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viernes, 12 de noviembre de 2021

LA HAMSA, Mano de Fátima o Mano de Miriam


Estos días hemos vuelto a la Casa de Sefarad en plena judería de Córdoba, situada frente a la Sinagoga, y visitando su museo nos hemos detenido una vez más ante este símbolo llamado Hamsa, el cual puede verse realizado en diferentes materiales. 

Allí se explica que la Hamsa -que literalmente significa cinco, en lengua árabe- es un símbolo en forma de mano usado tradicionalmente como talismán o amuleto que protege contra los males e infortunios. Es de origen pre-islámico y se ha convertido en un objeto muy popular, tanto en la cultura musulmana como en la cultura judía, particularmente en la sefardí.

En la tradición musulmana recibe el nombre de “mano de Fátima”, la hija del profeta Muhammad,  y en la tradición  judía se la denomina  “mano de Miriam”, hermana de Moshe Rabenú.

La Hamsa se ha convertido en un objeto “compartido” por ambas tradiciones, es decir en un auténtico símbolo de intercambio cultural. En la tradición musulmana se le identifica con los cinco pilares del Islam, mientras que en la tradición judía se le relaciona con los cinco libros de la Torá.

Las hamsas tienen una rica variedad de elementos decorativos, materiales y colores y son una muestra de una memoria iconográfica compartida en toda la ribera sur del Mediterráneo. Mª Ángeles Díaz



Museo Casa Sefarad de Córdoba


https://dmiventana.blogspot.com/ Publicación  Mª Ángeles Díaz

jueves, 26 de julio de 2018

"EL Mito y el Símbolo de Santiago Apóstol". Francisco Ariza



Quisiéramos añadir las siguientes reflexiones acerca del Apóstol Santiago en tanto que mito fundador de la España medieval, forjada durante la Reconquista. Como otros grandes episodios de la Historia (Grecia contra Persia, Roma contra Cartago, etc.), la Reconquista se inscribe dentro de la lucha por la hegemonía de dos civilizaciones, en este caso la cristiana y la musulmana, pero que tuvo además otras connotaciones debido al largo período de permanencia en la península de la civilización islámica.

Existió evidentemente la España musulmana, con sus características propias, y que durante varios siglos fue hegemónica cultural y militarmente con respecto a la España cristiana, al menos hasta comienzos del siglo XIII con la famosa batalla de las Navas de Tolosa (Jaén), ganada por los ejércitos venidos de los distintos reinos cristianos de la península al mando de Alfonso VIII, y que supuso un punto de inflexión en el desarrollo de la Reconquista. A pesar de todo, hubo periodos de relativa estabilidad, e incluso de fructífera y mutua influencia cultural (los mozárabes cristianos son un ejemplo entre muchos otros), y relaciones de todo tipo entre las distintas poblaciones (incluida la judía), y por supuesto entre los reyes cristianos y musulmanes. En los casi ocho siglos que duró la presencia de la civilización árabe en España ocurrió de todo, pero siempre existió una cuestión pendiente en la España cristiana: la recuperación del solar arrebatado.

La Reconquista llevada a cabo por la España cristiana surgió de un impulso nacido de necesidades anímicas y espirituales que tenían en el Apóstol Santiago (y en San Millán) el origen de su fe y de su esperanza en la victoria final sobre el Islam. Frente al poder militar y la fortaleza mostrada por este último, los habitantes de la España cristiana reaccionaron acudiendo a la leyenda de uno de los apóstoles de Cristo, Santiago el Mayor, “hijo del trueno” como lo es también Juan Evangelista, y ambos “hermanos” del Señor, pero no de la carne sino del Espíritu.


Américo Castro en La Realidad Histórica de España señala que la figura de Santiago montado en su caballo blanco es la síntesis de los dos Santiago que aparecen en los Evangelios, el Mayor y el Menor; ambos evocan también las figuras de los Dioscuros (Cástor y Pólux), que igualmente aparecen montados a caballo, y “descienden” del cielo al igual que Santiago en su caballo blanco en el momento de la legendaria batalla de Clavijo (año 884), lo que supuso una victoria significativa sobre el ejército musulmán, dando lugar al mito de Santiago Matamoros, un mito vertebrador de la España cristiana, que a partir de entonces ve posible la reconquista. Precisamente los Dioscuros son las divinidades tutelares de la caballería, y en cierto modo también lo es Santiago Apóstol con respecto a la caballería cristiana de España, como lo certifica que surgiera una Orden militar con su nombre: la Orden de Santiago.

