El
conocimiento de lo sagrado muchas veces se concibe como un proceso obstétrico, es
decir como una nueva gestación, pues se trata de penetrar en el Universo
espiritual donde está para el hombre la posibilidad de lo trascendente. Recordaremos
que Sócrates se comparaba a sí mismo con una partera pues como ella ayudaba
a la gente a nacer de nuevo, o lo que es lo mismo: a tomar conciencia de sí y
del Cosmos. Esta simbología iniciática es análoga a la de otras tradiciones
como es el caso del Budismo, donde el neófito pasa a denominarse “hijo natural
del Bienaventurado nacido de su boca, nacido del dharma, modelado por el dharma”,
o sea modelado por la doctrina salida de la boca del emisario que transmite la
Enseñanza Tradicional. El propio Buda decía:
Yo he
mostrado a mis discípulos los medios para poder crear, a partir de este cuerpo
constituido por los cuatro elementos corruptibles, otro cuerpo de substancia
intelectual completo, con sus miembros y dotado de facultades trascendentales. (Mircea Elíade. Lo
Sagrado y lo Profano).
Distintas
tradiciones refieren que el oficio de tejer es un arte revelado a la mujer en
el “tiempo mítico”, lo cual es hondamente significativo dado que toda su
simbólica está asociada con lo femenino, siendo la Luna, como tejedora del
tiempo, uno de los símbolos más directamente asociados a la mujer. Se trata, además,
de un oficio que, como el de la construcción, puede elevarse al rango de poder
explicar el Mundo (la Cosmología). Efectivamente, tejer e hilar está vinculado
al tiempo y de ahí que las diosas del destino sean hilanderas, caso de tres
hermanas conocidas como las Moiras o las Parcas que Platón describe en la República como hijas de la Necesidad. Acerca
de los útiles y herramientas que estas tres mujeres emplean en su tejeduría, Platón
señala la inmutabilidad del eje del huso, al que precisamente denomina el “huso
de la Necesidad, gracias al cual pueden girar todas las esferas”. M.A.D.
Como todos sabéis, Sócrates, a quien muchos tenemos por el
puntal de la Filosofía, fue calumniado y odiado por sus conciudadanos, todos
ellos sofistas y hombres de letras, que no soportaban que los jóvenes le
siguieran para escucharle y que la Pitonisa del Oráculo de Delfos le nombrara
como el más sabio de los atenienses. En especial no aguantaban quedar en
evidencia al no tener respuestas cuando eran interrogados por el viejo Sócrates, que además decía que lo único que sabía era que no sabía nada. De ahí nació el odio
y la calumnia, la mofa y finalmente la sentencia de muerte por ingesta de
cicuta. Durante el juicio que le llevó a tal condena, el filósofo tras recibir
la sentencia se dirigió a la audiencia con una bellísima y coherente
apología a la que corresponden las siguientes palabras:
“De la indagación han surgido todos estos odios y estas
enemistades, que han provocado las calumnias que sabéis, y me han hecho
adquirir el nombre de sabio; porque todos los que me oyen dialogar creen que sé
todas las cosas sobre las que descubro la ignorancia de los demás. Me parece, atenienses,
que sólo Dios es el verdadero sabio, y que esto ha querido decir a través de su
oráculo, dando a entender que toda la sabiduría humana no es gran cosa, o mejor
dicho, que no es nada; el oráculo ha elegido mí nombre como un ejemplo, y como si
dijese a todos los hombres: el más sabio entre vosotros es aquel que reconoce,
como Sócrates, que su sabiduría no es nada. Toda mi ocupación ha sido y es
trabajar para persuadiros, jóvenes y viejos, que antes que del cuidado del
cuerpo y de las riquezas, es del alma y de su perfeccionamiento de lo que os
habéis de ocupar, porque no me canso de deciros que la virtud no viene de las
riquezas, sino por el contrario, que las riquezas vienen de la virtud, y que es
de aquí de donde nacen todos los demás bienes públicos y particulares. Pues
bien, si diciendo esto corrompo a los jóvenes, tendré que aceptarlo, pero si
alguien sostiene que yo digo una cosa distinta miente. Atenienses tened
presente que, aunque se me impongan mil penas de muerte, no puedo sino afirmarme
en todo lo que he dicho, así hagáis caso a Anito, me absolváis o no me
absolváis. Y no digo más, porque es hora de partir, yo para morir, y vosotros
para vivir. Quién de nosotros va a una mejor suerte, nadie lo sabe, solo los dioses
lo saben”.
