Safo en un fresco de Pompeya. Museo arqueológico de Nápoles
Observemos en estas líneas de un poema de Safo a Afrodita en qué términos amigables esta décima la Musa, a decir de Platón, conversa con su eterna Compañera, la Diosa amiga, la que alivia las penas y contenta el alma del desdichado,
"Inmortal Afrodita, /de polícromo trono, / hija de Zeus, sabia en astucias,/ te ruego, soberana, no aflijas con penas ni angustias, mi alma/.Ven a mí, de nuevo,/ como lo has hecho otras veces/ dejando incluso tu morada junto al Padre para acudir en tu carro de oro,/a esta oscura tierra a asistirme./Veloces te traían los hermosos gorriones,/ batiendo intensamente sus alas al atravesar el éter./ Al punto llegaron; y tú, con semblante sonriente, oh diosa, preguntabas/ ¿cuál es hoy tu sufrimiento, Safo, por qué esta nueva invocación?/¿Qué anhelo pasional tiene tu alma?"
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