Los Dioscuros son hijos de Júpiter, y en esto también habría una semejanza con Santiago el Mayor, que con Juan Evangelista es el “hijo del trueno” (ligado al rayo o relámpago, “armas” de Júpiter), como hemos señalado anteriormente. También hicimos mención a San Millán, otro santo guerrero, considerado durante mucho tiempo el patrón de Castilla, y que contribuyó junto a Santiago en el proceso de afirmación de la identidad cristiana de España (inseparable de su constitución como nación) frente al poder musulmán. Pues bien, existió un paralelismo entre ambos patrones y los Dioscuros, como evoca este poema de Gonzalo de Berceo en su Vida de San Millán, escrito en el siglo XIII:
“vieron dues personas fermosas y lucientes / mucho eran más blancas que las nieves recientes / Viníen en dos cavallos plus blancos que cristal …/ avíen caras angélicas, celestial figura, descendíen por el aer [aire] a una grant pressura, catando a los moros con torva catadura, espada sobre mano, un signo de pavura [pavor]”.

En este poema, y en muchas leyendas en torno a Santiago, hay que hacer una transposición simbólica a otro orden de realidad no sólo circunscrito a la guerra externa, sino a la que se libra contra los “enemigos internos”, que es la más importante desde nuestro punto de vista. En este sentido es imprescindible la “ayuda” de las entidades espirituales, es decir el despertar de la conciencia a los estados superiores del ser, que en este contexto están representados o simbolizados por los Dioscuros, San Millán y Santiago Apóstol. También por San Jorge y San Miguel. Todos ellos patrones terrestres y celestes de la caballería hermético-cristiana.

Recordemos, en fin, que el “trueno”, anunciado por el rayo, es la propia Palabra que ilumina el intelecto humano, lo fecunda y lo vivifica. Acerca de San Millán quisiéramos añadir que la relación que mantiene con Santiago Apóstol se extiende también a esa función taumatúrgica característica del patrón de España, y que igualmente está presente en San Juan Evangelista. Además, la espada flamígera que blande San Millán tanto en la batalla de Simancas como en la de Hacinas, alude también al “fuego del Espíritu” y por supuesto al “rayo”, es decir al símbolo que expresa la emanación de una influencia espiritual, que es al mismo tiempo una “protección” del espacio sagrado (espacio sacralizado que era también la tierra de España para aquellos guerreros cristianos), lo cual evoca desde luego al querubín guardián que con su espada flamígera protege la entrada al Paraíso.

Santiago predicó en España, y tras su muerte sacrificial en Palestina fue trasladado en barca (o arca) nuevamente al país del Occidente, o del extremo Occidente para aquella época, siendo enterrado finalmente en Galicia, en el finis terrae, en el “fin del mundo conocido”, como una semilla plantada en tierra sagrada destinada un día a dar sus frutos, que serían perceptibles en el desarrollo posterior de la Historia de España, incluida la “conquista” de América, considerada como la apertura a “un nuevo mundo”, que por analogía se correspondería con otros planos más sutiles e intangibles de la realidad. Pero el mito de Santiago, y las posibilidades que éste contenía, permaneció latente durante siglos y no se habría despertado con la fuerza con que lo hizo si los árabes no hubieran invadido la península. A una acción sigue irremediablemente una reacción según la ley universal de las “acciones y reacciones concordantes”, que repercuten tanto en la Historia como en el ser humano.

Esto nos hace recordar lo que dice Arnold Toynbee en su Estudio de la Historia acerca de los “golpes subitáneos”, o repentinos, que reciben los pueblos por parte de sus invasores, y que pueden ser un verdadero acicate para reaccionar frente a esa invasión, despertando en ellos energías que permanecían dormidas, y que generalmente son aquellas que, al despertar, rompen con esquemas mentales solidificados para dar cauce a otras potencialidades de su ser colectivo, e individual, pues en estos casos lo colectivo y lo individual actúan al unísono, como un solo organismo. Hubo, en consecuencia, una verdadera “revolución de las conciencias” que durante varios siglos giró en torno al apóstol Santiago, cuyas historias ejemplares sirvieron para ir galvanizando espiritual y culturalmente una sociedad, la España cristiana, que había sido vencida y fragmentada por la invasión árabe del 711.
Por otro lado, el hecho de ser Santiago el “hermano” de Cristo lo dotaba de una autoridad espiritual superior a otros apóstoles, como Pedro, el fundador de la Iglesia de Roma. El Camino de Santiago fue, en este sentido, un eje que iría ordenando poco a poco la vida de aquellos reinos del norte peninsular que habían sido liberados de la presencia islámica. Era el camino que unía España con Europa, y viceversa, y más concretamente con Santiago de Compostela, el “campo de estrellas”, que devino, junto con Jerusalén y Roma, el centro sagrado de la Cristiandad.