Sabido es que en la literatura
tradicional o simbólica los mitos y las leyendas tienen cuatro niveles de
lectura (literal,
alegórico, simbólico y metafísico), los cuales están en todas las cosas entre
las que, por supuesto, está incluido el ser humano. También los textos sagrados
y revelados de las distintas culturas poseen esos mismos niveles de comprensión,
que evidentemente son grados de conocimiento. Grados, todos ellos, útiles y
perfectamente jerarquizados como lo son, en efecto, los peldaños de una
escalera. Una muestra de lo que intentamos decir la hallamos, precisamente, en la
literatura amorosa profana en la cual, mezclados con textos sapienciales, se escriben
versos halagando a mujeres reales sin tenerse en cuenta significados simbólicos
y metafísicos, y por lo tanto sin percatarse los autores de estos textos de que
la influencia de esa literatura afectiva desciende desde el mundo iniciático al
profano, nunca a la inversa.
Sin embargo, esta desviación literaria
respecto al sentido metafísico del Amor no es del todo achacable a los poetas
profanos, ya que en muchos casos han sido intencionadamente inducidos a dicho
equívoco por los propios iniciados, que de ese modo han salvaguardado del
ostracismo, y a veces de la persecución, el sentido iniciático de muchos de
estos textos simbólicos[1]. Aun
así, esta no es la razón principal de esta ocultación, sino que la propia
naturaleza de estas Enseñanzas doctrinales implica que su lectura más elevada esté
reservada a aquellos que por una vía u otra han recibido el influjo espiritual
que les permite desvelarla. No obstante, esta doble interpretación de la
doctrina metafísica tiene una motivación añadida, expresada por Horapolo del
Nilo (último sacerdote del templo de Isis) al referirse al sentido que los
egipcios daban a sus jeroglíficos e ideogramas, de los cuales los sacerdotes extraían
un sentido trascendente, mientras el pueblo podía obtener de su lectura literal
enseñanzas beneficiosas para su vida cotidiana.
Son varios, y todos ellos
relevantes, los autores tradicionales que han escrito libros cuyo tema versa
sobre el Amor, identificado con la Verdad y con Beatriz, así lo declara Dante en
la Vita Nuova cuando al hablar de
Beatriz dice que esta debe ser “llamada Amor”. Una simbólica esclarecida y
perfectamente descrita en el ritual del grado 26 de la Masonería Escocesa (Rito
Escocés Antiguo y Aceptado), llamado “Príncipe de Gracia”, donde aparece una
estatua representando la Verdad cubierta con un velo de tres colores, verde,
blanco y rojo, referidos a los tres colores alquímicos. El capítulo de ese alto
grado masónico tiene por nombre el “Tercer Cielo”, correspondiente al Cielo de
Venus, la diosa del Amor. Durante la ceremonia ritual el Venerable escocés
lleva una flecha en la mano y sobre el pecho un corazón dentro de un triángulo,
siendo una personificación del Amor[2]. Como
vemos, en este grado masónico la Verdad, el Amor y Venus se identifican, de
igual modo que entre los Fieles de Amor, donde Beatriz se identifica con Verdad
y Amor.
Emblema tricolor del Grado 26 de la Masonería del Rito
Escocés Antiguo y Aceptado, llamado "Príncipe de Gracia".
