Isotta Nogarola (1513-1566) pertenecía a una de las familias más ilustres de la nobleza de Verona, que contaba ya con dos mujeres escritoras . Como en otras ocasiones vemos que es la madre, viuda de Leonardo Nogarola, la que se encarga de la educación de sus hijos y lo hace como es propio en las Cortes renacentistas, hasta la edad adulta y en base a un amplio programa de materias que incluía el aprendizaje de algunas lenguas.
Siguiendo
la saga familiar de mujeres escritoras ella y su hermana Ginevra pronto
destacaron en las letras; pero fue Isotta la que se dedicó por entero al
estudio y la escritura. Debemos añadir que la secuencia de su vida nos ha
mostrado que la mujer en el Renacimiento, fuera de las Cortes, es decir, fuera
del entorno humanista, tuvo que enfrentar duras críticas y un sinfín de
agravios por mantener una vida intelectual activa, algo que estuvo mal visto
por un sector de la sociedad que incluía tanto a hombres como a mujeres.
En esa época solía ser habitual que filósofos y escritores en
general mantuvieran una correspondencia pública; venía a ser como escribir una
columna en un periódico. Pues bien, Isotta mantenía correspondencia con muchos
personajes y con distintos escritores. Una de esas corresponsales fue Constanza
Varano, quien en una carta pública datada en 1442 señala que Isotta había
superado en sabiduría tanto a mujeres como a hombres de su época. Ya casada su
hermana Ginevra, Isotta continuó sus estudios en las universidades de Padua,
Ferrara y Venecia. Con 18 años daba conferencias públicas donde citaba a
Platón, Homero o Virgilio, y en las que opinaba de filosofía, política o
teología demostrando una gran preparación y capacidad de razonamiento. Sin
embargo, su ímpetu y su osadía en la exposición de sus discursos, y el rechazo
que manifestaba hacia los que la ponderaban como la excepción que, según estos,
ella representaba dentro de su sexo, la llevaron a mantener una sonada disputa
pública, de la cual salió muy malparada. Humillada ante todos por Guarino
Veronese (1374-1460) que en esa época era un profesor de prestigio y un
imitador de Cicerón, según comenta Angelo Poliziano en una de sus cartas,
Isotta, no aguanta la presión viéndose forzada a abandonar la vida pública que
llevaba en Verona y trasladarse a vivir a Venecia. No obstante, la disputa que
ella inició se mantuvo abierta por siglos, cosa que trataremos de explicar. Mª Ángeles Díaz
Todo el texto en el vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=5sVVj-QBrv0