En este sentido, no hay que olvidar que el mito de Santiago (y el camino al que da nombre) está íntimamente relacionado con la luz que viene de Oriente y se dirige a Occidente, siguiendo así el ejemplo de otros muchos héroes de la antigüedad, como el griego Heracles-Hércules sin ir más lejos, uno de los fundadores míticos de Hispania. Nos interesa destacar este aspecto civilizador del discípulo de Cristo, es decir el carácter fundacional de su misión para una época determinada de la Historia de España, y también de la Europa cristiana, construida espiritualmente de Oriente a Occidente siguiendo el eje Jerusalén-Roma-Santiago de Compostela.

Este último es un lugar de peregrinaje no sólo religioso, sino también iniciático y alquímico, hasta tal punto que el propio apóstol Santiago llegaría a ser el patrón de los alquimistas, además de todos aquellos oficios ligados con la iniciación a los misterios de la Cosmogonía. Santiago es entonces, y al igual que Juan Evangelista, el representante de la “Iglesia Secreta”, o “Iglesia Interior”, denominación dada al esoterismo cristiano, donde reside el aspecto más profundo y metafísico de esta tradición. Pedro, en cambio, representa la “Iglesia exterior”, la puramente religiosa y dogmática.

Así pues, en su sentido más profundo y elevado, supra-histórico podríamos decir, el Camino de Santiago (reflejo de la Vía Láctea) es un símbolo de las etapas de la realización interior. Es por ello que Compostela es también el “compost” alquímico, es decir el “abono” de la putrefacción de donde surgirán las energías y potencias que regenerarán al ser en su proceso de Conocimiento. El simbolismo alquímico es aquí transparente: el finis terrae, el lugar donde se oculta y “muere” el sol, es el comienzo de otro viaje, esta vez no ya horizontal sino vertical, pues se ha llegado a un “lugar” (a un centro donde mora el Espíritu del Dios Vivo) en el proceso del viaje interior donde todo lo realmente nuevo está por encima de las expectativas que puedan generar lo humano, que no queda abolido ni disuelto en una especie de “ensoñación cósmica” como cree y postula la falsa espiritualidad de hoy en día, sino “transmutado” o “sublimado” en sus posibilidades más universales.

De la patria terrestre a la patria celeste. Siguiendo las pautas de una Historia y Geografía sagradas, y por tanto simbólicas, míticas y significativas. Francisco Ariza


Tumba de Santiago Apóstol. Catedral de Santiago de Compostela


lunes, 15 de junio de 2009

Lucena, la Perla de Sefarad

Estas son algunas huellas del pasado judío de Lucena, la "Ciudad de los poetas del Talmud", expuestas en una sala del museo arqueológico de la ciudad Cordobesa.

La carretera que lleva a Lucena desde Córdoba cruza por una inmensa campiña marcada por el relieve de suaves colinas que se pierden a la vista. Estamos en pleno Corazón de Andalucía.
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En esta mañana soleada del mes de mayo la luz brillante hace tornasoles en los vigorosos cultivos de maíz, cebada, trigo… que se extienden, alineados en filas de soldados, en todas las direcciones.
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La fuerza de la Primavera se deja notar también en el borde de la calzada. De pronto es la sangre del mítico Gerión vencido por Hércules, la que tiñe la tierra de amapolas, luego el poder germinal de la flor amarilla, el jaramágo, cambia el retal de un paisaje o de una tenue ladera.
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¡Qué hermosa es esta tierra domesticada por la agricultura desde la época de los tartesos, los fenicios y los griegos, quienes supieron ver en esta “espesura selvática” de “corpulentos árboles poblada”, como describieron Tito Livio o Estrabón a estas tierras de la Bética, que tanto el olivo como la vid crecían espontáneamente.
Había estado por aquí en época de verano, cuando esta tierra generosa ha donado ya sus frutos o pinta los cultivos de dorado y maduro, lo que hace que los campos aparezcan agotados, confundiéndose el turista de ciudad que ante este aparente aspecto yermo no reconoce que la campiña ya entregó, a su justo tiempo, las dádivas de la cosecha.
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Presto mucha atención a este entorno de vistas amplias recordando las palabras y comentarios de ilustres personajes del pasado, o de discretos viajeros que han estado por aquí. En todos ellos destaca idéntica admiración a esta inmensidad que sólo encuentra límite en la línea del horizonte, que en esta época enmarca a un cielo inundado de luz clara.
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Pero especialmente me emociona pensar que este es el camino que emprendían los poetas del Talmud cuando iban a Eliossana, nombre hebreo de Lucena, ya que entre los siglos IX y XII la ciudad a la que me dirijo estuvo habitada exclusivamente por judíos manteniendo en ella la escuela talmúdica más importante de España, a la que acudió el propio Maimónides y de la que salieron algunos de aquéllos judíos que se establecieron en distintos lugares de España y el sur de Francia, formando otros parte de la famosa Escuela de Traductores de Toledo, que tan fundamental ha sido para la cultura judía, cristiana y musulmana.


