lunes, 14 de agosto de 2017

Los Amores de Hermes y Herse. Un Mito Civilizador



Cualquier viaje puede ser muy diferente según qué vayas buscando. Recuperar la historia verdadera, la mítica, expresada a través del arte arcaico y tradicional de ciertos lugares es un buen programa, pues se trata de rescatar una memoria del origen, cuando todas las posibilidades estaban en potencia y el tiempo inmaculado. 

En este sentido viajar por la Historia y la Geografía sagradas de Grecia, y de Atenas en particular, es de algún modo recuperarla virginidad de los pensamientos en los que se establecieron los pilares de Occidente, en la medida en que esto nos donó una serie de símbolos, mitos e ideas arquetípicas contenidas en una Filosofía que tiene como padres fundadores a Hermes, Pitágoras, Sócrates y Platón. 

Por ello, creo que debo narrar esta parte de mi viaje como un relato donde el mito, o sea, las andanzas de los dioses, reyes y héroes legendarios, sean las claves que nos den a conocer el origen y desarrollo de nuestra civilización bajo la perspectiva de una Historia vertical y arquetípica.

Tiempos ha, cuando Atenas se estaba creando culturalmente para ser el flujo seminal del que nacería Europa, hubo un rey, de nombre Cécrope, que pasó a ser conocido con el sobrenombre de rey-serpiente, pues se decía de él que había nacido de las entrañas de la tierra, sin intervención de un padre.


Rey Cécrope fundador de Atenas

Esta leyenda de Cécrope como fundador de Atenas, y héroe intermediario, en verdad ha dejado importantes rastros en la literatura y en la poesía tradicional del mundo griego, pero también pueden seguirse sus huellas a través del arte plástico, puesto que su imagen aparece pintada en vasijas, como ésta que presento, donde se ve la imagen de este niño-rey naciendo de Gea, la Madre Tierra, o bien mostrando, ya de adulto, su cola de serpiente.

Cuentan que fue durante el reinado de Cécrope cuando se sostuvo una lucha que enfrentaba a Atenea con Poseidón, pues ambos pretendían ser la deidad que imperase en Atenas. Es por ello que en algunas versiones sobre su vida, Cécrope aparece como árbitro, o juez, en la contienda por las tierras del Ática, siendo este rey quien resolvió finalmente la situación con su laudo: que cada uno de los dioses propusiera lo mejor y más beneficioso para los ciudadanos. Tras lo cual él decidiría.


Poseidón entonces abrió con su tridente un manantial de agua cristalina en la Acrópolis, mientras que Atenea, por su parte, plantó un olivo. Cécrope consideró dicho cultivo más útil a los ciudadanos, por lo cual adjudicó la ciudad a la diosa dándole su nombre y realizando en ella la primera estatua de Atenea. Y como la historia mítica no se corresponde con una ensoñación, sino con una realidad tanto histórica como suprahistórica, sucedió que esa lucha entre los dioses del mar y de la tierra se vio reflejada en la retirada del Mediterráneo de las costas atenienses. Sin ir más lejos, las aguas del mar llegaban prácticamente hasta el mismo santuario de Delfos que, como sabemos, se encuentra actualmente bastante retirado de la costa, separado de ella por las montañas.

De Fidias, el elogiado escultor griego, es la representación de la lucha entre Atenea y Poseidón que aún puede verse en el frontón oeste del Partenón.

Debe recordarse que los distintos personajes celebrados en la Acrópolis no sólo están unidos los unos a los otros en las hazañas míticas, sino que forman parte de una narración más amplia cuya simbólica, con sus contradicciones o historias superpuestas, son claramente los paradigmas que hay que aprender a definir. Pues sólo una vez reunidas las piezas del mito se comienzan a extraer sus enseñanzas, incluso las que subyacen tras sus paradojas, sabiendo que una vez advertidas, a la luz de su significado, dejan de ser paradójicas para revelar una enseñanza, puesto que en ellas se distinguen claramente los poliédricos aspectos de una misma creación arquetípica. 

