fin de unir
la Iglesia Católica Romana y la Ortodoxa Griega.
Dicen que las charlas que dio Gemisto Pletón en Florencia
calaron muy hondo entre el público asistente, y que fue el calor de sus
palabras el que impulsó a Cosme de Medici a decidirse a crear la Academia
Platónica en su villa de Careggi, con el fin de que pudieran reunirse los textos
sapienciales que en esa época andaban desperdigados,
traducirse, estudiarse y en definitiva salvaguardarlos de las llamas,
el extravío y la incomprensión.
Muchos de los textos clásicos que hoy citamos como fuente fidedigna de nuestra Tradición, tuvieron su propio renacimiento en esta villa florentina que bajo la dirección de Marsilio Ficino, máximo representante de esa proeza cultural.
En su libro, titulado Leyes, Pletón habla de los
dioses, es decir- en palabras de Federico González “de la organización de estos
o sea del conocimiento de la cosmología y su relación con las almas humanas que
ubicadas en el último peldaño de la jerarquía de la inmortalidad deben tomar
conciencia del bien divino expresado en el orden perfecto de la creación mediante
la verdad y la belleza, invocando a aquellos mediante himnos recitados a lo
largo del ciclo anual de un modo rítmico y concentrado, forma de manifestar su
entrega absoluta a la deidad”(Utopías Renacentistas).
Sin embargo, no podemos olvidar que para aquel entonces Florencia
era ya la ciudad de Dante, cabeza de la organización iniciática de «Los Fieles
de Amor», formada por hombres de gran ardor guerrero y poético. Ellos ya habían
cruzado muchas veces el Ponte Vecchio por donde un día pasó
también Beatriz para enamorarnos el alma de la sensación de Belleza que Dante
experimentó al verla, siendo el encuentro con esa joven dama el aldabonazo que
le dió la pasión para avanzar en el Conocimiento, tal y como nos refiere él
mismo en su libro La Vita Nuova.
Un escenario y un puente bajo el que sigue pasando el Arno,
río al que, precisamente, da la ventana de mi habitación. Sin duda estos días
pasarán a ser inolvidables para mí, en el auténtico sentido de la expresión.
Eso espero, que este recuerdo permanezca siempre vivo, como vivos están los
días pasados en la verde isla de Andros. En ambos lugares la Memoria se ha
hecho presente en mí, y quieran sus hijas, las veneradas Musas, que se retenga
por siempre en mi alma. Ma. Angeles Díaz
Hola, me gustaría poder contactar contigo y no funciona la pestaña de contacto.
ResponderBorrarSoy Vanessa Ostariz
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