No sin razón Eliossana, fue conocida entonces como “la ciudad de los poetas” extendiéndose su fama por todos los centros judíos de Europa y el Mediterráneo, que dieron a Lucena el título de“Perla de Sefarad”.

El pueblo judío ha sido un pueblo muy castigado a lo largo de la historia y también aquí, después de siglos de florecimiento, tuvo que vivir su ruina


Del propio Abraham ibn Ezra es este cantar amargo que describe el final de Lucena por los montaraces almorávides.
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"¡Ay! Cayó sobre Sefarad el mal de los cielos,
un lamento se cierne sobre Occidente,
por ello tiemblan mis manos.
Mis ojos, mis ojos manan lágrimas.
El llanto de mis ojos cae como manantial por la ciudad de Eliossana;
libre de tachas, pura, allí moró la cautiva comunidad,
sin cesar hasta cumplir la fecha de mil setenta años;
pero llegó su día, vagó su gente y ella quedó como viuda,
huérfana de Ley,
sin Escritura,
sellada la Misná,
el Talmud estéril se tornó…."
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Crónica de Viaje publicada también en DIARIO LITERARIO DE VIAJES con fotos complementarias.



domingo, 9 de noviembre de 2008

Viaje a Ampurias, Puerta de Entrada de la Cultura Clásica en Hispania

Ruinas de Ampurias (Empúries), en la costa catalana

Siguiendo las rutas simbólicas por la Geografía y la Historia de Cataluña, y después de haber visitado Tárraco y Centcelles , la Cova d’en Daina y la ciudad ibérica de Ullastret, Francisco Ariza nos conduce en esta ocasión a Ampurias (Empúries), un bellísimo paraje en la costa mediterránea que se convirtió en el primer asentamiento griego dentro de la Península Ibérica, y podríamos incluso decir que también allí en Ampurias se estableció, simultáneamente con Tárraco, el primer enclave romano. Es decir que Ampurias, fue la puerta de entrada de la Cultura Clásica en Hispania.

Una ciudad cuyos restos comenzaron a emerger hace justamente un siglo gracias a los datos aportados por ciertos historiadores, arqueólogos y arquitectos como Puig y Cadafalch, que se ocuparon de ubicar el enclave.

Al reportaje fotográfico del viaje a Ampurias he añadido algunas frases, entrecomilladas, pronunciadas por Francisco Ariza durante la visita guiada que tuvo lugar ayer, y que como las anteriores rutas simbólicas ha sido patrocinada por el Centro de Estudios de Simbología de Barcelona.
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"Hay ciudades que han jugado un papel crucial en la historia de los pueblos y las civilizaciones, que no olvidemos constituyen organismos vivos. Ampurias es una de esas ciudades, y su elección por parte de aquellos comerciantes griegos venidos de la lejana Focea respondió en gran medida a la posibilidad de realizar ese imaginario mítico que les nutría desde antiguo, es decir de establecerse en una tierra que de algún modo ya les era familiar pues formaba parte del paisaje de su propia geografía espiritual".
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Al nordeste aparece Sant Martí de Empúries, la pequeña isla (más tarde unida a la costa por un istmo) a la que arribaron los primeros pobladores griegos. En este mapa se distinguen claramente la ciudad griega (junto al mar) y la ciudad romana, mucho más grande.


“El primer lugar escogido para establecerse fue una pequeña isla, cercana a la costa en la desembocadura del rio Fluviá, cuyos sedimentos dejados a lo largo de más de dos mil años fueron haciendo desaparecer poco a poco la isla, uniéndola finalmente a tierra firme. A esa ciudad la llamaron Palaiópolis (que quiere decir “Ciudad antigua”) y desde la Edad Media recibe el nombre de Sant Martí de Empúries, la cual ha tenido su papel histórico en la gestación misma de Cataluña. Palaiópolis fue el germen originario de lo que sería Ampurias, que se comenzó a edificar al lado mismo de la ciudad antigua. Gracias a ese establecimiento la cultura clásica fue introduciéndose poco a poco en Hispania, pues Ampurias no era un punto comercial más en el Mediterráneo, sino que también fue un centro cultural de primer orden”.