Una perspectiva que se obtiene al complementar o reunir todas las caras de la figura. Significa que nos damos cuenta de que la existencia, con sus luces y sus sombras, debe ser vivida y comprendida a la luz de la Inteligencia, energía representada por Atenea-Minerva, nacida, como sabemos, de la cabeza del Padre Zeus. 

El nombre de Cécrope aparece en distintas leyendas conservadas en diferentes partes de Grecia, y en todas ellas se presenta a este rey como héroe civilizador y fundador de distintas ciudades. Es evidente que la leyenda se corresponde con distintos personajes que siguieron la estela del rey-serpiente y aplicaron análogos principios de sensatez en la fundación de la ciudad. 

Esto explica las diversas genealogías que se le atribuyen, haciéndolo en unas natural de Egipto, cuya lengua conocía, y en otras hijo de Erécteo, rey que le antecedió en el trono y con el que a veces también se le identifica. El caso es que Cécrope, por su carácter híbrido mitad reptil mitad humano, también recibía el epíteto de Diphyes, que significa, biforme. 

De su biografía debemos destacar que tuvo un reinado de 50 años durante los cuales se dedicó a instruir a su pueblo en el arte de la construcción y planificación de las ciudades. Asimismo les enseñó a enterrar a los muertos. A él se debe también la división política del Ática en doce comunidades y la creación de leyes nuevas.






Para organizar el Ática lo primero que hizo Cécrope fue reunir a las distintas tribus y clanes que se encontraban dispersos por los bosques, eligiendo, entre los ancianos, a los más sabios y prudentes, a quienes debían ostentar el gobierno y la autoridad para administrar la ley y la justicia. 

Durante su reinado Cécrope fomentó la monogamia, reconoció la responsabilidad de la paternidad y creó la institución del matrimonio. Con ello logró dar cohesión a la familia ya que los grupos humanos andaban por entonces sin compromisos.

Cécrope instituyó en la tierra de Ática el culto a Zeus como Dios supremo, permitiendo igualmente la construcción de templos a otros dioses. 

Asimismo sustituyó los sacrificios humanos por ofrendas de trigo y cebada; por lo que si su reinado representó una idea, ésa fue su innovadora forma de organización política y social, que dejaría una profunda huella en la historia no sólo de Grecia, sino de todo Occidente. 


Este rey tenía tres hijas. La mayor se llamaba Aglauco, como su madre, la pequeña Pándroso, y la mediana Herse. Las tres se ocupaban, junto a otras jóvenes compañeras, del culto de Atenea, cuyo templo cuidaban. Pues bien, este rey tenía tres hijas las cuales se ocupaban, junto a otras jóvenes compañeras, del culto de Atenea, cuyo templo cuidaban. La mayor se llamaba Aglauco, la pequeña Pándroso, y la mediana, y de quien Hermes se enamoró era Herse, y de ese amor hablaremos enseguida.

(Pertenece a un capítulo del libro: Viaje Mágico Hermético a Andros. Una Aventura Intelectual. Mª Ángeles Díaz. Editorial Symbolos).

Mª Ángeles Díaz en Delfos. Fotos Francisco Ariza



Delfos, durante el trabajo de campo del libro  del Viaje a Andros.




Otra leyenda tradicional cuenta el extraño nacimiento de Erictonio hijo de Gea, la tierra, y de Hefesto, el cojo dios herrero.

Intentaba Hefesto violar a Atenea más no lo consiguió ya que ésta logró  rechazarlo cayendo su semen sobre la tierra que fue así fecundada. Parió entonces la tierra un niño extraño pues tenía cola de serpiente. Atenea apiadándose de la criatura toma al infante a su cuidado confiando su cuidado a las hijas de Cécrope, el rey de Atenas, a las que pide discreción reclamándoles un juramento: no abrir el canasto donde les entregaba al hijo de Hefesto y Gea. Dos de las tres hermanas no pudiendo resistir la tentación que les producía su curiosidad, abrieron la cesta y fue tal la impresión provocada por la visión del niño-serpiente que fueron presas de la locura y acabaron suicidándose.

