La Escuela Cuzqueña de pintura es de una belleza y
originalidad excepcional. Esta se desarrolla en la época colonial de América
Latina (siglo XVII al XVIII) y en ella confluyen de una manera armoniosa la
cultura pictórica clásica europea, que llega a Perú de la mano de pintores como
el español Diego de Mora, y la forma de ver de los artistas indígenas.
Esta simbiosis eclosiona justamente durante la construcción
de la catedral de Cuzco, época en la que llega al Perú Bernardo Bitti, un
pintor italiano de la Orden de los Jesuitas quien se ocupa de la ornamentación
de dicho templo y al mismo tiempo de comunicar el mensaje cristiano a través de
las imágenes.
Fue Bitti, junto a los talentosos pintores nativos, quienes crearon
esta escuela cuzqueña, inconfundible por su singularidad. Entre sus más
destacados representantes está el pintor indígena Diego Quispe Tito y Basilio
Santa Cruz Pumacallao.
Escribe Federico González en su "Carta desde
Guatemala, 1991":
"A los hispanoamericanos no nos separa el Atlántico, sino que este nos une. Para algunos, nuestra madre común, la Atlántida (presente en la raíz TL de los nombres de las ciudades-centros de Tula y Toledo) selló este pacto en el siglo XV con la sangre generosa de los vencedores y vencidos e hizo que sus hijos conciliaran los opuestos de dos tradiciones, de dos mundos aparentemente excluyentes, el cristiano y el indígena, el europeo y el americano que, sin embargo, se han influido mutuamente al punto de complementarse, tan identificados se encuentran el uno con el otro, aún más allá de la inmensa importancia de una lengua, una historia y en muchos casos una sangre común". Cita: Revista Symbolos Arte-Cultura-Gnosis (ISSN: 1562-9910. ISBN: 84-86695-59-7).
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