Estela funeraria de un guerrero íbero, su lanza aparece recogida en espiral. Museo de Ampurias



“Efectivamente los iberos toman contacto con la cultura griega a través de Ampurias, y de ella reciben determinados conocimientos relacionados con las distintas artesanías, los nombres y atributos de sus dioses (que los íberos reconocen en los suyos propios), o las técnicas arquitectónicas, sin las cuales no se entenderían las ciudades íberas amuralladas que, como la de Ullastret, eran verdaderas acrópolis según el modelo de las griegas”.

Cabeza de Hermes-Dionisio, hallada en una excavación hace apenas 2 ó 3 años

Vasija cultual griega con símbolos terrestres y cósmicos

Ara romana. Ampurias


"Con toda certeza los griegos que se acercaron a la península ibérica a partir del siglo VIII a.C. conocían ya las leyendas míticas que se habían ido tejiendo desde antiguo por la civilización cretense y micénica acerca de las tierras del Occidente mediterráneo, y más concretamente de Iberia y Tartesos, que ellos conocían. Allí se encontraba el dios Océano, el Jardín de las Hespérides, las Islas Afortunadas, las columnas de Cronos (que después pasaron a ser las de Heracles-Hércules), nacidas de la separación de la tierra y el cielo, el País de los Antepasados, el cual estaba entroncado con la remota civilización atlante. Los viajes de Heracles-Hércules, de Ulises y de Jasón por las tierras del extremo Occidente forman parte de esas leyendas que siempre encierran una realidad concreta relacionada con el acto fundador y civilizador".
Asclepios, o Asklepios (Esculapio en latín). Estatua de gran tamaño encontrada en las excavaciones. Museo de Ampurias



Instantáneas tomadas en el recinto del poblado de Ampurias, durante la ruta simbólica guiada por Francisco Ariza. En ella aparecen algunos de los asistentes en distintos momentos del viaje.



“Aquella colonia griega destinada al comercio (Emporiom precisamente quiere decir “mercado” en griego), se convertiría enseguida en un foco de difusión de esa cultura, es decir en la transmisión de su cosmovisión, expresada a través de su mitos, ritos y símbolos. Por otro lado, ya sabemos que el comercio es una actividad que está bajo el amparo de Hermes-Mercurio y por tanto puede ser también un vehículo de relaciones e intercambios culturales"
"Pero Ampurias también fue la puerta de entrada del helenismo, lo que se vio potenciado cuando se convirtió en una ciudad romana a partir del siglo II a.C. Desde ese momento Ampurias establece una intensa relación comercial y cultural con Alejandría, capital del helenismo, y donde se gestó la gran síntesis cultural que dio nacimiento a la filosofía alejandrina y a la Tradición Hermética. En Ampurias esto se vería reflejado en la construcción del templo dedicado a la deidad greco-egipcia Serapis, que junto con el templo de Asclepios y el de Artemisa, constituyeron a lo largo de los siglos los centros sagrados de esta ciudad bañada por las aguas del Mare Nostrum. Así pues, con la visita a Ampurias continuaremos participando de la memoria de la herencia clásica y pagana, que está en la raíz de la cultura occidental, formando parte indisociable de nuestra propia identidad".


A continuación algunos de los mosaicos de las casas situadas en la parte romana del poblado de Ampurias. Como se podrá apreciar los pavimentos se conservan en un estado inmejorable. También se puede observar la distribución que tenían las casas.




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Foto del grupo tomada junto al mar Mediterráneo, justamente en la punta costera de la antigua isla de San Martín. Primer asentamiento griego en la Península Ibérica.
Ver fragmento de la disertación en este corte de video

sábado, 20 de septiembre de 2008

Diario Literario de Viajes. Los Reales Alcázares de Sevilla (I Parte)



Puerta del León, actual entrada al recinto


Los grandes edificios y todas las obras monumentales llevadas a cabo por los hombres suponen un legado cultural interesantísimo, a veces grabado en sus propias piedras, en su diseño arquitectónico, sus espacios interiores y en las obras de arte que los decoran. Estos edificios regios también nos acercan a los personajes que los han proyectado, construido, mantenido y habitado, y por ello son capaces de mostrarnos el verdadero espíritu que anima cada ciclo humano.


Uno de los enormes “palos borrachos” que hay a la entrada, en esta época florecido.

Realmente creo que ciertos edificios son como los grandes libros de crónicas, ya que en ambos está plasmado el devenir de los pueblos que los crearon y por lo tanto suponen un catalizador de energías, conocimientos, movimientos artísticos, técnicos y científicos que tienen que ver con el sentir de cada época y conforman episodios trascendentales para la memoria humana.