sábado, 8 de abril de 2017

Simbolismo y Arte en la "Divina Comedia"

Salvador Dalí. Ilustración de la Divina Comedia

Antes de emprender el ascenso en su viaje iniciático por los siete Cielos dispuesto a alcanzar, de la mano de Beatriz, la sede de Dios en el Empíreo, Dante invoca a Apolo en los siguientes términos:

"En mi último trabajo yo te pido / de tu valor, oh Apolo, ser tal vaso / que me halles digno del laurel querido. / Bastó hasta aquí una cumbre del Parnaso, / mas ambas necesito cuando intento / a la última palestra abrirme paso. / Penetra en mi corazón, espira en él tu acento / como cuando arrancaste la piel de Marsias / de su vaina y aposento". 
(Divina Comedia. Canto I del Paraíso) 

*


miércoles, 29 de marzo de 2017

María Magdalena


Magdalena Leggente, atribuido a Leonardo da Vinci

A veces nos olvidamos de que Jesús era un sabio rabino y María Magdalena su discípula, como lo eran los demás apóstoles entre los que debemos incluirla. El pensamiento tradicional, o mejor el saber tradicional e iniciático siempre ha tenido clara la idea de que María, la Magdalena, fue una mujer aplicada al estudio que llegó por esa vía al corazón de Cristo, lo que equivale decir al centro de su Enseñanza. Y él, por ese amor que ella le profesaba,  la hizo pasar de su condición de viviente para vivir en el espíritu.  La mujer alumbrada o fecundada por el intelecto.


Magdalena Leggente. Rogier van der Weyden, 1435-1438 


Fue su compañera hasta la cruz, junto con María, madre de Jesús y Juan Evangelista. Podríamos decir que para el ciclo cristiano de la civilización Occidental surgida para revitalizar el Sacro Imperio Romano, la mujer intelectual nace con la Magdalena, que para nuestro tiempo viene a constituirse en un mito fundacional que a través del espíritu evangélico de Cristo embargó el corazón de muchos personajes cuya sangre hirvió como lava purificadora creando esa corriente. Esta es la razón de que los artistas y a veces las propias mujeres que se identificaban con ese mito femenino, pintaran o se hicieran retratar (caso de Isabel d’Este, Vittoria Colonna o Giulia Gonzága) como una “Magdalena Leggente” o “Mater Virgin”, la materia virgen o tierra no labrada dispuesta a ser fecundada por el espíritu viril del mito viviente y por consiguiente libre de una estructura eclesiástica o cualquier otra que aprisione el alma. M.A.D.

sábado, 4 de febrero de 2017

"Viaje Mágico-Hermético a Andros. Una Aventura Intelectual" de Mª Ángele...

Presentación a cargo de Francisco Ariza y la Autora del libro

Editado por SYMBOLOS, siendo el último libro cuya edición estuvo a su cargo Federico González Frías, quien se ocupó de la portada y de todos los detalles con mucho cariño, con esmero, como hacía con todas las cosas de las que se ocupaba, dejándome además unas palabras muy bellas sobre este libro alentandome a seguir escribiendo. 

domingo, 18 de septiembre de 2016

ACERCA DE LA EBRIEDAD QUE VIENE DE DIONISO

Baco. Leonardo da Vinci

Andros es una isla consagrada a Dioniso, un dios que representa la Fuerza de la Naturaleza, del vino y del éxtasis que este procura, pues a decir de Hesíodo, "es el vino un fermento que la gracia del cielo dona a los hombres". Sin embargo este vino, y la embriaguez que procura Dioniso, tienen otras connotaciones que van mucho más allá de la simple borrachera. Recordemos que Sócrates, maestro de nuestra Tradición filosófica, vencía a todos en la bebida, pero nunca se emborrachaba.

La ebriedad que viene de Dioniso es la de ese Amor al Conocimiento, una energía cuyos efectos han sido desde siempre comparados con la sensación de alegría y entusiasmo que siente el corazón enamorado cuando está junto a su amor. 