En esta literatura iniciática sobre el Amor y
la Dama Sabiduría que surge en el siglo XII en ciertas cortes, como la de
Aquitania (de la que participan también los trovadores), y que nutre a las Órdenes de Caballería,
confluyen dos corrientes tradicionales: una procedente de Salomón (Cantar de los Cantares y Sabiduría), y otra de la Filosofía
clásica, fundamentalmente a través de Platón (Fedro y El Banquete)[3]
y Ovidio (El Arte de Amar), a las que
debemos añadir las leyendas de origen celta recogidas en la saga del Grial, donde
el amor a la Dama, como símbolo de la búsqueda interior, cobra toda la
relevancia.
Aquí debemos citar a un escritor
medieval conocido como André el Capellán y su obra titulada precisamente Sobre el Amor. Se trata de un autor
clave en la transmisión de la doctrina tradicional, lo mismo que Chrétien de
Troyes[4],
ambos del siglo XII y pertenecientes a la corte de Aquitania. Sin embargo, no
es autor solo el que escribe, lo es también el que define el tema, el argumento
y el sentido de la obra, papel que en la creación de este libro debemos dar a
María, condesa de Champagne e hija de Leonor de Aquitania, según nos lo cuenta
el propio André.
Esta obra se nos presenta como un
tratado sobre la energía del Amor, “verdadero motor que mueve todo lo que
existe”, tal y como Dante señalaría en la Vita
Nuova y en el último versículo de la Divina
Comedia. Si bien hacia el final del texto entra en contradicciones que desvían
completamente la atención del lector, debemos insistir aquí diciendo que no
sería esta la primera vez en que una Tradición oculta a la mirada profana el verdadero
fondo de esta poiesis, que no es otro
que el de exaltar, bajo el velo de la poesía amorosa, pensamientos dirigidos a
Dios mismo, en este caso al aspecto femenino más elevado de la Deidad.
La obra de André, es doctrinal y
educativa, pues las Cortes de Amor, y los tribunales que dirigieron las mujeres
de la corte de Aquitania, fueron lugares donde se educaron los comportamientos
entre parejas y se resolvieron los conflictos que, por falta de formación o
entendimiento, requerían una mediación justa que ellas ofrecían en los
veredictos que dictaban de acuerdo a las estrictas reglas del dios Amor. Entre
estas damas, además de la reina Leonor y su hija María, podemos citar a Beatriz,
la condesa de Dia, trobairitz (trovadora)
de la Provenza, Alix de Champagne, Hermenegilda, vizcondesa de Narbona,
Stéphanette des Baux, Odalasie, vizcondesa de Aviñón, etc.
Venus de la Flor
Durante ese periodo histórico André
recrea el Arte de Amar y Remedios de Amor de Ovidio, que son
manuales prácticos de comportamiento y tratados filosóficos sobre el amor que le
sirven como fuente principal de su propio tratado. Y es que Ovidio,
autoproclamado “maestro de Amor”, tiene muy claro la forma en que este dios
aparece ante los seres humanos y cómo estos deben proceder ante él. Lo primero,
dice Ovidio, es descubrir qué es lo que verdaderamente amas, luego conquistarlo
y lo más difícil, mantenerlo. Esta es la síntesis espiritual de toda interpretación
iniciática cualquiera sea la forma que esta tome para expresarse. Y esa es
precisamente la razón de que Beatriz (Amor-Verdad) le indique a Dante en el
canto V del “Paraíso”, cuando ambos llegan al cielo de Mercurio:
Abre
la mente a cuanto yo te digo / y guárdamelo bien; que no hace ciencia el
entender, sino el guardar consigo.