Vista alzada de una de sus salas

Entre estos importantes edificios, fermentos de una serie de acontecimientos y de circunstancias, y foco neurálgico en la Historia, se encuentran las catedrales románicas y góticas, aquellas magníficas construcciones que en el Medioevo asociaciones gremiales de artesanos, filósofos y artistas levantaron en toda Europa llenando de esplendor y luminosidad aquella época a la que enfrentaron con espíritu constructivo. Lo mismo sucedió durante el Renacimiento, cuyo estilo arquitectónico y artístico tan bellamente está reflejado en muchos de ellos, como es el caso de los Reales Alcázares, o Real Alcázar, un conjunto monumental situado en el corazón de Sevilla, en un emplazamiento que es, desde época romana, un lugar de enorme vitalidad, pues su proximidad al foro portuario y al tráfico mercantil y fluvial hacían de la zona la más concurrida y un encuadre natural al estar delimitado por las fronteras que formaban las murallas de la ciudad, el río Guadalquivir y el arroyo Tagarete.


Vista del interior del Real Alcázar


El Alcázar es un edificio con una peculiaridad que lo distingue: la de de haber estado siempre habitado y en permanente construcción, desde el siglo IX, cosa que lo convierte en un observatorio excepcional desde cuya inmovilidad espacial permite distinguir bien todos los movimientos culturales y el transcurrir del tiempo de sus moradores, reyes árabes y cristianos.


Acceso a uno de los patios


El conjunto ha sufrido innumerables remodelaciones, destrucciones y construcciones, todo lo cual le ha ido dejando una pátina de estilos que hacen de él una original simbiosis de tradiciones y culturas, extraordinariamente armónica, y un conjunto situado, en belleza y antigüedad, a la cabeza de los palacios reales.



También se sabe que en esa zona se alzaba en el siglo V una basílica paleocristiana, con su correspondiente baptisterio, donde enseñó y fue enterrado, San Isidoro de Sevilla, autor de "Etimologías" una obra célebre y muy importante en su tiempo por contener todo lo que este santo, de la culta época visigótica hispana, pudo recoger del saber de la Antigüedad Clásica.


Vista de uno de los patios del Alcázar


Sin embargo, en lo que respecta al Alcázar debemos decir que es Abd al-Rahman II quien en la Alta Edad Media mandó alzar la Dar al-Imara o Casa del Gobernador, núcleo primitivo del edificio, cuyo patio de armas se corresponde justamente con el lugar donde estuvo la antigua basílica cristiana cuyas ruinas emergen desde hace unos años en ese patio.

Azulejos interiores del palacio


A la característica singular que tienen el Alcázar de haber estado desde siempre en constante construcción, también se une la de haber estado ocupado ininterrumpidamente desde sus orígenes. De ahí que la edificación sea un reflejo de los avatares y acontecimientos históricos y artísticos de relevante importancia para los pueblos que han habitado la Península Ibérica, así como para los de toda la cuenca mediterránea, aunque la relevancia de la ciudad de Sevilla y la importancia de hechos notables como el descubrimiento de América, ligados tanto a la ciudad como a las personalidades que en esa época lo ocuparon, también hacen del Alcázar un reflejo de una parte de la historia universal .

Paño de alicatado, donde cada pieza está cortada con alicates, de ahí su nombre

Desde el punto de vista arquitectónico el conjunto es complicado de definir dado la amalgama de contrastes que se dan en él. La alta muralla, que para nada hace presagiar la belleza encerrada en los muros, data del siglo XI, cuando Al-Mutamid, el rey poeta, decide, tras la muerte de su padre, ocupar una nueva residencia diferente a la de su progenitor y escoge para ello la antigua Casa del Gobernador, donde manda construir un palacio al que llama al-Mubárak, el Alcázar de la Bendición. Sólo por sus versos y los de sus visires sabemos que la dependencia principal de este palacio se conocía como Al-Turayya, que significa “Sala de las Pléyades”, y era el salón del trono donde realizaba reuniones con sus ministros y con todos los poetas y filósofos venidos de otras tierras y que cómo ellos sentían afición por las ciencias y amor por la poesía.

Interior del Real Alcázar

miércoles, 3 de septiembre de 2008

LEONARDO DA VINCI EN EL DISEÑO DE LOS CANALES DE MILÁN


Estatua de Leonardo en la plaza de la Scala de Milán.
Ciertamente todos conocemos los canales de Venecia, y los que hemos tenido la dicha de pasear por ellos sabemos cómo queda uno impregnado de todo el glamour de esa ciudad europea y palaciega por la que en lugar de autos circulan embarcaciones, lanchas y góndolas que te conducen a la puerta de tu casa o a la entrada de uno de esos palacios, actualmente convertidos casi todos ellos en hoteles.