Ese estado también tiene que ver con la memoria de lo que es, ha sido y será, pues sus efectos son capaces de abrirnos la mente y hacernos ver que muchos de nuestros pesares son pasajeros. Y que la alegría es el mejor antídoto contra la tristeza.
Hypnerotomachia Poliphili

Los verdaderos ritos dionisíacos se encuentran especialmente recogidos en un libro enigmático donde los haya, titulado Hypnerotomachia Poliphili, el cual está basado, precisamente, en los Hieroglyphica de Horapolo.

Por cierto, Hypnerotomachia Poliphili fue un libro secreto que gracias a estar escrito en una «lengua cifrada», no interpretable a primera vista, no pereció en la hoguera de la Inquisición italiana que en esa época perseguía ferozmente a los hermetistas y sus ritos literarios. Recuerdo haber oído hablar por primera vez de esta obra a Federico [González Frías]. Fue durante una conferencia en la sede del Centro de Estudios de Simbología de Zaragoza (España),  la cual ofreció justamente para presentar su libro sobre Las Utopías Renacentistas(1). 
Hypnerotomachia Poliphili
Allí, aunque aludió a varias de las utopías que había estudiado en dicha obra, se centró bastante en hablar de Hypnerotomachia Poliphili, un relato que describió como “un sueño de amor, donde el enamorado, llamado Polifilo, emprende un camino en pos de la ninfa Polia, su amada”. Esta, a su vez, es la que le va guiando a base de ofrecerle jeroglíficos y enigmas que él tiene que descifrar. "Esta Polia, dijo Federico, es para Francesco Colonna, su autor, lo que Beatriz es a Dante, es decir la Sabiduría Universal, a la que Polifilo ama tan profundamente que es capaz de seguirla con exclusión de cualquier otra cosa y dejarse guiar por ella abandonándose a su puro amor al punto de entender que la única gratificación que ansía es poseerla, ser uno con ella".


Hypnerotomachia Poliphili es una obra muy misteriosa que trata sobre los secretos de Amor, por lo que está escrita en clave. Consta de 38 capítulos y 171 grabados o xilografías en las que se representan cultos y festividades. Está pues repleta de enigmas tanto esotéricos, filosóficos como políticos, que van siendo intercalados en todo el libro. 


Se dijo durante mucho tiempo, que Hypnerotomachia Poliphili era un libro anónimo, sin embargo podemos señalar que existe un acróstico donde se encuentra escrito, y a la vez oculto, el nombre de su misterioso autor: Francesco Colonna. Este nombre no aparece escrito de forma normal sino que se obtiene de juntar las letras iniciales, o letras capitales, con las que comienza cada capítulo, y así se lee: Poliam frater Franciscus Columna peramavit, que debería traducirse como: «El hermano Francesco Colonna ama apasionadamente a Polia». Este sistema de enmascarar mensajes dentro de otro texto, de imágenes o de objetos, es una de las artes que practicaron los hermetistas, con la finalidad de ocultar a los profanos lo que sólo los iniciados sabían interpretar. (Fragmento del libro: Viaje Mágico-Hermético a Andros. Una aventura Intelectual Mª Ángeles Díaz Editorial. Symbolos.

Hypnerotomachia Poliphili

Nota: (1) Unos días antes lo había presentado en la sede del CES de Barcelona, ambos Centros de Estudios fundados por él. En dicho libro nuestro autor le dedica a este tema el capítulo VIII, titulado: «Las Utopías del Sueño. Hypnerotomachia Poliphili». Este que sigue es el documento de esa primera presentación de Federico, dinde aparece también hablandi, José Manuel Río que fue su colaborador en este libro.


jueves, 15 de septiembre de 2016

Zen en el Arte del Tiro con Arco



"Cuando la cuerda está estirada hasta donde le permite el arco, éste encierra el Universo." 