Ovidio
también trata a lo largo de su bibliografía del aspecto más humano del mito, y
lo hace muchas veces a través del alma femenina, en concreto en sus Heroidas, donde una serie de mujeres,
heroínas de la Ilíada y la Odisea, nos son presentadas por el autor
bajo un aspecto más relacionado con la “Venus Pandemos”, que es a fin de
cuentas una creación de la “Venus Urania” en su cara más humana, y como señala
la historiadora del arte Adara Mª Ariza Díaz recogiendo esta tradición:
Afrodita-Venus es físicamente bella porque representa
la Belleza divina. En este sentido, debemos recordar la distinción que Platón
establece entre la Afrodita Urania y la Afrodita Pandemos. Mientras que la
primera, nacida sin madre del esperma de Urano, dios del Cielo, simboliza la
Unidad de lo divino, la segunda, hija de Zeus y Dione, es la multiplicidad, es
decir, lo terrenal y mutable. Pese a la evidente inferioridad de la Afrodita
Pandemos, cumple un papel importante para la filosofía platónica, ya que por
ella lo divino se muestra a los hombres, permitiendo su acceso a la Verdad
última[5]. Mª Ángeles Díaz
[1] Jacques de
Baiseux, otro integrante de la milicia secreta en la que estuvieron
constituidos los Fieles de Amor, en su poema C’est des fiez d’Amours, ordena “que no se revelen los consejos de
Amor, sino que se oculten con todo cuidado”.
[2] Ver: Sedir. Historia y Doctrina de la Rosa Cruz.
Cap. I Editorial Humanitas. Barcelona 1992 y Le Tuilleur de Vuillaume. Dervy-Livres, París 1983. Asimismo, René
Guénon, Esoterismo de Dante. Cap.
III.
[3] En El Banquete, Sócrates habla de Diotima,
su “maestra en las cosas del Amor”, según afirma él mismo afirma, quien le
enseña acerca de la naturaleza de este dios, sobre quiénes son sus progenitores
y cuál es su utilidad. Un tema sobre el que vuelve León Hebreo en sus Diálogos de Amor, y Marsilio Ficino en
su De Amore.
[4] Ver René Guénon. Esoterismo Cristiano. Cap. VII, “Fieles
de Amor y Cortes de Amor”.
[5]Afrodita-Venus. Cuadernos de la
Tradición Unánime, 2018. bibliotecahermética.com
No todos los viajes terminan cuando uno
regresa al lugar donde tiene su casa, su familia, su trabajo, su rutina…
Algunos son como si se llevaran dentro y por eso son viajes que continúan
realizándose en el interior, suscitándonos nuevas aventuras intelectuales y
encuentros con personajes verdaderamente fascinantes, a los que merece la pena
conocer, indagar en sus vidas y obras, lo que abre una ventana a otra época y
otro entorno vital y geográfico. Pero especialmente abren un espacio nuevo en
el corazón y una renovada percepción sobre las cosas. Cierto que eso nos puede
ocurrir en cualquier parte a donde vayamos, pues personajes insignes los ha
habido por doquier a lo largo del tiempo, pero lo que no es habitual es
descubrir que las personas más relevantes con las que te vas encontrando
«fortuitamente» en el trayecto, si bien pertenecen a diferentes momentos de la
Historia, están todas ellas mágicamente vinculadas a la isla de Andros y al
mismo tiempo a la Tradición Hermética.
El hecho de que Hierogliphyca, el libro de
Horapolo del Nilo, nada menos que el eslabón que une la tradición griega a la
egipcia, y que descubre los misterios de la lengua del sacerdocio, se
conservara en Andros hasta el Renacimiento –cuando fue adquirido allí por
Cristóforo Buondelmonte quien lo hizo llegar hasta Marsilio Ficino–, para mí
está indicando que Andros es un lugar especial y que su vinculación con
Thot-Hermes está ratificada en todos y cada unodelosfragmentosdesuhistoriaysu arqueología.AsílointuyóFederico,queesquienprimerosefijóenestaislavinculadaconlaTradición
Hermética.
Lociertoesquehepodidocomprobarqueestasilustrespersonasalasquemerefiero,yquedeformaasombrosadesdeelprincipiomesalenalpaso,constituyenensímismaseslabonesdelacadena áurea.