 
La Zona Navigli, que algunos conocen como “La Venecia de Lombardía”, es parte del antiguo canal de Milan que une lagos al norte de la ciudad. Cientos de piedras fueron transportadas a lo largo del Canal para construir el Duomo.

Sin embargo, no son tantos los que conocen los 152 kilómetros de canales históricos de Milán ni que en su diseño participó el maestro Leonardo da Vinci (uno de los hombres más interesantes del Renacimiento), y cuyo encanto llevó a decir al escritor francés del siglo XIX Henri Stendhal, que Milán era una ciudad más hermosa que Venecia. En la actualidad el canal de vía San Marco, sigue siendo uno de los que aún recuerda, en el centro de la ciudad, el tiempo en que «a Milán llegaba el mar». No es extraño que los milaneses digan que el Naviglio lo tienen, como la niebla, en la propia sangre.

Milán al atardecer

Leonardo llega en 1482 a Milán donde se presenta a Ludovico el Moro (llamado así por el color oscuro de su piel), que ejercía la regencia del ducado de la ciudad. Quizá para situar un poco la historia conviene decir que Ludovico María Sforza era de una familia amiga de los Médicis y él mismo tenía amistad con Lorenzo Médicis, llamado el Magnífico, con quien compartía el amor por los libros, por la recuperación de manuscritos y todo lo que representaba el saber y la cultura, y por lo tanto ambos estaban al corriente de los trabajos del artista de Vinci.
Leonardo muestra a Ludovico a su llegada a Milán un instrumento musical que él mismo había inventado y construido, y que según cuentan las crónicas de la época también "tocaba de forma encantadora acompañándose de su voz". Dicen también de Leonardo que "su porte y los encantos de su conversación sobre los temas de la música causó una excelente impresión", y que "Como músico le daba por improvisar versos y acompañarlos en un laúd de su propia invención, en forma de bucráneo y que poseía una sonoridad maravillosa".
Sin embargo, por una carta de Leonardo, cuya copia se encuentra en el famoso "Códice Atlántico" en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, puede saberse que éste como de verdad quiere mostrarse al duque Ludovico es como un maestro constructor de ingenios, puentes levadizos, máquinas de asalto, galerías de asedio, artefactos para la defensa, así como ingeniero hidráulico arquitecto, además decía: "Esculpo en mármol, bronce y terracota; en pintura puedo hacer lo que otro puede hacer, no importa quien sea".
 
Retrato de Leonardo

Ludovico encarga a Leonardo el estudio de un sistema para navegar desde Milán al Lago de Como, un lugar destacado de la geografía simbólica, puesto que de ahí eran originarios los "Maestros Comacinos", constructores medievales considerados herederos de los antiguos Collegia Fabrorum romanos. Es así como Leonardo proyectó la ampliación de los canales de Milán y en ellos un sistema de exclusas para solucionar el problema de los desniveles de los terrenos. Algo que se ha considerado una genial solución para superar los 23.76 metros de desnivel de los rápidos de Paderno.
 
Río Ticino y uno de los navigli, canales navegables.

En realidad el sistema de canales de Milán data de la mitad del siglo XII, cuando comenzó la realización del primer tramo navegable de 50 kilómetros, conocido como Gran Canal, y 200 años después se cavaron los canales que daban a los ríos Ticino y Adda que conectaron la ciudad con Europa central.

 
Uno de los canales en la actualidad

Esta obra de ingeniería fluvial, poco conocida del artista toscano, representó una vía comercial importantísima para la ciudad ya que a Milán llegaba de todo, y al mismo tiempo fue una obra de salubridad impecable, con la que consiguió desviar las aguas residuales de la ciudad medieval, un problema con el que se encontraron las ciudades medievales en general.

 
Canal a su paso por los campos de cultivo

Además, la proeza de los Navigli conseguía que una importante ciudad quedara unida a los campos de los alrededores, con lo que ello representa para el traslado de frutas y verduras, y de grandes mercancías, como fueron las piedras y el mármol con los que se construyó el Duomo, es decir la mundialmente conocida catedral de la capital de la Lombardia.

Se cree que la figura que sirvió de modelo a Verrochio para su David, es la del joven Leonardo cuando éste entró como aprendiz en su taller.
Dos imágenes de una draga para los trabajos de Construcción de un canal, 1503. Leonardo da Vinci. Milán, Biblioteca Ambrosiana. Códice Atlántico.

 
Canal en la actualidad.