El tiro con arco o arquería es otra disciplina en la instrucción del Zen. Por medio de esta práctica los alumnos consiguen ser unos expertos en disparar al blanco, pero lo que realmente pretenden los maestros no es hacer de sus alumnos expertos tiradores, sino que lo que en realidad persigue la concentración que exige esta actividad es despertar la intuición natural del aprendiz arquero, de modo que una vez éste ha logrado un buen conocimiento de la herramienta (el arco) y arte en el tiro, el disparo se produzca de modo intuitivo, sin apuntar o concentrarse en el blanco, que nada importa a la naturaleza de las enseñanzas Zen. "Comprometed toda vuestra vida en el tiro de una sola flecha" dicen los maestros arqueros, y es que en esa acción, arquetipo de la acción original, se descubre todo el Zen.

El arco, construido en madera de bambú llega a medir unos dos metros de longitud, por lo cual es fácil imaginar la enorme dificultad que entraña su manejo, y por consiguiente se ve que no ha sido diseñado para competir deportivamente, por ejemplo, sino que su diseño está adecuado para servir de apoyo a las enseñanzas del Zen. 


La primera fase del aprendizaje consiste únicamente en hacerse con el manejo del arco y la cuerda. Es ésta una tarea tan dificultosa y que exige tanto tiempo de entrenamiento que el practicante acaba por olvidarse de la flecha y el disparo. Su interés se halla centrado exclusivamente en conseguir la tensión correcta de la cuerda, para lo cual necesita acoplarse íntegramente al arco, con firmeza pero con ductilidad, evitando que todo su cuerpo se tense al mismo tiempo, pues el tiro sólo será correcto cuando consiga liberar su cuerpo (y su mente) de tal tensión, y concentre toda su fuerza en la mano. 

Esto podría inducir a la idea de que el arte de la arquería está reservado a personas de físico fuerte, pero esto no es así ya que tanto hombres como mujeres se ejercitan en él. Ahora bien, sí que son necesarias la paciencia, el tesón y la fuerza de voluntad para no abandonar antes de obtener resultados.  En esta primera fase de instrucción el maestro del Zen no ejerce ninguna presión o influencia en el discípulo, y su papel consiste en indicarle las reglas básicas de posición y respiración, que deben adoptarse en el ejercicio. 

Como todo guía espiritual o intelectual verdadero, el maestro pertenece al linaje de los hombres auténticos y éstos no están interesados más que en lo original y genuino de los seres, donde radica la verdad y libertad de todos ellos. Indicando a quienes muestran interés, el camino que sirvió a su propia liberación. El maestro es un ejemplo a seguir (no a imitar) y su método tiene la fuerza de su propia experiencia, requisito imprescindible en toda transmisión real de iniciación al conocimiento.


El propio aprendiz arquero tendrá que desarrollar una autodisciplina para llegar a conocer sus fuerzas y debilidades, a medida que se descubren las propias energías, se advierte el modo de integrar el cuerpo y la mente en el espíritu del tiro. Sólo de este modo se puede llegar a entender el espíritu que vehícula el arte del tiro con arco. El ardid, por parte del discípulo, queda excluido completamente y los maestros, cuando comprueban cualquier tipo de engaño para llegar a dominar el tiro de forma artificial, sencillamente le quitan el arco al aprendiz y le dan la espalda negándose a seguir instruyéndole. 

Una vez superada la fase con el arco y la cuerda es el momento adecuado para tomar la flecha y prepararse para el disparo



La finalidad del ejercicio es el conocimiento que uno mismo ha logrado adquirir de sí mismo, llave con la que se abren otros espacios de la realidad; y sólo cuando se posee ese conocimiento se está en condiciones de lanzar la flecha. Esta debe sujetarse hasta el momento idóneo para el tiro una vez que el arco obtiene la curvatura precisa, la cuerda la tensión necesaria y la mano se halle en el justo medio. En ese momento de preciso equilibrio entre el arco y el tirador se produce la liberación de la flecha, quedando en ese mismo acto de comprensión simultánea liberado el espíritu del arquero. 