Se trata de personajes cuya relevancia
ha sido la de sustentaralolargodelasépocas,laFilosofíaPerenne,siendoelloslosque,endistintascoyunturasdeltiempo,hanmantenidovivoellazodelos seresmortalesytransitoriosconlaIdentidadSuprema.Yaunqueelniveldeaproximaciónycomprensiónquealcanzaronesdistintoencadaunodeellos,comodiferenteshansidosuscircunstanciasysuspropiassensibilidades,lollamativoesquetodossehanconstituidoenlacorreadetransmisióndelaAntiguaSabiduríaegipciaygreco-romanaquevivióatravésdePitágoras,Sócrates,Platón,losneo-pitagóricosylosneo-platónicos,quienesasimilaronysintetizarontodoesesaberancestralheredadodelaTradiciónPrimordial:aquéllaquenosseñalaaloshombresdetodaslasépocaselcaminoverticalynosdalosvaloreseternos,soportefundamentalparacrear–o refundar–,
adaptándola a los tiempos, una Cultura.
ElcasoesquehacemásdecuatromesesquevolvídeAndrosysinembargoelrecuerdodeeselugarnohadejadodetenerpresenciavivaenmimemoria,especialmenteporquenohandejadodeproducirsehechosverdaderamentemágicosquemeacercanunayotravezalaisla,dándomeaconocerunahistoriaverdadera,aunqueaparentementeoculta,relacionadaconlaTradicióndeHermesyconelMediterráneo.Sindudaalgomequerrádecirtodoesto,tal vez tengaque volver aAndros...
Nomemuevendeseosdeaventura,aunquesabemoslaeficaciaque tienen los viajes para cambiarnos las
imágenes e integrarnos en un tiempo nuevo.Aquello
que me llevaría de nuevo a la isla es más bienunanecesidadespiritualderememoraryfijar,osea,deseguirprofundizandoenciertasseñaleseindicacionesquemedicenymehablancon fuerza magnética deAndros.
La intención no es devolverles la memoria a esos parajes y a los
héroes que los poblaron, y que me asaltan continuamente en el camino,sinoqueestosantepasadosmeladevuelvanamí.Yporquelointeresanteyemocionantedelasuntoescomprobarquelasseñalesquedecontinuorecibimos,mezcladasentrecientosdecosasaparentementeinconexas,estánconcatenadasyquemásbiensetratade afinarel oído,o mejor,
encontrarel hilovertical quelas unecomolasperlasensartadasporeldestino,haciéndonoslotodomás
comprensible.
Eseeselsistemaqueutilizaellenguajesimbólicoparacomunicarnoslasverdadesmásíntimasymisteriosas,perotambiénlasmásreveladoras,quesonlasquedeordinarioseocultantraslasaparienciasdeunasimpleanécdota.Sinembargo,muchasvecessólohacefaltaprestarleslaatenciónadecuadaparaadvertirsuligamenconotrosplanosydescubrir,deesemodo,undiscursocoherenteyplenodeanalogías.Senosrevela,porasídecir,otralecturaydimensióndeltiempoydelespacio,perosobretodoserevelanámbitossecretosde nuestra geografíainterior. Seguramenteesenestesentidocomodebenentenderselaspalabras de
Federico, cuando señala que:
…elhombreesunprivilegiado,puesencualquiermomentopuederecuperarlamemoriadesí,intentarreconstruirsupasadoglorioso,volver a sus fuentes perdidas.
Elhilodeltiempotejepermanentementeensuruecaestaurdimbreytrama,queesunsoporteparaconocerloatemporal,loeterno,presentidooscuramenteennuestrointerior,yquees,endefinitiva,elmotorsecretoquenosimpelearealizartodoslosactos,aunquenosepamosestehechoolotraduzcamosdemilmanerastansuperficiales como
anecdóticas. (El Simbolismo dela Rueda,cap. VI).
Estossonlospreliminaresdelosquepartopararelatarlosentresijosquemellevaronadescubrirnuevasetapasdemiviajemágico-herméticoaAndros,laislaconvertidaparamíenparadigmadelcentro de una historia vertical. Mª Ángeles Díaz