El ferrocarril y los autos marcaron la decadencia de estos medios de comunicación fluvial y lo que fue en su día una extraordinaria solución y un lugar hermoso y emblemático de Milán, en la actualidad, debido al abandono de los puertos, va camino de convertirse en un problema, y en una alcantarilla abierta, que la burocracia italiana no da señales de resolver.
Por suerte, en la actualidad, el área está siendo tomada por artesanos, pintores, turistas, y los Navigli se están volviendo a abrir a las embarcaciones de ocio, y el comercio está devolviéndole el brillo a sus riberas, ya que a ambos lados se comienzan a alinear cafeterías y restaurantes.

Precisamente por esa zona se encuentra la iglesia de Santa Maria delle Grazie que muestra la famosa Ultima Cena (Cenacolo en italiano), realizada por el maestro Leonardo durante la misma época que la construcción fluvial.

 
Retrato de Leonardo en su vejez

Una época que también coincidió con la amistad entre Leonarno y el matemático Luca Paccioli, quien sin duda se entendía bien con este artista que remembraba a Pitagoras en su forma de considerar que “la ciencia matemática se debe entender como la suma de aritmética, geometría astrología, música, perspectiva, arquitectura y cosmografía". Leonardo colaboró en su libro La Divina proporción. En el prefacio a la edición Paccioli escribe: “todos los cuerpos regulares y dependientes realizados por el gran pintor, experto en perspectiva, arquitecto músico y maestro dotado de todas las virtudes (de tutte la virtù doctato), Leonardo da Vinci, mientras trabajábamos juntos en Milán por cuenta del muy excelente duque de dicha ciudad, Ludovico María Sforza Anglo, entre los años 1496 y 1499 de nuestra redención".
También fué por entonces cuando apareció por Milán Durero, con quien el maestro florentino compartió trabajos e ideas. Leonardo anotaría en uno de sus manuscritos: “La proporción no se halla solamente en el número y la medida, sino también en el sonido, el peso, el tiempo y los lugares: en toda realidad existente” (Mª Ángeles Díaz)

 
Plano de Milán, 1567

Y justamente la siguiente nota encadenada es para felicitar la iniciativa de la empresa de digitalización de imágenes HAL9000 y de la editorial italiana De Agostini, que con el apoyo del Ministerio de Bienes Culturales de Italia, ha colgado en la página web http://www.haltadefinizione.com/ el Cenacolo, con una definición de más de dieciséis gigapíxeles. Se trata de la imagen digital más grande del mundo.

Hay que decir que esta pintura representa uno de los casos más difíciles de conservación, que evidenciaba su fragilidad incluso pocos años después de su finalización. La técnica “a secco” que usó Leonardo, el paso de un río subterráneo cercano que humedece la pared y la acción de la contaminación, han hecho que La Última Cena haya sido restaurada hasta siete veces en algunos casos con el uso de colas que perjudicaron más su estabilidad.

Hace apenas un año, el diario milanés Corriere della Sera alertaba de que la contaminación que los turistas llevaban en sus ropas estaba afectando gravemente a la superficie del muro, con lo cual la imagen creada por HAL9000, líder en el sector de la fotografía de alta definición, puede ayudar a reducir el número de visitas y por tanto el impacto sobre la obra y por otro lado darnos una visión mucho más cercana que la que se obtiene desde los dos metros que se puede observar in situ. La imagen, 1.600 veces más nítida que las ofrecidas por una cámara de diez millones de píxeles, permite apreciar detalles como un pequeño campanario, de menos de dos centímetros, que se ve desde la ventana por detrás de Jesús, los vasos con el vino, los gajos de naranja del plato de San Mateo, los bordados dorados del manto de Judas o la increíble transparencia que Leonardo dio a las copas de cristal. Incluso podemos hacernos conscientes del estado de la pintura ante los espacios sin pigmento y las grietas en el muro.
Además de esta ampliación dejo aquí un comentario hecho por Paccioli a la Ultima Cena, donde este maestro de la ciencia matemática, dice de la pintura recién acabada. “No se puede imaginar una atención mas intensa en los discípulos al oír el sonido de la voz de la verdad inefable, que dice: ‘Unus vestrum me traditurus est’ (Uno de vosotros me traicionará). A través de sus acciones y gestos, parecen estar hablando entre ellos, un hombre con otro, y éste con otro más; todos ellos afligidos por una profunda sensación de asombro. Tal fue la maestría que la delicada mano de nuestro Leonardo supo imprimir a su obra”.
Aquí os dejo esta obra maestra de un hombre que no sólo fue un pintor, por más fantasticamente bien que lo hiciera, sino un filósofo, un sabio para el que el arte, y sus propias dotes artísticas, eran el medio de conocer.
¡Que la disfrutéis!
Núria (Mª Ángeles Díaz)
Desde Mi Ventana
Anillo de Symbolos.com