La propia figura del tirador, envuelto completamente en el círculo que forma el arco extendido, sitúa al corazón del arquero en el centro mismo del círculo, siendo de ese modo como puede verse que este centro desde el que se proyecta la flecha es, a la vez que punto de partida, verdadero blanco de la flecha, al que ésta retorna una vez trascendidos o superados los límites individuales. "Cuando la cuerda está estirada hasta donde le permite el arco, éste encierra el Universo." 



El arquero inspira intensamente a la vez que estira la cuerda, hasta quedar lleno de aire, conteniendo la respiración al tiempo que retiene la flecha en un estado máxima tensión o equilibrio. Cuando su intuición inteligente, concretizada en su habilidad en reconocer la sincronía perfecta del momento, le indica soltar la flecha, ésta parte con su hálito que se mezcla con el mundo, en una acción única, y que por cierto, no tiene intención ni interés alguno por los resultados.


Sólo entonces los maestros presentan el blanco a sus alumnos, situado ahora a unos 60 metros de distancia. Los aciertos son certeros en la mayoría de los disparos, pero ningún iniciado o maestro del arte de la arquería les presta ninguna atención. Cuando aciertan en el blanco (cosa que hacen incluso con los ojos tapados) no se conceden ningún mérito, y tampoco cuando fallan se inmutan, puesto que no hay intención en los disparos. Así el espíritu del Zen siempre decide; lo que importa es estar en sintonía con él de modo que pueda manifestarse en todos y cada uno de los hombres que aman el "Arte sin artificio" por encima de todo.


¿Dónde o cuándo se inició verdaderamente el disparo?: "La infinita profundidad es la fuente donde se origina todo lo que hay en el Universo", dice Lao-Tse. Caer en la cuenta de esta verdad trascendente supone desinteresarse por cualquier resultado, pero también supone prescindir del arco, o de cualquier ejercicio externo programado. La experiencia cognoscitiva queda impresa en el corazón del artista, que todo hombre es, y toda obra que realiza, a partir de entonces, es una obra con arte. M.A.D. (Ver todos los capítulos)



Publicado en Revista SYMBOLOS 
Arte - Cultura - Gnosis
 

martes, 6 de septiembre de 2016

La Única Enseñanza es Aprender




Es en la pura contemplación, vacío de formas y de conceptos adquiridos, como el hombre consigue penetrar el núcleo de las cosas.
Es vaciando su espacio mental, su estructura psicológica o su adulterada personalidad, plagada de egos o poses, como el hombre obtiene su experiencia de satori o iluminación, restaurándose en él su ingenuidad primigenia, la del no saber, o de la "docta ignorancia".
 Ahí se produce la iniciación y empieza el aprendizaje, es decir, el arte de vivir la iniciación, pues la "única enseñanza es aprender" como dice Federico González Frías.
 -"¿Qué es el Zen? -preguntó un discípulo a su maestro Seug Sahn.
-¿Qué eres tú? -respondió éste
 (Silencio)
-¿Comprendes?
 -No sé
-Esa mente que no sabe eres tú. El Zen es comprenderte a ti mismo".
Significa que las cosas deben ser observadas como verdaderamente ellas son: tremendamente simples o naturales y sorprendentemente misteriosas o sagradas. Sin que entre ellas y nosotros interfieran los juicios que sobre ellas tengamos pre-fijados, (prejuicios) pues son puntos de vista siempre relativos. Implica, por consiguiente añadirse a ellas, o más bien contemplar que uno ya está añadido.
Si algo nos separa de esa perspectiva de unidad, es decir de la Realidad, es nuestra mente, esa que nos hace creer que somos su producto, que quiere comprender por ella misma, que se siente capaz de razonarlo todo partiendo de unos condicionamientos impuestos por las múltiples anécdotas personales, privando al hombre verdadero de reconocer su auténtica naturaleza esencial. Esa mente prepotente (individualista) que hace al hombre esclavo de su ignorancia es la que hay que regenerar, es decir, vaciar, para estar en condiciones de comprender el Zen o el Ser.  Mª Ángeles Díaz. Notas Sobre el (Fragmento).


Entrada con todos los artículos